

Que una librería celebre en medio siglo siempre es motivo de celebración. Por eso este miércoles la Documenta estaba llena hasta los topes. Pero sin menospreciar este motivo, puedo asegurar que había otro que convenció a mucha gente de acercarse a él, a pesar de que la tarde lluviosa invitaba poco a salir de casa.
La escritora americana Elizabeth Strout se encuentra en Barcelona y el miércoles presentaba su última novela, Explícamelo todo(Ediciones de 1984), y tuve el privilegio de acompañarla frente a un auditorio lleno de caras expectantes y emocionadas.
Elizabeth Strout es una mujer simpática y charlatán –a pesar de ser de Maine, como ella misma reconoció–, elegante y muy amable. En Cataluña cuenta con una comunidad de devotos lectores, que la han seguido desde aquel 2011 cuando el Premio Llibreter nos hizo descubrir la maravillosa Olive Kitteridge. Este personaje inolvidable lo reencontramos en Explícamelo todo y, además, respondiendo a una lectora, Strout nos confirmó que Olive nunca morirá. El anuncio fue recibido con grandes aplausos.
En la Documenta, Strout habló de la importancia del lugar en la literatura –Maine, en su caso–; de su forma de escribir, arriesgada e intuitiva; de cómo le inspiró escuchar las historias que le contaba su madre; que le gusta escribir a partir de una escena, y que sólo si cuando la relee considera que esa escena tiene latido, sigue adelante.
Fue un auténtico regalo escucharla, y reconozco que me emocioné en más de un momento. Por ejemplo, cuando, preguntada por qué autores le habían influido, llamó sin pensárselo al escritor irlandés William Trevor. Fue como entrar en un bucle: yo escuchaba a Elizabeth Strout, que leo con devoción y agradeciendo todo lo que aprendo, y ella hablaba en los mismos términos de William Trevor. Mientras, yo recordaba haber leído la magnífica novela de este autor La historia de Lucy Gault y cómo me impresionó.
La literatura es aquel hilo que nos cose unos con otros, y en cada escritor hay un lector admirado por el talento de algún otro autor. Es el mismo hilo que unía el miércoles por la tarde la calle Pau Claris de Barcelona con el pequeño pueblo de Crosby, en Maine, donde se desarrolla la historia de los personajes deExplícamelo todo.
Y, por supuesto, es el hilo que llevó a los admiradores de Elizabeth Strout a llenar la librería y que empujó sus palabras emocionadas de agradecimiento. ¡Era una sensación tan agradable, compartir un rato con gente que hablaba de Lucy Burton como si realmente existiera y como si todos la conociéramos!
Escribir novelas me ha dado, y todavía me da, muchas satisfacciones y de todo tipo, pero puedo decir sin miedo a equivocarme que haber compartido conversación con Elizabeth Strout será uno de los momentos que se iluminarán cuando recuerde mi trayectoria profesional.
No puedo quitarme de la cabeza su naturalidad a la hora de confesar que no sabe muy bien cómo lo hace para crear personajes e inventarse historias. "Me vienen a ver –decía– y yo les escucho y les dejo ser". Sólo puedo decir: ¡que sea por muchos años, Elizabeth Strout!