Mazón y la depresión aislada a niveles altos

El presidente valenciano, Carlos Mazón, a la llegada a la junta directiva nacional en la calle Génova
21/05/2025
Periodista
1 min

LA DANA no se marchó de Valencia con el último torrente del 29 de octubre. La depresión sigue allí mismo, centrada sobre la Comunidad Valenciana, causando estragos sobre nuestra vida política y nuestra moral colectiva. Y esa depresión lleva, todavía, el nombre de Carlos Mazón. Mientras lo que era máximo responsable de la seguridad de los valencianos continúe en la presidencia, siete meses después de que murieran 228 personas, muchas de las cuales se habrían salvado con una gestión responsable de las previsiones del tiempo, la rabia y la vergüenza no se marcharán.

La presidencia de Mazón desmoraliza y ensucia, porque lleva a extremos inconcebibles lo de "y no pasa nada". Sin embargo, Mazón no es una depresión aislada a niveles altos, sino el resultado de todo tipo de altas y bajas presiones que alcanzan la política. Le dejaron presentarse a las elecciones porque pensaban que perdería, le dejaron pactar con la ultraderecha y sus toreros y ahora prefieren amortizarle a la presidencia que obligarle a marcharse, porque gracias a la presidencia de Mazón hay un político más infame, o más inútil, o más culpable que ellos, y eso es ideal. Que su continuidad sea una indignidad no importa.

Mientras, una nueva tanda de asociaciones de víctimas con las camisetas reglamentarias de su causa justa pasea su pena por los despachos. Escenas como éstas las hemos visto en otras ocasiones, pero la depresión que provoca ver al responsable aguantar por no perder derechos adquiridos, sin tener nada que ofrecer, no tiene precedentes.

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