Objectiu 2050:  descarbonitzar la economía
y ANDREU MAS-COLELL
15/08/2021
3 min

El nuevo informe de IPCC-ONU sobre la crisis climática refleja, como los anteriores, la mejor ciencia del momento incorporando adelantos en la capacidad de observación y de análisis. Es contundente, pero a la vez ponderado. Nos pretende alarmar pero evita el catastrofismo desmoralizador. El espíritu está bien recogido en la entrevista del ARA a Josep Canadell, uno de los responsable del informe, publicada el martes 10 de agosto.

Se confirma que la amenaza es de una magnitud descomunal y de efectos irreversibles, que todavía estamos a tiempo de gestionar la llegada a un nuevo equilibrio que evite las peores consecuencias, que todo depende de lograr un objetivo: cero emisiones de CO2 en 2050 -en términos limpios - y que llegar pide un salto cualitativo en la asunción de responsabilidades por parte de todos:

1. Cada uno de nosotros tendrá que expresar su convicción en el comportamiento de mercado -evitando los productos carbónicos- y en el político: nos hacen falta leyes que incentiven, que penalicen y también que prohíban.

2. Sería absurdo exigir la neutralidad carbónica por cada km2 del mundo. Pero sí que es razonable pedirla para territorios de una cierta dimensión. Creo que Europa, España, pero también Catalunya, se califican para serlo. Por lo tanto: necesitaremos acción colectiva para garantizar que en Catalunya inducimos cero emisiones en términos limpios en 2050. Es factible. La industria auxiliar del automóvil, por ejemplo, se tiene que reconvertir. En 30 años, si lo planeamos bien y desde ahora, se puede hacer.

3. En Europa hemos hecho un tumbo en actitud política. Las instancias decisorias más relevantes están sólidamente comprometidas. Hace unos años el futuro eran los automóviles híbridos. Ya no: vamos hacia los eléctricos directamente. Soy optimista. Hemos puesto el compromiso en el centro del Next Generation y sabemos, y creo que aceptaremos, que los productos carbónicos serán más caros y que quizás algún día se tendrán que prohibir. También podemos ver un aspecto positivo. La reconstrucción descarbonizadora de la economía es un estímulo económico que nos va bien. La actividad económica se retoma con fuerza después de la destrucción por una catástrofe natural o una guerra. Pues esto es lo que nos está pasando: muchos de los activos e infraestructuras que teníamos se han devaluado, es como si se hubieran destruido. Por cierto: las autoridades, europeas, españolas o catalanas, tendrían que evitar, en este proceso de reconversión que, territorialmente hablando, haya grandes ganadores y grandes perdedores.

4. Los EE.UU. son claves. El camino crítico hacia la descarbonización del mundo pasa por la consolidación del espíritu Biden. Ahora bien, el peligro político existe. El trumpismo sigue vivo y puede reaparecer en formas diversas.

5. Con un compromiso firme de la UE y los EE.UU. creo que conjuntamente podremos imponer las buenas prácticas al resto del mundo. Negociando e induciendo el compromiso formal de los diferentes países (la conferencia de Glasgow de noviembre próximo será clave). O cuando menos condicionando el acceso al mercado UE-EE.UU.. Por ejemplo, con tarifas aduaneras al contenido de carbono. La Comisión Europea ya propuso el 14 de julio pasado un carbon border adjustment mechanism.

6. El problema lo ha creado el mundo desarrollado pero lo tendrá que resolver todo el mundo, incluidos China, India y África. Es evidente que, moralmente y en la práctica, al mundo en vías de desarrollo no le podemos pedir que renuncie al progreso económico. Reconozcámoslo: cumplir es para ellos mucho más costoso que para nosotros. Los podemos condicionar desincentivando la importación de productos carbónicos pero lo más decente es ir más allá y ayudar en positivo. ¿Cómo? Les podemos enviar dinero, ciertamente, pero puede haber medidas más contundentes. Sugiero dos:

-El mundo desarrollado puede asumir, de hecho asumirá, el coste de la I+D necesaria para afrontar los retos tecnológicos relacionados con la energía. No tendríamos que retener la propiedad intelectual o aprovechar la ventaja que esto nos da.

-Tenemos que mantener muy abiertos nuestros mercados a la importación de productos limpios. Tiene un punto de ironía cruel decir que no importaremos productos con carbono y, al mismo tiempo, que los productos limpios nos los haremos en casa. El principio de la división internacional del trabajo sigue siendo válido (asegurar las cadenas logísticas es un problema de segundo orden comparado con lo que ahora nos ocupa). Tiene a favor tanto la eficiencia como la justicia distributiva. A mí no me molestaría si los recursos que ahora España dedica a importar energía sucia los dedicásemos a importar energía limpia de África.

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