Se impone un análisis post mortem del triste momento actual del asunto “ampliación de El Prat”. El punto al que hemos llegado es el resultado de un debate complicado en que se han visto cosas realmente curiosas, como una manifestación convocada en Madrid contra la ampliación del aeropuerto de Barcelona y aplaudida por la alcaldesa de Barcelona. Me pregunto si Ayuso irá bajo el lema “De Barajas al cielo ”. He puesto en el título un signo de interrogación porque no quiero dar este momento por definitivo. Quedan 18 días para negociar.
Repasemos cómo han actuado las diferentes partes.
Aena. Aunque semiprivatizada, la empresa no ha perdido la inercia de una empresa pública clásica. Su talante no es el de consultar o negociar. No lo hizo, y mira que era fácil de hacer, con el nombre. Ahora se ha encontrado que para transmitir su plan en la UE necesita, por disposición normativa, la firma de la Generalitat. Y ha procedido por el método que en la teoría de los juegos de estrategia se llama “un protocolo de ultimátum”. Funciona así: cuando hay que tomar una decisión que pide un acuerdo de dos partes, una de ellas -Aena- hace una propuesta que la otra parte -la Generalitat- tiene que aceptar o rechazar. Y no hay más. La idea es que si la propuesta beneficia la parte que tiene que consentir, esta lo aceptará, porque es lo más racional: la alternativa es peor. Ahora bien, es bien sabido y contrastado experimentalmente que muy a menudo, en la implementación de este protocolo, la propuesta, por más beneficiosa que sea, no se acepta porque entran los factores emocionales, las consideraciones de justicia o las complejidades asociadas con la acción colectiva. Y esto es lo que le ha pasado a Aena. Expreso una perplejidad: ¿se olvida Aena que no es una empresa pública pura? ¿Qué pasa con los accionistas minoritarios, que tienen el 49% del capital? ¿Negociar de esta forma, levantarse de la mesa 20 días antes del plazo ineludible, sirve los intereses de la minoría de la mejor manera posible? Cuando una empresa privada necesita una inversión, negocia, negocia y vuelve a negociar...
Generalitat. La propuesta, ya lo he argumentado varias veces, es beneficiosa para Catalunya y lo más sensato para la Generalitat sería aceptar que se envíe a la UE. Con los recursos necesarios, el tema de La Ricarda se puede gestionar con buenos resultados. Tenemos expertos competentes para asesorarnos y Europa nos vigilaría. Hay momentos en que el oportunismo de subir al tren que pasa es oportuno.
Comuns y CUP. Son los ganadores. Han luchado con pasión y eficacia por el fracaso de la iniciativa. En teoría lo han hecho en nombre de criterios europeos. Pero, paradójicamente, lo que han pretendido es impedir al precio que sea que la propuesta llegara a Europa, donde saben que habría flexibilidad y que saldría un buen plan. La Ricarda ha sido una excusa. La doctrina comuns-CUP plantea una objeción mucho más de fondo a la gestión económica de las consecuencias de la crisis climática. Es la doctrina del decrecimiento. Esta doctrina considera que si tenemos que descarbonizar permanentemente, nos tenemos que hacer a la idea de que tenemos que ser menos prósperos permanentemente. Mi opinión: si la perspectiva es la de ser permanentemente más pobres entonces tendremos carbón. No nos resistiremos a utilizar la fuente más barata de energía. Descarbonizar solo será viable si no comprometemos permanentemente ni el nivel de bienestar nuestro ni aquel al que aspira el resto de la humanidad. La buena noticia es que toda la evidencia del progreso científico y tecnológico nos indica que esto es posible. Tradicionalmente la izquierda ha creído en la ciencia. Su escepticismo actual es sorprendente.
Gobiernos. Los dos gobiernos han hecho un papel de estraza. Los dos profundamente divididos y los dos acusando al otro de estar dividido.
En el caso catalán: el seguidismo de ERC respecto a la CUP-comuns puede tener consecuencias políticas de largo alcance. ERC se aleja del centro, puede perder votos en las fronteras con Junts y con el PSC y ya veremos si gana alguno de los comuns y de la CUP. En el caso español: la consolidación de la mayoría de la investidura se aleja. ¿Cómo se podrán negociar los presupuestos del Estado con este panorama de fondo? El PP debe de estar velando las armas.
¿No sería mejor retomar la negociación? La Generalitat podría facilitar que la ampliación de El Prat llegara a Bruselas, y Aena y el gobierno central podrían modificar su protocolo y garantizar una operativa más consensuada. Perderían la CUP, los comuns y Podemos, pero ganarían la economía catalana, la gobernabilidad de Catalunya y de España, y, claro, los minoritarios de Aena. Y también podríamos hacer que el medio ambiente ganara.