El título del artículo tiene un doble sentido lo suficientemente obvio, porque esta vez un ayuntamiento gobernado por el PP y Vox (el de Toledo, histórica ciudad) ha cancelado una obra de teatro que se titula, precisamente, La infamia. El espectáculo es una adaptación del libro del mismo título de la periodista mexicana Lydia Cacho, en la que explica el secuestro y los abusos que sufrió a manos de las mafias de su país, con la connivencia de un gobierno corrompido hasta el tuétano. Cacho ha denunciado, en sus trabajos periodísticos, las redes de pederastia existentes en México, y de ahí la violencia contra ella, de la que La infamia da testigo. La versión teatral ha sido dirigida por José Martret, hace dos años que se representa en todo el estado español con gran éxito —como suele decirse, pero es cierto— de crítica y público. En la última edición de los premios Max las actrices Marina Salas y Marta Nieto recibieron el galardón a mejor actriz, y la obra fue finalista al premio a mejor espectáculo teatral. Tenía que representarse en el Teatro de Rojas el próximo día 25 de noviembre, que es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra las Mujeres. Pero no será así, porque el Ayuntamiento de la capital de Castilla-La Mancha ha decidido censurar —cancelar, les gusta más decir a ellos, que ponen el grito en el cielo cuando no se les permite exhibir simbología franquista, como le ha pasado a Mario Vaquerizo— la representación, con excusas de falta de presupuesto. Son malas excusas, porque el espectáculo es barato (9.000 euros) y porque era una partida ya cerrada y finalista, que no se puede desviar a “otras necesidades por cubrir”, como ha explicado vagamente la concejala Marisol Illescas, del PP. Como al llegar al Ayuntamiento el equipo de gobierno PP-Vox suprimió también el Área de Igualdad, la señora Illescas es concejala de Asuntos Sociales, Inclusión, Familia y Mayores (Mayors significa Viejos).
Es evidente que no se trata de presupuesto, sino de ir eliminando contenidos y referentes que, por su temática o planteamiento, resultan incómodos para la ideología ultraderechista. No importa si se trata de La infamia de Lydia Cacho, del Orlando de Virginia Woolf, del Camacuc, del Cavall Fort, o del nombre de Vicent Torrent en un auditorio. El pésame, por cierto, a amigos, queridos y admiradores de Manolo Miralles, fundador de Al Tall junto a Torrent y Miquel Gil, y que murió el pasado domingo.
Es importante no perder de vista la trascendencia de la aplicación de censura en la cultura y los medios de comunicación. Que los resultados de PP y Vox en las elecciones generales no fueran los que esperaban (los que todos esperábamos y muchos temíamos) no ha desactivado su programa, que pasa por la represión de las expresiones culturales que les resultan desagradables (ellos suelen llamarlas "politizadas"). Si no pueden hacerlo desde el gobierno de España, lo harán desde las comunidades autónomas y los ayuntamientos donde sí han formado gobierno. Se llevaron un varapalo el pasado día 23, pero siguen surfeando la ola reaccionaria. Y tienen cuerda para rato.