El rey envarado

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El rey Felipe VI a la apertura de la legislatura en el Congreso

Era difícil que Felipe de Borbón superara en Navidad el interés de lo que dijo con la cara el día que Pedro Sánchez prometió el cargo de presidente del gobierno. Aquella mañana quedaron bastante claras (sin que constituyera ninguna sorpresa) cuáles eran sus preferencias. Aquel ademán descortés con su primer ministro fue uno de los discursos más importantes de su reinado. Más en contra de esa investidura hecha a base de PNV, Bildu, Esquerra y Puigdemont no podía mostrarse. Más en contra de la amnistía que le había hecho posible no podía estar. Y, por supuesto, estaba preocupado por el hecho de que algunos manifestantes de Ferraz le hubieran desbordado por la derecha recortando la corona de la bandera.

ejercicio de sus propias competencias y contribuir mutuamente a su fortalecimiento ya su prestigio", sonaba vacío en cuanto al ejecutivo y, en cambio, se convertía en una nada disimulada defensa de los jueces ahora que, por primera vez, un presidente del gobierno español se ha puesto en boca la acusación de lawfare y sus actuaciones durante el Proceso serán objeto de comisión parlamentaria.

Mientras Juan Carlos I era capaz de maniobrar detrás del decorado (para bien y para mal), el envarado Felipe VI se limita a invocar la Constitución interpretada como mecanismo para el bipartidismo y el autonomismo bien entendidos, y redactada bajo vigilancia militar. Y ya no estamos en aquellos tiempos: el terrorismo de ETA ha terminado, Catalunya se sublevó en defensa de un referéndum de autodeterminación y se habla en catalán, gallego y vasco en el Congreso. Esa lectura se parece cada día menos a España. Quizá por eso las comunidades que más vieron el discurso del rey en Navidad fueron Murcia (75,6%), Castilla-La Mancha (74,9%) y Aragón (73,8%). Y las que menos fueron Cataluña (42,3%) y País Vasco (46,7%).

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