Se termina la última semana de agosto. Unos días para empezar a añorar el verano, preocuparse por las adaptaciones y conciliaciones escolares, y valorar cómo afrontar una potencial depresión postvacacional. Y, para sorpresa de muchos, volvemos con un gobierno constituido, y sin previsión de elecciones en el futuro –al menos, el más inmediato–. Un ejecutivo que se perfila como moderado y pragmático, y en el que Salvador Illa ha puesto a la seguridad ciudadana como la base de las políticas públicas. No es un terreno sencillo. La extrema-derecha aprovecha el incivismo y la seguridad para alimentar su discurso xenófobo. Isla, como respuesta, afirmaba en campaña que “la seguridad es un valor de izquierdas. Sin seguridad no funcionan los demás servicios públicos”. En su primer acto como presidente visitó la sede central del cuerpo de los Mossos d'Esquadra en Sabadell, y ese apoyo y reconocimiento al cuerpo se ha extendido también con el nombramiento del mayor Trapero como director general de los Mossos.
Teniendo en cuenta estos discursos, podríamos esperar un gobierno de fuerte cambio en las políticas. Pero bien Illa hará que inspirarse en casos tan cercanos como el Ayuntamiento de Barcelona –donde Collboni ha seguido políticas de referencia de Colau– para mantener la continuidad de algunos proyectos para garantizar una mejor calidad de vida a la ciudadanía . Entre ellos, la recientemente aprobada estrategia de lucha contra la pobreza infantil. En Cataluña, uno de cada tres niños vive en riesgo de pobreza o exclusión social. Un valor muy por encima del resto de Europa, y las ayudas públicas no están llegando. También es el caso del plan piloto para una renta básica universal, que el PSC llevaba en campaña eliminarlo por completo, pero el acuerdo con ERC por la investidura de Isla recuperó. La evaluación y la experimentación en políticas sociales debe formar parte de la hoja de ruta si la clave de este gobierno es la de la vocación de servicio público para mejorar y transformar la sociedad catalana.
En el contexto actual de Cataluña, con un elevado riesgo de pobreza y exclusión residencial, y en el que la capacidad adquisitiva de las familias no ha recuperado los niveles previos a la pandemia, el PSC opta, de entrada, por poner el foco en la seguridad, un tema dominado tradicionalmente por la derecha. Es un gesto arriesgado, pero puede permitirle actuar sobre una parte de las causas de la inseguridad, que están vinculadas a las desigualdades sociales. Entrar en un tema de derecha puede ser una buena justificación para profundizar en temas de izquierdas. Priorizar políticas que fortalezcan la respuesta del estado para luchar contra todo tipo de inseguridades –desde la falta de servicios públicos a algunos lugares y de ayudas suficientes a colectivos necesitados– puede entenderse mejor con un reforzamiento de la seguridad policial . Como el laborista Keir Starmer en Reino Unido, o lo que apunta la pragmática Kamala Harris durante la campaña presidencial americana, Salvador Illa no comienza prometiendo políticas muy de izquierdas, pero eso no es un impedimento, sino quizás un facilitador para que las puedan llevar a término.