Ucrania resiste

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Vladímir Putin

Reflexionaré, en tres horizontes temporales, sobre las líneas de acción que convienen a Europa ante el reto de la invasión de Ucrania y la admirable resistencia de su pueblo.

A corto plazo -semanas o pocos meses- solo puede haber un objetivo: parar el combate. Es decir, un alto el fuego. No nos tenemos que hacer ilusiones: Putin solo se avendrá si continuar la guerra le es bastante costoso, tanto en términos militares como económicos. Europa y EE.UU. se han autolimitado -como instrumentos de disuasión de Putin-, por un lado, a proveer armas a Ucrania para defenderse y, por otro, a imponer sanciones económicas. Creo que es una autorestricción prudente, pero la prudencia no se tendría que traducir en timidez en el uso de los dos instrumentos. En el ámbito militar no se tendría que imponer nada que ni de lejos recordara al pacto de no intervención de la guerra civil española. A Ucrania se la tiene que ayudar proveyéndola del material militar que necesita para parar la ofensiva de Putin. No hacerlo es invitarlos a la rendición, una indignidad en la que Europa no tendría que incurrir. En cuanto al ámbito económico, son muchas las voces europeas, y crecientemente también las alemanas, que nos están diciendo que Europa no puede continuar comprando petróleo y gas a Putin como si no pasara nada. Por estas compras le estamos proporcionando cada día, respectivamente, 450 y 400 millones de euros -estimaciones de Bruegel-, que utiliza para alimentar la guerra. Es moralmente insostenible y es hora de que Putin reciba un ultimátum: si no hay alto el fuego en una semana, dejarás de recibir pagos por el petróleo, y en dos, por el gas. Esta amenaza, claro, no puede ser vacía y es muy posible que Putin ponga a prueba la determinación europea. Europa se lo puede permitir. Y puede exigir la colaboración de EE.UU. En 1948-49, esta colaboración, concretada en un puente aéreo que duró once meses, salvó a Berlín de un bloqueo soviético. Algo equivalente se podría repetir. El golpe que recibiría Putin sería muy superior al que sufriría Europa. Además, si se llegara a este punto, el incentivo de Putin para aceptar un alto el fuego sería inmenso, puesto que el día que se aplicara se retomarían las compras. En definitiva, el ultimátum creíble sería una medida muy efectiva para acelerar lo más urgente: el alto el fuego.

Establecido un alto el fuego, un objetivo primordial a medio plazo -unos cuantos años- será liberarse, de forma progresiva, pero determinada, de la dependencia del petróleo y el gas rusos. Esto implicará acuerdos con otros continentes, pero, sobre todo, acelerar la transición hacia las energías renovables. Hago notar que anular la posibilidad de chantaje no es lo mismo que no comprar gas ruso. Así como tenemos desaladoras de agua marina que solo funcionan en situaciones límite, podríamos tener capacidad productora de energía que solo opera si, ya sea por demasiado caro, ya sea por inconveniencia política, no compramos gas ruso.

Por supuesto, con el cebo de las sanciones económicas ya establecidas y otros, también en este mediano plazo se impulsarán conversaciones de paz. Es improbable que con Putin puedan avanzar mucho y, por lo tanto, es previsible un periodo largo de un alto el fuego sobre el terreno que, en el mejor de los casos, será frío, es decir, sin incidencias militares. Es por esta razón que creo que tendríamos que evitar hacer promesas a Ucrania que no podremos cumplir. Ucrania no podrá quedar en el terreno indefinido de una neutralidad que solo será interpretable como un distanciamiento de Europa. Ucrania tiene que ser parte de Europa. Pero me parece que esto pedirá algún tipo de régimen especial, porque no veo que, en la situación actual, o simplemente con un alto el fuego, pueda convertirse en miembro de la UE. Quizá es falta de imaginación por mi parte, pero me cuesta contemplar la posibilidad de una Europa sin fronteras externas reconocidas por los vecinos y, todavía peor, con el ejército de un país vecino ocupando parte de su territorio. Llegará el día en el que Ucrania será miembro de pleno derecho de la UE, pero me temo que solo podrá ser en un contexto de paz con Rusia.

En el largo plazo -décadas-, la Europa democrática no puede renunciar a Rusia. Tenemos que aspirar a conseguir que el pueblo ruso quiera ser parte de Europa, compartiendo sus valores democráticos. En el gran juego multilateral de la geopolítica del futuro, las superpotencias con las que Europa se tendrá que entender son EE.UU. y China. En este gran juego, una Rusia democrática tiene que ser parte de Europa.

Finalmente: todo esto se torna cuestionable si este domingo Le Pen gana las elecciones francesas. He preferido no pensar en eso.

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