Vuelve la escuela estricta

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Criaturas jugando en una escuela de Barcelona la semana pasada.

Leemos en el ARA que en Inglaterra “vuelven” las escuelas superestrictas, con maestros que no toleran faltas de atención, castigos, filas, etcétera.

Entre la regla picando los dedos del alumno infractor y el “progresa adecuadamente” puede que haya un promedio. Hay familias que lloran cuando se les dice la expresión "trabajar por proyectos" y hay familias que lloran cuando el niño les dice: "Me he aburrido en clase". Hay obediencias, escarnios y uniformes que no se mantienen en la escuela porque tampoco se mantienen en la vida adulta. Pero es imposible que en la escuela no se memorice ni un poco (porque aunque sea para estudiar un idioma debe memorizarse) y es imposible no aburrirse a veces, porque hay cosas que son aburridas, e incluso todo lo que más nos guste (pongamos por el caso, la lengua o el deporte) tiene momentos de aburrimiento, de aprender normas y excepciones. La escuela no debe ser “aburrida”, por definición, de acuerdo. Pero tampoco debe ser "divertida" por definición.

La escuela ha cambiado para bien en muchas cosas. Pero algunos de los cambios los ha realizado a medias y sin recursos. Claro que deben hacerse planes individuales a los alumnos que lo necesitan. Pero ¿cuántos maestros más necesitan para hacerlos con eficacia para toda la clase? En una clase de treinta, con 12 planes individuales, todos, claro, diferentes, ¿cómo puede hacerlo un solo maestro? ¿Cómo ayudar -mejor que ahora- alumnos venidos de otras partes del mundo, no hablantes de catalán, castellano, a veces tampoco de inglés, todos con idiomas y edades diferentes?

En cuanto a la autocrítica. ¿Ha sido, de verdad, una buena idea, una idea que ha mejorado la enseñanza, el ordenador en el aula? Mi percepción es que no. Que le ha empeorado. Menos caligrafía, exámenes online, caras escondidas tras la pantalla, juegos y whatsapps clandestinos, a veces series. La única habilidad que ha fomentado el ordenador es la de "descaparlo".

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