LA NUEVA LEGISLATURA

Aragonès fracasa a la primera y JxCat aleja el acuerdo inmediato

ERC pide a sus socios que aparquen las “excusas” e invistan martes al candidato republicano

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Aleix Moldes / Núria Orriols
5 min
El candidato de Esquerra, Pere Aragonès, ayer durante el debate de investidura.

Barcelona“Los resultados del 14-F son claros”, repitió Pere Aragonès mientras respondía a los grupos parlamentarios en su debate de investidura. Tan claros que la única opción viable para formar Govern, una vez descontados los vetos cruzados, pasa por un acuerdo entre ERC, JxCat y la CUP. Este viernes, sin embargo, en el Auditorio del Parlament, el mismo donde el 10 de octubre de 2017 los diputados independentistas firmaron el compromiso con la DUI, se convirtió en un espacio más para airear públicamente sus divergencias. Hasta el punto que el presidente del grupo de JxCat, Albert Batet, pidió a Aragonès que ya no se someta a una segunda votación -ayer perdió la primera- martes: “Le pedimos formalmente que renuncie a la segunda votación hasta que no haya un acuerdo independentista”. “Sabe que no hay tiempo para llegar a un buen acuerdo por cómo están yendo las negociaciones”, añadió desmontando las referencias en positivo que había hecho antes su interlocutor.

El resultado de la votación

“Tenemos la obligación después de un mes y 14 días de ponernos de acuerdo. La situación de urgencia económica y social no admite demoras. El covid no espera. Tampoco la represión. Y necesitamos unas instituciones fuertes”, le había replicado el todavía vicepresident de la Generalitat, que descartó completamente retirar su candidatura a la investidura. Según él, no solo “no hay diferencias insalvables” sino que las que hay “son más pequeñas que las que ha habido en procedimientos de investidura anteriores”. Y es que ERC ha ido recordando de manera vehemente durante los últimos días que ellos han investido en el pasado a los candidatos de JxCat y del PDECat sin aspavientos. Ahora echan de menos que sus socios -continúan compartiendo gobierno en funciones mientras negocian- les paguen con la misma moneda. “Se nos hace incomprensible”, dijo al final de la jornada la portavoz republicana, Marta Vilalta. “Quien no quiere un acuerdo, busca excusas. Y quien lo quiere, como nosotros, busca soluciones”, destacó, y lamentó la actitud de JxCat, que ni siquiera aplaudió a Aragonès.

La petición de Junts resonó en los discursos de los portavoces que vinieron a continuación. Por ejemplo, en el de la líder de los comunes, Jéssica Albiach, que la consideró una “humillación”. “¿Hasta cuándo seguirán aguantándolo?”, preguntó al banco de ERC, y le instó a acabar la relación actual y abrirse a una nueva mayoría con PSC y En Comú Podem. Aragonès, en cambio, continúa apostando por la “vía amplia”, que, además de los tres partidos independentistas, incluya a los comunes, con los cuales, por principio de realismo, dejó de negociar hace semanas.

A las once menos cuarto de la mañana había empezado el discurso del candidato, cuarenta y cinco minutos más tarde de lo previsto debido a la discusión en la mesa sobre la delegación de voto del ex conseller exiliado Lluís Puig. Aragonès había pedido entonces acabar con las “desconfianzas” para no malograr “una oportunidad histórica”. La que ofrece, por ejemplo, el hecho que el independentismo haya superado el 50% de los votos. A pesar de que, tampoco en esto, JxCat y ERC coinciden en la manera de materializar el resultado.

Aragonès se había deshecho en elogios hacia Dolors Sabater y la CUP, la única formación con la que ERC ha conseguido firmar un acuerdo hasta ahora, pero había equilibrado las referencias a los comunes y a JxCat -una a cada uno- y los de Carles Puigdemont se habían sentido menospreciados, según explican fuentes de la formación al ARA. En un tuit, el secretario general de Junts, Jordi Sànchez, criticó el discurso afirmando que no había visto “interés” en contar con su partido.

“No queremos un pacto solo para una investidura. No queremos repetir errores del pasado”, resumió después Batet, molesto no solo por los equilibrios con los comunes, sino también porque ERC haya priorizado cerrar un acuerdo con la CUP: “Es un poco extraño pactar primero un programa de gobierno con quien tiene que ser socio parlamentario y no con el socio con quien se tiene que hacer gobierno”. Sea como fuere, y a pesar de que Aragonès fue insistiendo que ayer mismo todo se podía desbloquear e impulsar el gobierno “fuerte” que Catalunya necesita, la decisión de Junts estaba tomada desde jueves. Abstención, y aviso que en noventa y seis horas no hay margen para cambiarlo.

Objetivos del Govern

Las negociaciones seguirán durante los próximos días -JxCat niega que quiera forzar nuevas elecciones- y Aragonès tendrá que seguir soportando el peso de la historia antes de convertirse en el 132 president de la Generalitat, el primero con carné de ERC desde Josep Tarradellas -a lo largo del día fue citando antiguos líderes del partido y también actuales, como Oriol Junqueras y Marta Rovira, pero también a Pasqual Maragall-. Viernes, el candidato tuvo tiempo de exponer las grandes líneas de la “Generalitat republicana” que quiere construir. Tres objetivos principales guían esta propuesta: “afrontar las urgencias y desigualdades” del país desde una visión de izquierdas, con un plan de choque de 700 millones de euros; la recuperación económica con “un nuevo modelo productivo que mida su fortaleza en términos de prosperidad y bienestar para todo el mundo”, y “encaminar la resolución del conflicto político haciendo inevitable la amnistía y la autodeterminación”.

En el pacto con la CUP, ERC ha acordado un mecanismo de control para evaluar dentro de dos años los frutos de la mesa de diálogo con el gobierno español. Será entonces cuando Aragonès se someterá a una cuestión de confianza en el Parlament. Ayer anunció, sin concreciones, que convocará un “acuerdo nacional por la amnistía y la autodeterminación”, una nueva estructura que agrupe partidos, instituciones y entidades. El tiempo dirá si se trata de una versión 3.0 del Pacte Nacional pel Dret a Decidir o el nuevo órgano de coordinación que JxCat y ERC son incapaces de consensuar: los primeros insisten en el Consell per la República y los segundos solo lo aceptan si antes se “reformula”.

“No les puedo garantizar que saldrá bien. Lo que tengo claro es que la alternativa nos lleva a continuar bloqueados en una etapa de represión e impotencia”, añadió. No habló de unilateralidad ni tampoco puso fecha de caducidad al diálogo: “Entiendo el escepticismo de algunos porque conocemos el Estado y la única certeza que tenemos es que será una negociación dificilíssima. Seguramente la más difícil que ha hecho nunca la Generalitat”. Recuperar la “unidad estratégica” del 1-O será clave, según él, para obtener resultados.

42 votos a favor, 32 abstenciones y 61 votos en contra, entre los que están los de un Salvador Illa (PSC) que todavía reivindicaba encabezar la Generalitat, obligan a Aragonès a seguir intentándolo. Ya tiene el sí de los cupaires, que este viernes remarcaron que esta legislatura tiene que ser de “conflicto y enfrentamiento”. “Catalunya sigue seis años después en manos de la CUP”, lamentó ayer Alejandro Fernández (PP). Es cierto, pero ahora no son los anticapitalistas los que mantienen la incertidumbre.

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