Los dos bloques se mantienen estables a pesar del tsunami del Procés

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Un castillo en la Fiesta de 2013

BarcelonaSe ha convertido en un tópico afirmar que el Procés ha supuesto un tsunami en el mapa político catalán. Y diez años después es verdad que hay algunas diferencias sustanciales, pero también algunas corrientes de fondo que se mantienen inalterables. Si cogemos como referencia el 1984, el año de la primera mayoría absoluta de Jordi Pujol en que se establece una diferencia clara entre partidos nacionalistas (CiU y ERC) y el resto, veremos cómo la suma de los dos bloques se ha mantenido relativamente estable. Así, si en 1984 la suma de CiU y ERC llegaba al 51,21% de los votos, en 2021, la suma de todos los partidos independentistas reúne el 51,12%. Una cifra idéntica 37 años después.

A lo largo de estas cuatro décadas ha habido, sin embargo, algunas oscilaciones. El máximo de voto nacionalista/independentista se da en 1992, con un 54,15%, coincidiendo con la irrupción de la ERC de Àngel Colom. En cambio, los mínimos registros coinciden con el efecto Pasqual Maragall de 1999, un 46,81%, y con las elecciones del segundo tripartito, en 2006, con un 46,5%.

El crecimiento del independentismo, pues, se basa más en un viraje del electorado nacionalista de CiU hacia la idea del estado propio que no en un trasvase entre los dos bloques, que parecen solidificados. Es más, en los momentos álgidos del Procés (elecciones de 2015 y 2017) la movilización del unionismo impidió al independentismo superar la barrera del 50%. No lo hará hasta las pasadas elecciones del 14 de febrero de 2021, pero con una participación muy baja (48,17%) debido a la pandemia.

Suma del voto nacionalista/independentista

¿Cuál ha sido, entonces, el efecto del Procés en el mapa político? Pues además de la mutación del nacionalismo en independentismo, lo que ha pasado es que el bipartidismo clásico CiU-PSC, que duró entre 1980 y 2010, se ha convertido en un tripartidismo ERC-Junts-PSC (que en 2017 fue, de manera excepcional, ERC-Junts-Cs). Si antes la sociovergència sumaba alrededor de 100 escaños, en el 14-F el nuevo tripartidismo llegó a los 98.

Por lo tanto, la gran novedad de este periodo es la irrupción de ERC como nuevo partido grande, a costa de una porción del espacio que antes ocupaban CiU y PSC, y la consolidación de un espacio independentista anticapitalista alrededor de la CUP. El resto es bastante igual. Los 8 escaños de los comuns son los 9 de ICV de 2003. Y los 20 de Vox, Cs y PP son los 19 del PP en solitario en 2012.

ERC, en el centro del tablero

La gran sorpresa es que en este tripartidismo quien ocupa el espacio central del tablero y tiene una representación más homogénea en todo el territorio es ERC. En cambio, el PSC ha reducido su medida y se ha convertido en un partido básicamente metropolitano, y Junts concentra su apoyo en las comarcas gerundenses y centrales.

En definitiva, la revolución del Procés ha alterado el mapa haciendo aparecer más partidos, cambiando de piel algunos otros y rompiendo el bipartidismo, pero persisten unas corrientes de fondo que parecen inamovibles. La correlación entre independentistas y unionistas, y el peso de los confederales (comuns) y de la derecha españolista se mantienen estables después del tsunami. 

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