De Borràs a Colau y el intento fallido de Romeva: ¿quién preside las fundaciones de los partidos?
El paso de estos tres dirigentes muestra a unos patrones que ya evidenció José María Aznar
BarcelonaAda Colau, Laura Borràs y Raül Romeva han apostado en los últimos meses por dar el paso a las fundaciones de sus partidos, después de haber ocupado responsabilidades políticas en la primera línea. Un camino que antes de que ellos habían seguido a otros políticos para salir de las instituciones, aunque ninguno de los tres descarta volver en algún momento. Borràs y Romeva, de hecho, se han topado con el Código Civil, por lo que el gobierno de Salvador Illa encargó un informe jurídico que concluye que los inhabilitados por sentencia judicial no pueden presidir fundaciones de partidos. Romeva ya ha renunciado a ello.
Los movimientos recientes tienen un precedente sonado: el paso de José María Aznar de presidir el gobierno español y el PP en liderar la fundación FAES, de la órbita de la formación y que pretende influir con la batalla de ideas . La nueva hornada la inició Romeva cuando fue nombrado presidente de la Fundación Irla en enero, después del peso acumulado en ERC y de haber sido el cabeza de lista de Junts pel Sí en el 2015 –y consejero de Exteriores durante el 1-O–. Borràs, que viene de presidir Junts y de haber sido la presidenciable del partido en el 2021, aún debe ser designada por los patronos de la Fundació Demòcrates de Catalunya, pero el anuncio se produjo antes del congreso juntario de octubre y ya se ha puesto sobre la mesa un cambio de estatutos para adaptarlos al partido. Mientras, Colau, después de ocho años de alcaldesa y del último fracaso en las elecciones del 28-M –en las que quedó tercera–, dio el paso para liderar Sentido Común a mediados de noviembre.
En conversación con el ARA, el profesor de ciencias políticas de la UPF Marc Sanjaume explica que ve "un patrón" en el paso a las fundaciones de políticos que han sido profesionales durante muchos años. entiende en el seno de la profesionalización de la política", en la que "se busca una salida y una utilidad a personas que han tenido reconocimiento en un partido".
Una idea latente es que la vida política "implica renuncia", según Miguel Ángel Belmonte, profesor de ciencia política de la Universidad Abat Oliba. vía "razonable" es "dar servicio a su experiencia en el debate de las ideas fuera de la política activa". Esto es porque hay una nueva tendencia: "Antes era más habitual terminar". en consejos de administración, pero ahora se exploran alternativas y las fundaciones son una", asegura el politólogo Pau Torres, investigador de la UPF.
Las puertas giratorias están reguladas en el Estado por la ley de incompatibilidades del 2006, y la ley de transparencia de hace dos años también incidía en ella. Esta norma prohíbe que un político pueda aterrizar inmediatamente en el consejo de administración de una empresa del mismo sector que había regulado previamente para evitar intercambios de favores. En todo caso, existen numerosos fichajes polémicos –el propio Aznar pasó por Endesa, y su predecesor, Felipe González, por Gas Natural– , como el del expresidente José Montilla –consejero en Enagás–, o la trayectoria de Josep Antoni Duran Lleida, que estuvo en consejos de administración como el de Aena –ahora está en la filial brasileña y presidiendo la patronal de los supermercados–. Otros se han metido en el campo del lobi, como el socialista Pepe Blanco y el popular Alfonso Alonso, ambos en la consultora Acento. ~ ¿De los consejos de administración a fundaciones?
Belmonte insiste en que, si bien no era habitual pasar a las fundaciones, y sí al sector privado, existe un elemento que conecta con la "vocación política" de algunos dirigentes y su voluntad de "seguir influyendo en los asuntos públicos": "Si no tienen suficiente fuerza para liderar es coherente que quieran influir con libros e ideas". De todas formas, si bien puede ser una salida para seguir teniendo cierto peso, también avisa de que en algún caso es "cómo ser enviado al Senado para no molestar y estar entretenido". En cambio, Sanjaume hace una distinción entre lo que puede ser "un espacio de retirada política en el caso de dirigentes que han ocupado un cargo cuando no se puede ir más allá y se jubilan, como Aznar", y las "puertas giratorias" de otros casos que dice que "pueden no ser el destino final".
De hecho, remarca que en muchos casos es importante que el paso a las fundaciones sea de una persona "respetada por la militancia, con cierto liderazgo y posición preeminente, y que su opinión sea escuchada". Un factor positivo que constata Torres es que el capital político de estas personas que quieren seguir vinculadas a la política "es exprimido por parte de la fundación y no de una empresa". Además, conecta el peso cada vez mayor que tienen las fundaciones en el sistema de partidos con la "americanización" de la política. Progresivamente, explica, son think tanks con peso académico, informes y estudios, y que tienen relevancia en "la guerra cultural", cuyo objetivo es "diseminar ideas concretas" utilizando todos los medios. Sanjaume apunta a que las fundaciones, en el Estado, están impregnadas de la tradición intelectual alemana, con fuerte peso de académicos afines, y ahora también con personas que han tenido prédica.