Casado y Ayuso se enfangan en una guerra fratricida por el PP de Madrid

La dirección estatal se planta ante las presiones de la presidenta madrileña para adelantar el congreso

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Isabel Díaz Ayuso

MadridGuerra fratricida abierta, ahora ya sí, entre Isabel Díaz Ayuso y la dirección estatal del PP. La presión que hace semanas que ejerce la presidenta madrileña para que la cúpula popular convoque ya el congreso donde quiere presentar su candidatura para liderar el PP de Madrid ha acabado tensando tanto la cuerda que la cúpula popular se ha plantado. Pablo Casado no adelantará el congreso de los populares madrileños, previsto para finales del semestre del año próximo, y si Ayuso se quiere presentar tendrá que ganarse el apoyo de la militancia, porque la dirección estatal no moverá un dedo, de momento, para explicitarle su apoyo. De hecho, a estas alturas nadie descarta que se pueda ir a un congreso con dos candidaturas: la de la presidenta madrileña y la del alcalde de la capital española, José Luis Martínez-Almeida.

Llegar a este extremo supondría volver a abrir el partido en canal y repetir los mismos errores del pasado: el pulso que la ex presidenta madrileña Esperanza Aguirre lanzó al ex líder popular Mariano Rajoy para liderar el partido en Madrid, arrinconando al ex alcalde madrileño Alberto Ruiz-Gallardón. Precisamente, Aguirre ha sido la principal valedora de Ayuso estas últimas semanas, en que ha explicitado su apoyo y ha cargado contra la dirección del PP por no adelantar el congreso autonómico. "Creo que ir a las urnas siempre nos hace libres, es lo que me ha pasado en las últimas dos ocasiones al frente de la Comunidad de Madrid y por eso me gustaría sacar adelante este proceso", se ha arreciado Ayuso este miércoles en rueda de prensa. La presidenta madrileña no ha cambiado de estrategia a pesar de admitir que el conflicto que vive con la dirección es "complicado".

De hecho, fuentes de la dirección popular admiten que el caso ya ha deteriorado la relación entre ella y Casado –amigos desde hace años–, a pesar de que Ayuso ha dicho que su interlocución con el líder del partido es "buena". Fuentes de la cúpula estatal admiten que la actitud de la presidenta madrileña ha generado malestar, pero también avisan que la vía que ha escogido la acabará desgastando. Insisten, en este sentido, que la solución era una candidatura conjunta de Ayuso y Almeida. El alcalde madrileño no ha confirmado ni desmentido que quiere presentarse para liderar el partido en Madrid y, de hecho, la relación entre los dos dirigentes no se habría deteriorado a pesar de defender vías diferentes. Según El Mundo, la semana pasada los dos dirigentes comieron juntos y el alcalde madrileño le hizo saber a Ayuso que él continuaba apostando por una tercera vía, es decir, que no sea ninguno de los dos quien lidere el partido como pasa ahora, que es el ex senador Pío García Escudero quien dirige el partido en Madrid de forma interina tras la dimisión de Cristina Cifuentes.

Los precedentes de Aragón y Cantabria

La dirección hace semanas que ha puesto a la carrera a Almeida para frenar las intenciones de Ayuso y, según varios medios, miembros de la dirección estatal le dan alas para que presente su candidatura en solitario. En el PP, históricamente, quien preside una comunidad autónoma o se presenta a las elecciones autonómicas es quien lidera el partido. Ahora bien, el hecho que en algunos territorios como Aragón o Cantabria puedan llegar a liderar el partido el alcalde de Zaragoza, Jorge Azcón, y la alcaldesa de Santander, Gema Igual, podría abrir un precedente que avale la candidatura de Almeida, a pesar de que desde la dirección reconocen que son realidades diferentes. Sea como fuere, quedan todavía meses para que se celebre el congreso –la dirección no prevé avanzarlo a pesar de que la semana pasada lo pidieran una parte de los miembros de la ejecutiva del partido en Madrid– y, si los entornos de Casado, liderado por el secretario general Teodoro García Egea, y el de Ayuso, personalizado en su jefe de gabinete, Miguel Ángel Rodríguez, continúan con su guerra fría, el hilo entre las sedes de la calle Génova y la plaza del Sol se puede acabar rompiendo.

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