Avelino, abuelo de Carlos Carrizosa: el guardia urbano que quería transmitir las cosas bonitas de la vida
El abuelo del candidato de Ciudadanos fue prisionero de Franco durante la guerra, un episodio que le marcó para siempre
BarcelonaCarlos Carrizosa sabe a la perfección que el recuerdo que él tiene de su abuelo materno, Avelino Torres, es muy distinto al que tienen otros miembros de su familia. "Daba un poco de miedo. Les veías hablar con otras personas y era muy serio, pero con los nietos siempre fue muy bonito. Cambiaba por completo", explica. Con el tiempo Carrizosa ha entendido qué se escondía detrás de aquel comportamiento: "Con los niños es cuando se abría más. Quería transmitir las cosas bonitas que conocía de la vida porque la vida le había castigado mucho. La parte dulce sólo le enseñaba con los nietos", razona. Avelino había sufrido mucho durante la Guerra Civil.
La guerra rompió los sueños en su generación, que tuvo que aprender a salir adelante como fuera. "El abuelo no tenía dientes. Las había perdido por culpa de la desnutrición en un campo de concentración para presos republicanos, así que llevaba dentadura postiza. Le capturaron nada más empezar la guerra y pasó toda la guerra como prisionero de Franco. En la posguerra faltaba de todo y vino a Barcelona, donde se hizo guardia urbano. rumiaba", dice. Sonrisas, pocos. "El abuelo vivía muy cerca de la plaza de Espanya. Nos llevaba a pasear por Montjuïc, que entonces tenía zonas con mucha vegetación. Eran verdaderas excursiones, como las que hacíamos cuando pasábamos los veranos en Sant Feliu de Codines. Nos hablaba de los árboles, de las flores...", recuerda el candidato de Ciutadans. Rodeado de los niños, el abuelo conectaba con su propia infancia al pueblo, antes de que llegaran las nubes negras de la guerra.
Avelino murió en 1974, cuando Carrizosa tenía 10 años. El otro abuelo, Carrizosa, había muerto durante la guerra por culpa de una enfermedad. De nuevo la guerra, que también recordaban con dolor a las dos abuelas: "Una era extremeña de Badajoz y sabía de la matanza que los franquistas hicieron en la plaza de toros. Pero también recordaban asustadas cómo los republicanos habían ejecutado a personas en Barcelona sólo por tener una estampita religiosa". La guerra les marcó a fuego. Por eso gente como Avelino sonreían poco. Él sólo lo hacía con los nietos. "Le cambiaba la cara, sonreía y me... chiquillo! Y después me contaba cosas preciosas", rememora emocionado su nieto.
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