El futuro incierto del Gobierno valenciano
La división generada a raíz de la dimisión de Mónica Oltra ha debilitado a un ejecutivo que necesita recuperar el impulso si pretende aspirar a un tercer mandato
ValenciaHace tres años, en concreto, durante las negociaciones para reeditar el Gobierno valenciano entre PSPV, Compromís y Unidas Podemos. Esta fue la última vez que Ximo Puig y Mónica Oltra conversaron sobre la investigación que pretende determinar si la conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas dificultó la aclaración del abuso a una menor tutelada por parte del exmarido de Oltra, Luis Eduardo Ramírez. Este dato, revelado por el ya ex número dos del Consejo durante el anuncio de su dimisión, ejemplifica la distancia que separa las formaciones que conforman el ejecutivo valenciano y que el adiós de Oltra no ha hecho sino hacer crecer, generando serias dudas sobre la viabilidad del bautizado como Gobierno del Botánico.
Más debilitado que nunca, el mejor pegamento del tripartito parece ser la necesidad de ganar tiempo. Primero, para que cicatricen las heridas. Segundo, para trasladar un mensaje de estabilidad –concluyendo la legislatura– y de eficacia –cumpliendo al máximo posible su programa de gobierno–. Y tercero, por el anhelo de mejorar las expectativas electorales –que dibujan un empate técnico entre el bloque progresista y el conservador–. También puede empujar en esta dirección el deseo de recomponer las alianzas, dado que ningún partido obtendrá los apoyos necesarios para gobernar en solitario.
Uno de los que más claro parece tener la hoja de ruta es el PSPV, que confía en vender los éxitos del Gobierno valenciano para generar entornos estables capaces de atraer inversiones como las de la futura planta de baterías de Volkswagen en Sagunt o la apuesta de Ford por producir sus nuevos modelos eléctricos en la factoría de Almussafes. También reivindicará la recuperación de antiguas infraestructuras como la Ciudad de la Luz de Alicante –que reabrirá pronto después de años paralizada– o el Ágora de la Ciudad de las Artes y las Ciencias –que acoge desde el martes el Caixafòrum de Valencia.
En Compromís el plan de viaje tiene dos direcciones. De puertas para fuera, reivindicar las políticas de carácter más social del Consejo y responsabilizar a los socialistas de limitar algunas iniciativas como el futuro requisito lingüístico para los trabajadores de la administración. También recriminar al PSPV su apoyo a grandes proyectos como el de la ampliación del puerto de Valencia. En clave interna, tendrán que abordar el relevo electoral de Oltra dado que su hipotético regreso parece improbable antes de las próximas elecciones, previstas para abril de 2023. El mejor colocado es el portavoz en el Congreso, Joan Baldoví, por ser el político más conocido de la coalición después de la exvicepresidenta. En segundo lugar, está el exconseller de Educación Vicent Marzà, que disfruta de menos visibilidad y apoyos internos que su compañero. La tercera opción sería la sustituta de Oltra en el ejecutivo autonómico, Aitana Mas, que lo tiene difícil por su poca notoriedad y porque Més, el partido mayoritario de Compromís –del cual forman parte Baldoví y Marzà– aspira a volver a encabezar la candidatura, circunstancia que no se produce desde 2011.
También tiene deberes pendientes Unidas Podemos, que tiene que escoger quién será su cabeza de cartel, si la actual coordinadora autonómica, Pilar Lima, o el vicepresidente del Consejo, Héctor Illueca. Una tarea a la cual se suma la necesidad urgente de ganar visibilidad para garantizar que supera el listón electoral del 5%. En resumen, mucho trabajo por hacer y solo diez meses de tiempo para el Gobierno del Botánico si aspira a renovar la confianza de los valencianos y disponer de un tercer mandato.