Aniversario 1-O

La generación de los referéndums

Nacieron en 1998, votaron por primera vez el 9-N y poco después ya lo hacían en el 1-O

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CESC MAIDEU
3 min
Pau Fernández con la bandera republicana

Pocos estarían ilusionados por ir un domingo al instituto, pero ese 9 de noviembre de 2014 Beta Forn, nacida en 1998, estaba entusiasmada. Tenía 16 años y era su primera cita con las urnas. Salió de casa con su padre, Quim Forn, y se dirigió a un instituto que no había pisado nunca antes. En la escuela de Beta, en cambio, estaba Olga Folch, que se sentía como en casa. Beta y Olga iban juntas al instituto. Ahora no mantienen relación. Las dos votaron ese día por primera vez en centros diferentes. Beta lo recuerda con “emoción”. Olga no le “dio importancia”.

Esa mañana, Laia Sueiro estaba supervisando la votación en su pueblo, Sant Quintí de Mediona. Está afiliada a las JERC desde 2013, cuando tenía 15 años: “Era independentista, pero a esa edad cuesta tener nociones políticas”. Ninguna de las tres debutó ante una urna votando a un partido, sino si Catalunya tenía que ser independiente. Y, más que un voto definitivo, aquello era el inicio de todo. De un Procés que avanzaría de forma paralela a sus vidas: a medida que una parte relevante de los catalanes repetía de forma más masiva que quería autodeterminarse, la generación de 1998 decidía su futuro. Beta lo enfocaría hacia la enfermería, Olga hacia el periodismo y Laia hacia las relaciones internacionales. Dos años después del 9-N, empiezan la universidad. Entonces, Andreu Castellà dejaba Esponellà, un pueblo de 400 habitantes, y llegaba a Barcelona. Se sentaría en clase con Olga y descubriría fuera del aula el in crescendo de la calle a pocos meses del 1-O. En alguna de estas protestas se oyó la voz de Júlia Serrasolsas, también del 98. Encima de un escenario en una manifestación, aquella fue la semilla de Ginestà, el grupo que Júlia y su hermano Pau crearon unos meses después. Reúnen a 81.000 oyentes mensuales en Spotify y fueron la banda sonora de la toma de posesión de Pere Aragonès.

Beta Forn, votando el 1-O

Segundo domingo en el instituto

Pocos días después de empezar el segundo año de universidad, la mayoría de ellos estaban a las puertas de la sede de Economía el 20 de septiembre y ante una urna el 1-O. Olga estaba en la escuela Jaume Balmes de Barcelona: “A las 8.30 h vino la policía y se abrió paso a golpes”. A Esponellà llegó la Guardia Civil: “Había más policías que habitantes”, rememora Andreu. Pau Fernández, también del 98, votó y no el 9-N. No tenía claro si por el 1-O iría a votar. Viendo los vídeos de la situación vivida, entre muchos otros, por Olga y Andreu, se dirigió a la escuela y votó .

Cuando Beta se despertó ya se habían viralizado los vídeos que habían hecho cambiar de opinión a Pau. “Mi padre estaba muy nervioso. Solo decía: «Es muy fuerte»”, recuerda. Finalmente, todos pudieron votar, con un final “poético” incluido: Olga, después de que la policía se llevara las urnas, votó en la escuela de toda la vida, como el 9-N. El final de octubre no fue tan poético. “Se tenía que declarar”, dice Andreu. No se aplicó la independencia, sino el 155. “No quería a mi padre en la prisión, pero tenía que hacerlo”, afirma Beta.

Laia Sueiro, votando el 1-O

La sentencia del Supremo despertó un movimiento que se había adormilado. Olga estaba de Erasmus en Alemania, Júlia acababa de sacar disco, Laia era concejala de su pueblo y Pau, Beta y Andreu encaraban el último año de carrera. El día después de la sentencia, Ginestà publicó Roig : “Cuatro barras de rojo, y el octubre ese de atrás, hay un presente para hacer crecer, la patria que llevo en el corazón”. Olga acudía a la clase Ethnic politics and violent conflicts. Tocaban presentaciones y dos chicas alemanas pusieron de ejemplo de conflicto violento los disturbios en Catalunya. En aquellos disturbios se había podido ver a Arnau Isart, también del 98. “Es una mezcla de miedo y orgullo”, describe. “Ocupar el aeropuerto fue positivo”, dice Laia. “Nada me pareció mal”, añade Beta.

Sea como sea, su conciencia política ha crecido en pleno Procés. “Estamos muy politizados”, apunta Olga. También han vivido cómo la defensa de la democracia está a la orden del día. “No nos quitarán nunca la libertad”, dice Júlia.

Ahora, todo rueda sobre el diálogo. Los hay que mantienen esperanzas, como Laia, que afirma que “a medio plazo se podrá volver a votar de forma pactada”. “Tienen que pasar demasiadas cosas”, añade Andreu. “No creo que llegue un referéndum a medio plazo”, concluye Pau.

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