Análisis

Un Govern pensado para durar y centrarse en la gestión

Sànchez necesita tiempo para construir un nuevo Junts

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El secretario general de Juntos, Jordi Sànchez, y el coordinador nacional de ERC, Pere Aragonès, lunes.

BarcelonaDel tándem Aragonès-Artadi hemos pasado a un dúo Aragonès-Puigneró para conducir el nuevo Govern. La primera conclusión, bastante obvia, es que Jordi Puigneró no tiene, al menos por ahora, el peso político que le habría otorgado Elsa Artadi al cargo. Por lo tanto, de alguna manera se confirma la apuesta por los perfiles más técnicos y de gestión, en detrimento de los más políticos. Puigneró se puede entender bien con Aragonès en este sentido, dando por sentado que las crisis, que inevitablemente llegarán, se tendrán que resolver entre el nuevo president y el secretario general de Junts, Jordi Sànchez, que es el responsable casi único de la elección de los nombres que correspondían a su partido.

Este es un Govern, pues, pensado para durar y para centrarse en la gestión. Y esto es así porque Sànchez necesita este tiempo para culminar el tránsito de movimiento a partido que está pilotando en Junts, y porque ERC quiere demostrar que su vía, la de la acumulación de fuerzas y la apuesta por el diálogo, es la buena. Este es un primer mensaje que tiene como objetivo tanto desactivar la previsible oposición que vendrá del independentismo más irredento (el eje Borràs-Torra) como desde el unionismo que sueña con otro Govern inestable (del PSC a la derecha).

Una de las claves que explica el acuerdo de gobierno es que tanto Oriol Junqueras como Carles Puigdemont han dado su particular paso al lado y han delegado en Aragonès y Sànchez. Entre Junqueras y Puigdemont hay un abismo emocional que tres años de trabajo de coaching de las entidades, especialmente Òmnium, no han conseguido superar. Tanto Aragonès como Sànchez (y Puigneró) llevan mochilas mucho más pequeñas, y aquí de lo que se trata, como subraya siempre el secretario general de Junts, es de “rehacer confianzas”.

Otro elemento a destacar es que Junts ha decidido librar la batalla para recuperar la bandera que tradicionalmente había sido seña de identidad de CiU: la buena gestión y la relación privilegiada con el mundo económico. Esta es una de las claves del fichaje de Jaume Giró, el verdadero golpe de efecto (y de autoridad) de la formación de Govern. Sànchez está decidido a construir un partido serio y de gobierno, una Convergència del siglo XXI, ideológicamente elástica e irreductiblemente independentista, pero sin los tics y las rémoras del pujolismo.

Puigdemontistas y 'convergents'

Esta tarea, de una enorme complejidad, la está emprendiendo Sànchez en solitario y contra los elementos, como una especie de Quijote. Con el nuevo Govern se ha alejado tanto del núcleo duro del puigdemontismo de los últimos años (Artadi, Rius, Batet), como del núcleo convergent que todavía quedaba (Budó y Calvet como representantes de Jordi Turull y Josep Rull). Del éxito de esta transición hacia un nuevo Junts dependerá también el éxito del nuevo ejecutivo.

Pero no se puede olvidar que, en todo Govern, el elemento que marca la diferencia es el president. Aragonès tendrá que liderar un proceso de diálogo con el Estado de resultado incierto y que es una espada de Damocles para el ecuador del mandato. De su capacidad para convencer a Pedro Sánchez de que se tiene que mover para llenar la negociación de contenido dependerá también no solo la estabilidad de su Govern, sino su futuro político. Los dos se necesitan. Y esto siempre es una ventaja cuando se trata del presidente español.

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