Crónica

El laboratorio es Puigdemont

El expresidente y Comín reconocen la labor de Boye tras aprobar la amnistía

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El candidato de Junts el 9-J, Toni Comín, el expresidente Carles Puigdemont y el abogado Gonzalo Boye

BarcelonaCorría abril del 2018 y Carles Puigdemont se sentaba en Berlín en una cafetería de un hotel con Gonzalo Boye e Isabel Elbal. La pareja de abogados le esboza los siguientes pasos a seguir –ya le habían detenido un mes antes en Alemania– cuando el expresident levanta la vista y pregunta:

–¿Y esto funcionará?

–No lo sé, esto es la pizarra. Ahora deben mezclarse los productos y procurar que no explote el laboratorio.

–¿Y el laboratorio soy yo?

–Sí.

–De acuerdo.

"Cualquier otro habría salido corriendo", admitió este viernes Gonzalo Boye desde Bruselas, en un acto en el que Junts ha querido reivindicar la combinación de la estrategia judicial y política en el exilio como motor del amnistía. "Sin exiliados, no habría", ha resumido el abogado con Puigdemont y Comín al lado. "Gonzalo, contigo empezó todo", le contestó el exconseller, mostrándose convencido de que el ingrediente necesario del exilio era un letrado "con visión política" que, recordó, le presentó su amigo y cabeza de lista de Sumar en Catalunya, Jaume Asens.

A través de los documentos jurídicos de Gonzalo Boye –bautizados como Domino 1, 2, 3...– los exiliados no sólo encontraron un rumbo jurídico sino también una estrategia política a seguir después del 1- O: el letrado ha sido el encargado de llevar a la práctica la estrategia de "confrontación" de Puigdemont en los tribunales, lo que ha contribuido a agrandar el perfil más irredente del expresidente Y, cuando esta estrategia pasaba por un mal momento –con la sentencia contraria de Luxemburgo a la inmunidad en julio del pasado año–, fue el propio Boye quien puso sobre la mesa la amnistía como un escenario tras las elecciones españolas. En palabras de Comín, el abogado no sólo ha hecho de "pica-pleitos" ante los jueces, sino que ha sido el "legislador" de la ley que se aprobó el jueves en el Congreso de los Diputados.

A medio camino

Juntos ha escogido como escenario de este acto un sitio simbólico, el Press Club de Bruselas. El mismo sitio donde hace seis años y siete meses justos Puigdemont llegó a Bélgica para iniciar la batalla contra la extradición. Era 31 de octubre de 2017, acababa de proclamar la independencia y comparecía ante una gran expectación mediática. En ese momento acababa de conocer Boye, mantuvo una primera conversación en persona en un hotel de Bruselas: "Ustedes qué estrategia quieren: ¿pasarse pocos años en prisión o seguir luchando? ¿Puedo hacer las dos, pero no son compatibles", le preguntó el abogado. "Continuar luchando". "Perfecto, es lo que me gusta a mí".

Para Puigdemont, este camino aún no ha terminado y ha aprovechado para pedir el voto para Junts el 9-J: "Esto debe reforzarse, no abandonarse". Y es que también ha admitido –como su letrado– que apenas comienza la segunda parte del partido, la aplicación de la amnistía en los tribunales. En España, pero también en Europa. Si llega a buen puerto, Boye habrá alcanzado el colmo de cualquier abogado: extinguir la responsabilidad penal de sus clientes sin pasar por el banquillo.

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