Partidos

Matarse en un despacho y abrazarse en público: la diferencia entre Iglesias y Feijóo

La pugna a la izquierda entre Sumar y Podemos nada tiene que ver con las formas de la batalla entre Feijóo y Alejandro Fernández

La vicepresidenta segunda española, Yolanda Díaz, junto al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo
03/05/2025
4 min

BarcelonaEn la política catalana y en la española tienen lugar varias pugnas a la vez, algunas enterradas y otras a la luz del día. Cada semana destaca alguna batalla entre Sumar y Podemos –últimamente con la polémica de la compra de armamento y material de seguridad en Israel– por su grado de contundencia. Podemos incluso ha declinado la última mano tendida de Sumar diciendo que "está políticamente muerto". Dos partidos divididos tras la unión frustrada de Sumar y rota al poco de los comicios del 23-J. Mientras, en el PP hay una pugna enterrada con abrazos en público entre la dirección estatal de Alberto Núñez Feijóo y el líder catalán, Alejandro Fernández –con un libro incluido lleno de reproches, pero guardando las formas en las declaraciones–, más allá de la compleja relación del dirigente gallego con la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso. ¿Las pugnas son más cruentas y públicas en la izquierda mientras que la derecha lo tapa todo más?

El director del Instituto Ciencias Políticas y Sociales (ICPS), Oriol Bartomeus, asegura al ARA que la pugna de Sumar y Podemos "es típica de la izquierda de raíz comunista en España". Explica que "los partidos que van mal entran en una espiral de autodestrucción", como el espacio de Sumar, mientras que "a la derecha las luchas son más sibilinas". Bartomeus recalca que la derecha "es consciente de lo que se juega" y que "se matan [políticamente], pero las matanzas no se alargan, como con Pablo Casado". ¿El motivo? "La derecha tiene una cultura política más jerárquica y presidencialista" y un talante "menos ideológico y más eficaz", y sabe que las guerras públicas no van bien. Ahora bien, "en otros países la cultura política es diferente a la derecha", como en Francia, donde "históricamente se mataban unos a otros", mientras que la izquierda comunista había sido "más sólida" que otras tendencias. Bartomeus explica las diferencias en parte por las características del sistema electoral, que en el país galo es mayoritario, con circunscripciones, lo que facilitó que la derecha fuera "un conglomerado de varones"muy diversos, mientras que en el PP español es la dirección estatal la que hace las listas, y no es el único partido fuerte, porque también hay que tener en cuenta al PSOE.

Por otro lado, el profesor de ciencias políticas de la UAB Marc Guinjoan asegura que "la izquierda no está sistemáticamente más fragmentada ni tiene más luchas públicas en todas partes". Ahora bien, sí identifica unos mecanismos que actúan "en el caso español en los partidos de izquierda", pero no en el centroizquierda del PSOE. El sistema electoral y su permisividad explican la fragmentación y la lucha en el dilema clásico entre levantar la voz o salir de una formación, a su juicio: "En Estados Unidos y Gran Bretaña el sistema es muy restrictivo, y marcharse tiene costes mucho más elevados que en España", y es más factible levantar la voz. También sostiene que el estropicio es más habitual en los sistemas más jóvenes. Por su parte, el politólogo y profesor de la Universidad Carlos III de Madrid Pablo Simón detalla que las organizaciones con mayor historia "tienden a ser más discretas en las luchas internas que las más jóvenes", por una "lealtad a la marca", lo que es aplicable a los casos de PP y Sumar. Asimismo, "el tamaño y el poder institucional condicionan", porque cuanto mayor es una formación más fácil es "repartir cargos": "El PP es muy grande, y pueden haber diferencias, pero no se explicitan de forma tan pública, a diferencia de Podemos y Sumar, que están menguando y con poco espacio".

Diferencias

En cuanto a la cultura política, Simón dice que "la izquierda más activista es partidaria de una organización social y es más posible que se expresen las discrepancias en público, sobre todo más que en formaciones con una visión más conservadora", en las que incluye también al PSOE, un partido fuerte con poca disidencia. También juegan otros factores, según Guinjoan, como "la izquierda se ha creído que tiene una ideología más fuerte y menos maleable que la derecha". A esto se añade el asamblearismo y que haya "menos jerarquía", sobre todo a la izquierda más allá de la socialdemocracia, lo que puede hacer optar por la salida a la disidencia, como Pablo Iglesias e Irene Montero, de Podemos, contra Yolanda Díaz, pero añade que de Vox también han salido dirigentes, como Macarena. También menciona que hay casos en los que la izquierda es una "agregación de movimientos sociales", y con más actores puede haber "más fragmentación". Por otra parte, dice que la derecha y la socialdemocracia pueden ser más disciplinadas y jerárquicas, y menos acostumbradas al debate público, pero que también ha habido fragmentación a la derecha en Reino Unido –con el caso del ultra UKIP– y "debates agrios" en el Partido Republicano de EEUU.

Batallas pretéritas

En el caso español, Oriol Bartomeus también recuerda casos a la derecha como el liderazgo fugaz de Antonio Hernández Mancha en el PP, o cómo las peleas internas acabaron con la UCD de Adolfo Suárez. En el campo de la izquierda, desde poco después de la Transición el PCE y el PSUC vivieron batallas cruentas, y el PSOE hizo una rápida evolución para abandonar el marxismo en 1979. En cambio, en ERC la tradición ha sido de "bofetadas y facciones", salvo en los diez años de pacificación y crecimiento de Junqueras. Por su parte, el PSC ha logrado ensamblar las diferentes tendencias. Y en cuanto al espacio de Junts, recalca "los cambios de nombres y enfoques estratégicos para superar situaciones complicadas", pero dice que el espacio mantiene similitud con Convergència –donde el papel del liderazgo siempre ha sido central–. Pablo Simón comenta "la amalgama" de Junts y cómo los dilemas estratégicos sí que han dividido anteriormente la formación, como en la salida del gobierno de coalición con ERC.

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