DEMOCRACIA DIRECTA

¿Por qué los militantes no participan en las consultas internas?

La última votación de las bases de la CUP pone sobre la mesa una tendencia habitual en los partidos

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ANNA MASCARÓ
4 min
Militantes de la izquierda anticapitalista intentando ocupar la sede del PP en 2017.

BarcelonaCuando su jefe le encargaba una tarea, Bartleby, el escribiente de la novela breve de Herman Melville, se limitaba a contestar: “Preferiría no hacerlo”. Empleaba un tono muy educado, pero llevada al extremo su actitud acababa distorsionando y dejando sin utilidad las reglas del juego. En el ruedo político, esta conducta podría asimilarse a la del abstencionista, que ante la opción de participar en el proceso de toma de decisiones prefiere quedarse en casa. Un comportamiento que, curiosamente, también existe entre los militantes de los partidos, que según los expertos cada vez son menos en toda Europa y, además, los que están a menudo evitan participar en los procesos internos.

Con una búsqueda sencilla en la hemeroteca basta para comprobar lo habitual que es que en las consultas internas de los partidos participen menos de la mitad de los militantes. Uno de los últimos ejemplos de esto es la votación organizada por la CUP a mediados de noviembre para decidir si permitía la tramitación de los presupuestos del Govern. Solo votaron 509 personas de las once organizaciones que conforman la candidatura. Meses antes, en la consulta interna sobre el preacuerdo con ERC y la investidura de Pere Aragonès, votaron 851 cuperos, y en la ratificación del encabezamiento de las listas para las últimas generales solo participó el 26,5% de la militancia. En 2020, la CUP contaba con 4.400 militantes.

Hay casos similares en otros partidos, a pesar de que cada uno tiene diferentes grados de apertura a las bases y no todos facilitan la información del censo o el número de militantes. A pesar de que otras veces han contado con una participación alta -de más del 70% en la elección de las listas, por ejemplo-, uno de los momentos en los que la militancia de JxCat se ha implicado menos en la organización fue justamente en su fundación: solo el 27% del censo -en ese momento, 4.029 afiliados- aprobó en octubre de 2020 las ponencias política y organizativa del partido. Otro caso que ejemplifica la tendencia es el del PSC en 2014, cuando el partido abrió por primera vez a la ciudadanía la elección de su candidato a la alcaldía de Barcelona. Se inscribieron 7.463 barceloneses y escogieron a Jaume Collboni, pero la participación fue muy baja entre los militantes. Como recogían los cronistas del momento, solo dieron su opinión 2.259 de los 10.000 que pagaban la cuota.

¿Por qué los afiliados a menudo se quedan en casa? Expertos consultados admiten que la tendencia no siempre es lineal y no tiene un único diagnóstico. Pero hay algunos elementos a tener en cuenta. “Si el tema de debate no está muy polarizado, la participación cae radicalmente”, explica Javier Astudillo, profesor de ciencias políticas en la Universitat Pompeu Fabra (UPF). Otro motivo, señala, es que puede ser que los militantes ya sepan cuál será el resultado de la votación antes de que se produzca porque son consultas muy dirigidas desde la cúpula que generan desinterés o incluso descontento. Como explica el catedrático en ciencias políticas de la UB Juan Antón Mellón, una de las motivaciones de los partidos para consultar a las bases puede ser “legitimar decisiones ya tomadas”. En cambio, cuando el resultado de la votación es incierto los afiliados suelen implicarse más en la votación: “Con el sistema socioeconómico que tenemos, la gente dedica el 98% de sus energías a sobrevivir. Solo en temas muy importantes se motiva a participar”, expone Mellón.

Que no se respete el resultado de algunos de estos procesos internos tampoco incentiva la participación. Un ejemplo de esto es cuando se ha apartado a candidatos que habían sido escogidos previamente por primarias, como hizo ERC en 2018 -sustituyó a Alfred Bosch por Ernest Maragall como alcaldable en Barcelona- y más recientemente Ciudadanos, que apartó unilateralmente a Lorena Roldán -hoy en el PP- para poner en su lugar a Carlos Carrizosa. Los comuns, por su parte, anularon las primarias para las generales porque no había candidatura alternativa y solo dejaron la opción a los militantes de validar la oficial o bien votar en blanco: Jaume Asens fue escogido cabeza de lista con más votos en blanco que a favor.

Un contrapeso poco fiable

La politóloga e investigadora en la Universidad Carlos III de Madrid Sílvia Claveria señala el “dilema” sobre la “democratización de los partidos por una vía directa” y apunta en el debate sobre si el hecho de que la participación en las consultas internas sea baja da más poder a la dirección y “conlleva una presidencialización del partido” respecto a la época en la que “los cuadros internos hacían una oposición más fuerte”. Astudillo, en cambio, considera que actualmente la ciudadanía acepta “menos que las decisiones se tomen en habitaciones llenas de humo” y esto ha llevado a los partidos a abrirse más a la militancia en los últimos años. Haría falta, pues, encontrar ahora la clave para movilizar a unas bases cada vez más menguadas y que no acostumbran a participar masivamente en los debates internos. Los partidos son un “reflejo de la sociedad”, señala Mellón, y, por lo tanto, el espejo de su “cultura cívica”.

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