El PP aguanta la respiración ante la incertidumbre de Castilla y León

Un hipotético pacto postelectoral con Vox, que crecerá, condicionaría a Casado

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De izquierda a derecha: Alberto Núñez Feijóo, Pablo Casado, Alfonso Fernández Mañueco e Isabel Díaz Ayuso

MadridCastilla y León hablará en las urnas el domingo y acabará con la incertidumbre: Alfonso Fernández Mañueco avanzó las elecciones con el convencimiento que saldría reforzado y ahora el PP aguanta la respiración porque no solo no está garantizado un gobierno en solitario, sino que en el peor de los escenarios el PSOE le podría arrebatar el poder. Las encuestas indican que está todo abierto. En cambio, lo que se da por seguro es el crecimiento de Vox. Da igual si son los socialistas –repetición electoral en España en 2019– o los conservadores –anticipadas en Madrid y Castilla y León– los que pongan las urnas porque hay una constante inalterable: la extrema derecha gana espacio en el Estado, con lo que esto supone. Un ejemplo clarividente es el miedo a investigar los abusos de la Iglesia en una comisión en el Congreso por el tratamiento que pueda hacer Vox de ello, pero también el PP, cada vez más condicionado por el monstruo que ayuda a construir.

Pablo Casado entrega una doble batalla contra Pedro Sánchez y Santiago Abascal. El 10-N de 2019 empezó la estrategia para devorar a Cs, pero intentando hacer desaparecer la formación naranja ha dado oportunidades a Vox para agrandarse. Si bien para el PP es positivo que haya dos y no tres opciones a la derecha, esta nueva realidad propicia a la vez que no tenga otro remedio que abrazarse a la extrema derecha. En Madrid el fenómeno Isabel Díaz Ayuso permitió el gobierno en solitario y que Vox solo ganara un diputado respecto a 2019, mientras que Castilla y León es otra película. Mañueco acaba quince días de campaña con la espada de Damocles encima y sin resolver el misterio. Incluso, se ha abierto a ofrecer un pacto al PSOE si Luis Tudanca no puede formar gobierno alternativo y el candidato del PP necesita sus abstenciones.

Casado tiene el deseo de ir comiendo la moral del PSOE logrando sucesivas victorias en las urnas, empezando por Castilla y León y Andalucía, hasta llegar a la Moncloa. Pero a la primera de cambio se podría torcer la jugada. En Génova no las tienen todas, a pesar de que Casado este viernes ha aseverado que el PP "ganará y gobernará". "Ya basta de fake news. Cabeza bien alta y pisando fuerte. ¡Quien perderá es Sánchez y el partido sanchista!", ha proclamado durante el mitin de cierre de campaña en Valladolid. En cambio, en Ferraz reinaba el pesimismo durante la precampaña y ahora hay alguna esperanza. “El que se la juega soy yo”, subrayó el miércoles Mañueco en un debate electoral televisado, con el objetivo de desvincular a Casado de un hipotético desastre. No le sería tan fácil.

Aznar, reforma laboral y Ayuso

Ya no empezó mucho bien la campaña para el líder del PP. El expresidente del gobierno español José María Aznar cuestionó “que se tenga que llevar a no sé quién” a la Moncloa y subrayó que lo importante era “para qué”, en unas declaraciones polémicas que lo obligaron a puntualizar al día siguiente que Casado tenía todo su apoyo. La surrealista votación de la reforma laboral también ha actuado como torpedo para el PP cuando habría podido servir para dar un golpe importante al gobierno de coalición de PSOE y Unidas Podemos. El error del diputado Alberto Casero, además, se quiso disfrazar de tupinada señalando a la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, como responsable. Esta semana tampoco ha dado frutos la ofensiva contra los fondos europeos en Bruselas.

Como punto final de la campaña, el PP ha alimentado la polémica sobre el supuesto trato preferencial del ministerio del Interior con el entorno de los presos de ETA para los acercamientos. Este viernes la portavoz del gobierno español, Isabel Rodríguez, ha calificado de “lamentable” y “definitivamente inmoral” que los conservadores recurran al “dolor de las víctimas” en cualquier contexto y oportunidad que se presenta. En el mitin de este viernes, Casado ha recuperado el tono más duro cuando ha trasladado al PSOE que "no se los puede votar mientras pacten con asesinos de niños, de madres embarazadas y de 900 mártires de la libertad". "¿Alguien entendería que Macron pactara con los asesinos de Bataclan y Biden con los asesinos de las torres gemelas?", se ha preguntado.

Y si ETA es recurrente para el PP como arma contra el gobierno español, Ayuso lo es como elemento de distorsión para Casado. Mañueco ha contemporizado con el posible pacto postelectoral con Vox y, en cambio, la presidenta madrileña no tuvo problemas para afirmar que prefiere pactar “con el partido de Ortega Lara que con los que lo secuestraron”. Al día siguiente, miraba de marcar distancias con la extrema derecha en la Asamblea de Madrid advirtiendo que la “delincuencia no está vinculada con el origen de las personas”, a raíz de una iniciativa de Vox sobre los menores no acompañados.

Al PP históricamente lo ha beneficiado que los comicios autonómicos coincidieran con los municipales. Esta vez es la primera con una única urna y la convocatoria ha hecho que los líderes estatales, así como los barones territoriales, se volcaran en la campaña. Este viernes Sánchez, Casado, Abascal, Inés Arrimadas y Ione Belarra han protagonizado los mítines finales. La secretaria general de Podemos ha aprovechado para cargar contra el PSOE por sus reservas con acelerar la reforma fiscal. En cambio, la participación de la nueva líder de Unidas Podemos y vicepresidenta segunda del gobierno español, Yolanda Díaz, ha sido testimonial. Solo apoyó al candidato lila, Pablo Fernández, en un acto el jueves en Castronuño, un pueblo de la provincia de Valladolid.

Los pactos postelectorals  

Después de la campaña de Castilla y León con más acento estatal, las urnas definirán las posibles alianzas postelectorales. Hay varios escenarios: que gane Mañueco y pueda sumar con Vox, entre o no en el gobierno, es uno de ellos. Otro es que estos dos partidos no lleguen a la mayoría absoluta y el PSOE sí que pueda llegar sumando Unidas Podemos y los partidos regionalistas. Hay que ver el papel que puede tener Cs, que ahora se podría abrir a pactar con los socialistas, dado que vetan a Mañueco. Una hipotética repetición electoral sería todavía más arriesgada para el candidato del PP, abocado a gestionar el auge de Vox.

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