Monarquía

El rey Felipe VI condecora al exjefe de los Mossos d'Esquadra Eduard Sallent

Su destitución de la cúpula del cuerpo estuvo rodeada de polémica por la fuga del expresidente Puigdemont el 8 de agosto

Eduard Sallent en rueda de prensa este viernes

BarcelonaLa última intervención pública de Eduard Sallent fue el 9 de agosto, rodeado de la cúpula del departamento de Interior con el entonces consejero Joan Ignasi Elena, en una comparecencia de prensa justo al día siguiente del retorno expreso del expresidente Carles Puigdemont. Tras comparecer para defender a los Mossos ante la huida del líder de Junts el día de la investidura de Salvador Illa, la nueva titular de Interior, Núria Parlon (PSC), le destituyó y se volvió a dirigir la región metropolitana sur. Ahora bien, hace escasamente tres semanas volvió de forma fugaz a primera línea con un viaje al Palacio Real de Madrid: según ha confirmado el ARA, el rey Felipe VI condecoró a Eduard Sallent por su trayectoria como policía.

En un acto privado el 18 de octubre, el rey entregó a Sallent la Orden del Mérito Civil, con un grado de encomienda particular, uno de los más elevados. En el acto, donde también se condecoraron otras personalidades, el exjefe de los Mossos estuvo acompañado por el delegado de la policía catalana en Madrid, el comisario Ferran López. La insignia, según las mismas fuentes, se concedió en junio, cuando Sallent era todavía jefe de la policía catalana. La Orden del Mérito Civil fue creada por el Rey Alfonso XIII durante la dictadura de Primo de Rivera, por Real Decreto de 25 de junio de 1926, para premiar "las virtudes cívicas de los funcionarios al servicio del Estado, así como los servicios extraordinarios de los ciudadanos españoles y extranjeros en el bien de la nación". Ninguno de los tres últimos jefes de los Mossos, el mayor, Josep Lluís Trapero, ahora director de la Policía, y los comisarios Miquel Esquius y Josep Maria Estela, han recibido esta distinción.

La polémica por Puigdemont

La trayectoria de Sallent no deja indiferente a nadie dentro del cuerpo. Despierta odios y pasiones. Su última actuación al frente de la policía catalana estuvo rodeada de polémica por el dispositivo que los Mossos prepararon para detener al expresidente Puigdemont. El 8 de agosto el líder de Junts entró en Catalunya después de siete años y medio de exilio para asistir al pleno de investidura de Isla, pero en lugar de ir al Parlament como había dicho que haría hizo un discurso en el Arco de Triunfo de Barcelona y volvió a marcharse. Lo hizo burlando un amplio dispositivo policial, que está siendo revisado por la justicia porque el juez del Tribunal Supremo, Pablo Llarena, cuestionó la actuación de los Mossos. Para el magistrado, ese día la policía catalana podía haber detenido al expresidente y no lo hizo. Sallent se justificó públicamente: aseguró en una rueda de prensa insólita como jefe de los Mossos, quien esperaba que Puigdemont se hubiera comportado como expresidente de la Generalitat y no como "Jimmy Jump" al no haberse dejado detener.

Este episodio supuso una ruptura entre Sallent y el mundo juntero, que le criticaron abiertamente por protagonizar una "ola represora digna de Marlaska o Zoido". No es el primer encontronazo con los junteros: cuando fue nombrado por primera vez jefe del cuerpo en el 2019, con el conseller de Interior, Miquel Buch, ya se enfrentó al entonces presidente, Quim Torra, que quería detener las cargas de los Mossos en las protestas postsentencia que se vivían en Barcelona, ​​sobre todo en la plaza Urquinaona.

Cuando Torra cesó a Buch y situó a Miquel Sàmper al frente de Interior, el nuevo titular del departamento apartó a Sallent y no fue hasta que Esquerra llegó a la conselleria que lo recuperó para dirigir el cuerpo después de haber confiado (y relevado sólo un año después) en el comisario Josep Maria Estela. Con la llegada del PSC al Govern, Sallent ha vuelto a quedar en un segundo plano en la estructura de la policía catalana.

La trayectoria de Sallent

Antes había tenido un ascenso fulgurante. En 2014, con 42 años, fue nombrado jefe de mediación y tres años después pasó a ser jefe de inteligencia, un cargo que ocupó durante los atentados del 17-A y también durante la detención de un francotirador que quería matar a Pedro Sánchez. En el 2019 ascendió a comisario (tras un intento fallido) y Buch le nombró jefe del cuerpo. En los últimos años Sallent había repuesto puentes con las instituciones españolas después de que se dinamitaran durante el Proceso. Ahora, todos los cuerpos policiales del Estado alaban la coordinación con los Mossos.

La principal crítica a Sallent es su proximidad al mundo político, ya que en los años de universidad el exjefe de los Mossos había compartido militancia con Joaquim Forn, Elisenda Paluzie o David Madí en el sindicato de la Federación Nacional de Estudiantes de Cataluña (FNEC). El exjefe de investigación, Toni Rodríguez, denunció presiones suyos para conocer datos confidenciales sobre investigaciones que afectaban a políticos, como Buch, cuando se le abrió la causa judicial por haber contratado como asesor a un policía que escoltaba a Puigdemont; o Laura Borràs con el caso de la Institución de las Letras Catalanas.

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