Violencias machistas

Más del 10% de las manadas de menores registran la violación para presumir con los amigos

Save the Children pide introducir la educación sexoafectiva desde edades tempranas para que los jóvenes identifiquen qué es violencia

4 min
Manifestación, ayer en Badalona, contra la agresión en grupo a una menor.

BarcelonaLas agresiones sexuales en grupo son, en cifras, porcentaje pequeño respecto a la violencia sexual contra menores, pero cada año que pasa las denuncias aumentan. Quizás los 58 ataques grupales en Cataluña durante el primer cuatrimestre del pasado año sobre el total de 1.250 agresiones sexuales pueden parecer anecdóticos, aunque a la vez son los que más atención mediática concentran. Para los profesionales, son delitos que preocupan por el riesgo de que entre los más jóvenes arraiguen como el paso hacia la vida adulta. Los datos refuerzan esta inquietud: en más de un 10% de las agresiones múltiples, los jóvenes perpetradores dejan constancia gráfica con fotografías o vídeos, como una "señal de poder ya la espera del reconocimiento del grupo de iguales", de sus amistades, explica la directora de Incidencia Social y Políticas de Infancia de Save the Children, Catalina Perazzo, en la presentación del informe Silenciadas sobre agresiones sexuales en la adolescencia.

Del análisis se extrae que el perfil de víctima de una agresión sexual grupal es una niña o adolescente sola, con una edad media de 15 años, que sufre una violación con violencia. En cuanto a los agresores, tienen una edad similar y en muchos casos se conocen antes, de la escuela o de otra actividad. Para elaborar el estudio, la ONG de defensa de los derechos de los menores ha entrevistado tanto a profesionales que trabajan en el ámbito de la violencia (jueces, policías, sanitarios y expertas en género) como chicos y chicas que, si bien no han sido víctimas ni agresores, han explicado su visión sobre la sexualidad, las relaciones entre ambos géneros y estereotipos.

Entre los perpetradores que se agrupan para cometer una agresión sexual, los expertos advierten que muchos se toman la agresión como un ritual y no tienen conciencia de hacer daño ni identifican el ataque como violencia porque, en parte, el grupo diluye la responsabilidad individual y también porque lo que hacen es reproducir lo que han visto mil veces en la pornografía imperante, en la que las mujeres son tratadas como objetos sexuales al servicio permanente del deseo del hombre. "Nadie quiere sentirse excluido ni ser criticado ni estar apartado", comenta uno de los chicos que ha participado en los grupos de debate. Del mismo modo, cuando comparten las imágenes de la agresión tampoco sienten que están enviando violencia, sino "una broma" o "una hazaña" para consumo de sus amigos, sin cesar a pensar en la víctima.

Esclavas del amor romántico

Las chicas que son víctimas de estas manadas también están marcadas por otros mandatos que, desde la primera infancia, las dirige hacia la construcción de una feminidad condicionada por los roles y estereotipos de género con el amor romántico y el imperativo de agradar sexualmente en el centro de todo. En este sentido, el informe apunta que "la hipersexualización disfrazada de libertad" en realidad puede empujar a estas chicas a "entregarse a conseguir el ideal sexual".

El daño no se acaba con la agresión: si las imágenes se han compartido por redes o por WhatsApp, la chica sufre una segunda agresión de difícil gestión, porque puede llegar a sentirse responsable de haber permitido o facilitado el ataque y, en este sentido, se autosomete a un estricto examen para cuestionarse la forma en que iba vestida, su comportamiento o por no haber sabido parar a tiempo. Con las imágenes navegando por el mundo virtual, se crea la sensación de que todo es "culpa de la víctima", a quien en vez de proteger y acompañar, su grupo las etiqueta de "fáciles".

Como ocurre entre las mujeres adultas, la vergüenza o la incapacidad de identificar haber sufrido violencia son dos de los grandes factores que frenan las denuncias. Pero también están las que desconfían del sistema o les da miedo sentirse señaladas en la escuela o en el barrio. "Prefieren ser vistas como putas que enfrentarse como víctimas a su grupo", señala Carmen del Moral, responsable de Políticas de Infancia de Save the Children, que apunta que a menudo los efectos de una agresión aparecen un tiempo después en forma de "cefalea, insomnio, autolesiones o trastornos de la conducta alimentaria o intentos de suicidio", por lo que hay que estar al acecho.

Las recomendaciones de la entidad

Para poner fin a las agresiones sexuales, la entidad pide al gobierno español que despliegue medidas de prevención e introduzca en las escuelas la educación afectivo-sexual para que los menores sean capaces de identificar qué es violencia y considere incluir materias para un uso seguro y responsable de las nuevas tecnologías. "La pornografía no puede ser la profesora de sexualidad de los niños y adolescentes porque estamos hablando de ficción, no es real. Es como si enseñáramos a conducir a adolescentes con videojuegos de carreras de coches", advierte Perazzo.

En el ámbito judicial y policial, Save the Children afirma que deben mejorarse los servicios de atención a víctimas y agresores, formando a los profesionales y trabajando también con sus entornos para poder garantizar la reparación y reeducación. De sus entrevistas con adolescentes, apuntan que necesitan más información con ejemplos claros, así como referentes permanentes que puedan despejarles dudas. "Hay que tener en cuenta siempre que tanto víctimas como agresores son niños, niñas y adolescentes. Por tanto, el enfoque de niños y adolescencia debe ser el punto de partida en la prevención y en la detección y, una vez que la violencia ya se ha producido, también en la atención", concluye la responsable.

Teléfonos 24 horas contra las violencias machistas

Telèfons 24 hores contra les violències masclistes

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Emergències

Mossos d’Esquadra

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