Barcelona registra la natalidad más baja desde la Guerra Civil
La ciudad pierde vecinos por segundo año consecutivo y la media de edad marca un récord histórico y sube a los 44,2 años
BarcelonaEn 2021 en Barcelona murió más gente de la que nació –y esto no es nuevo porque se ha repetido los últimos 37 años–, pero también se marcharon más personas de las que llegaron y esto no pasaba desde 2013. El resultado numérico es que, por segundo año consecutivo, la ciudad perdió población. En 2021 se cerró, según datos del padrón analizadas por la Oficina Municipal de Datos (OMD), con 1.639.981 barceloneses empadronados, unos 20.000 menos que el año anterior (-1,2%). Y con algunos datos de aquellos que dejan clara la tendencia al envejecimiento de la población: la cifra de nacimientos de 2021 (11.510) es la más baja desde 1939, durante la Guerra Civil, y la media de edad de los barceloneses bate todos los récords y se sitúa ahora en los 44,2 años, ligeramente por encima de la media española (44,07 años).
Por el lado positivo, y a pesar de los estragos de la pandemia, la ciudad también bate su récord de habitantes centenarios: 931, el 83% de los cuales son mujeres. Estas personas de más edad se concentran sobre todo en barrios céntricos y por encima de la media en renta, como Sant Gervasi-Galvany o la Esquerra y la Dreta del Eixample. Y otra derivada del envejecimiento es que cada vez hay más gente que vive sola: en casi un tercio de los hogares de la ciudad (31,6%) consta solo una persona empadronada y en más de tres de cada cuatro (77,5%) no vive ningún menor de edad. Esto supone que un 12,8% de la población mayor de edad vive sola, sobre todo mujeres (el 61%), por una cuestión tanto de esperanza de vida más larga como de incorporación femenina al mercado laboral y mayor autonomía que años atrás. Si se mira la pirámide de población de la ciudad, se ve que la franja con la edad más habitual de entrar en el mercado laboral (20-24 años) tiene prácticamente la misma medida que la de personas en edad de jubilarse (65-69 años), pero, en cambio, la base de la pirámide es más pequeña y tiende a la baja.
El cambio más destacado de 2021, además de la bajada de demografía, es que el saldo migratorio y administrativo fue negativo (-16.027 personas), un hecho que no se daba desde 2013 y que se explica más por el elevado número de personas que se han marchado (133.327, la cifra más alta desde hace, como mínimo, 50 años), que por una bajada de las llegadas: las entradas, de hecho, se han recuperado después del paréntesis pandémico. Y, a pesar de que la mortalidad ya no fue tan alta como en 2020 (hubo 3.393 muertos menos), el saldo natural también fue negativo (-4.065 personas) por la bajada de la natalidad, que cae de manera ininterrumpida desde 2016. La pérdida de población es generalizada en los diez distritos de la ciudad, incluido Ciutat Vella, que el año pasado en plena pandemia se mantenía como el único que todavía ganaba vecinos y ahora, en cambio, es el que pierde más.
Una constante en la ciudad es que viven más mujeres (52,4%) que hombres y que la diferencia se hace más pronunciada cuando se supera la franja de los 45 años. No es ninguna novedad que, de media, ellas mueren a una edad más avanzada (84,6 años) que ellos (78,8). Las mujeres son mayoría en todos los distritos menos en Ciutat Vella, que también es el que tiene una población más joven. Es el único, de hecho, donde la media de edad de sus vecinos no llega a los 40, aunque sea por poco (39,7 años).
Después de la parálisis del covid, en 2021 fue un año con muchas mudanzas internas en Barcelona: hasta 117.465 cambios de domicilio, una cifra un 18,4% más alta que la de 2019 y, obviamente, muy por encima (+40,5%) de la de 2020. Los que más protagonizan estos movimientos son los vecinos con nacionalidad española (53%) y, como ya pasaba antes de la pandemia, los distritos que ven marcharse a una proporción más grande de vecinos son los que más sufren la presión turística, como Ciutat Vella o el Eixample, que tienen un saldo negativo por cambio de domicilio. Los que más tienden a retener vecinos que se trasladan son Nou Barris y Sarrià-Sant Gervasi, que son distritos grandes, mientras que Gràcia y las Corts son las zonas donde más a menudo se cambia de distrito con la mudanza.
Lo que sigue como una tendencia al alza es el predominio de los ciudadanos que no han nacido en Barcelona. Hace tres años que, por primera vez, había más barceloneses que habían nacido fuera de la ciudad. Y esto ha ido a más: ahora los empadronados nacidos en Barcelona son el 48,8%, mientras que los que han nacido en el extranjero ya representan el 29,4%, los que vienen de otros puntos del Estado son el 14,8%, y los que son originarios de otras poblaciones catalanas son el 7,1% restante. Esto supone que ahora los ciudadanos que llegan desde otros países tienen prácticamente el mismo peso que tuvieron a principios de los 90 los que eran originarios de diferentes puntos del Estado. Casi el 30% de estos vecinos nacidos en el extranjero, sin embargo, tienen nacionalidad española.
Como curiosidad, los barrios que concentran más población llegada desde otros puntos de Catalunya son Pedralbes y otras zonas de las Corts. Un factor que se podría explicar, en parte, por la proximidad a la zona universitaria. Y, en cambio, los que tienen más vecinos nacidos en la ciudad son los de Sarrià-Sant Gervasi y Sant Andreu, mientras que la población extranjera tiene más peso en zonas como Ciutat Vella, Sants-Montjuic o Nou Barris y los nacidos en localidades españolas se concentran más en Horta, Nou Barris y Sant Martí.
Maria (o la forma castellana María) y Montserrat son los nombres más habituales entre las mujeres empadronadas en Barcelona, mientras que, en cuanto a los hombres, predominan Antonio (o Antoni) y Josep (o José). Pero estos ya hace años que no figuran en el podio de los más puestos. Los nombres más frecuentes entre las nuevas generaciones de niñas son, desde 2020 hasta ahora, Emma, Sofia y Julia (o Júlia), mientras que la década anterior se imponían Julia, Martina y Laia. Y entre 2000 y 2009 sí que reinaba Maria como el más puesto, como también pasaba en los años 30 del siglo XX y en las décadas anteriores; después Maria cedió el paso a nombres como Carmen, Montserrat, Laura o Marta. El último año el podio lo domina Sofia. En cuanto a los nombres masculinos, los más frecuentes ahora entre los vecinos de Barcelona son Pol, Marc y Bruno. Marc, de hecho, capitaneó el podio desde 1990 hasta 2019 antes de cedérselo a Pol. Antes, en cambio, rivalizaban como nombre más habitual José y Antonio, y uno se imponía al otro en función de la década. A partir de los años 60, subieron Jordi y David. Y después ya se impuso Marc.