Derechos

"Si denunciaba discriminación por VIH podía quedarme sin piso"

El estigma social hace que el 88% de las discriminaciones por serofobia no lleguen a las comisarías, según el Comité 1º de Diciembre

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Jordi Jiménez sufrió un caso de discriminación por su diagnóstico de VIH cuando quería alquilar un piso

BarcelonaLa mortalidad atribuible al virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) ha caído drásticamente en los últimos 20 años, pasando de las 1.700 defunciones anuales al Estado a las 300 actuales. Gracias a los antirretrovirales, se ha convertido en una enfermedad crónica como cualquier otra y en todo el mundo comienzan a aparecer los primeros pacientes curados. Sin embargo, las personas seropositivas todavía sufren un importante estigma social. Lo explica Jordi Jiménez. "Llevo doce años conviviendo con el VIH, pero solo hace dos que soy una persona visible", afirma.

Durante una década, Jiménez escondió su condición de seropositivo por miedo al rechazo y al aislamiento social. "A lo largo de estos años ha sido cuando más lo he sufrido. A mi alrededor todavía oía comentarios muy despectivos hacia el VIH que me dificultaron mucho dar el paso de salir de este armario". Además del estigma del entorno, el autoestigma le impedía contarlo a su círculo cercano. "Yo siempre pensaba que tenía la culpa por haber hecho unas prácticas concretas".

El estigma social a menudo termina en casos de discriminación. Los resultados de la encuesta VIH y discriminación del 2023, presentados este miércoles por el Comité 1º de Diciembre, ponen sobre la mesa que el 47,7% de las personas con VIH encuestadas por toda Cataluña han sufrido discriminación por serofobia (es decir, por tener el VIH). Si sólo nos fijamos en el último año, el 24,7% del total afirman que han vivido un episodio de discriminación en los últimos doce meses.

Cuando Jordi empezó a explicar abiertamente que era seropositivo decidió "cambiar de trabajo y de ambiente". Trabajaba en una escuela, donde nunca había hablado del VIH por miedo a la reacción de las familias. Ahora trabaja en la Asociación Antisida de Lleida, y justamente este mes de enero vivió un episodio de serofobia. "Estuve buscando piso y en muchos de los lugares, al decir que trabajaba con personas con VIH, me ponían reticencias e insinuaban o me preguntaban si era posible que yo tuviera el virus, cuando mi condición de VIH positivo no tiene nada que ver con poder o no poder alquilar un piso", denuncia. Aunque se trata de un claro caso de discriminación, él decidió no denunciar. "Me ganaba la presión del mercado inmobiliario. Sabiendo lo imposible que está el mercado del alquiler, pensaba «Si me callo y me trago, me darán un piso, pero si denuncio me quedaré sin piso»".

La mitad de denunciantes no se sienten comprendidos

En este caso, Jordi se encontraba en una disyuntiva, pero asegura que ese sentimiento de "tragárselo y seguir" lo ha tenido muchas veces, tanto él como muchos compañeros y compañeras, en situaciones del día a día. Una afirmación que va en relación al número de denuncias que se presentan: de entre las personas encuestadas por el Comité 1º de Diciembre que han sufrido violencia serofobica, el 88% no lo pone en conocimiento de la policía.

Según el informe, de las pocas personas que sí han denunciado, la mitad no se han sentido comprendidas ni acompañadas por quien las ha atendido, y el 55% no han quedado satisfechas con el resultado de la denuncia. "Al final, muchas veces la sensación que tenemos es "Vaya, tampoco hay para tanto", cuando es una vulneración de nuestros derechos. Pero te vence el hecho de tener que ir a la policía, explicar toda la situación y sentir que no te acompañarán bien o que acabarán discriminando a ti. Porque, no nos engañemos, la formación que tienen los cuerpos policiales es la justa respeto a esta situación", asegura Jordi.

Jordi Jiménez fotografiado en el exterior de la Asociación Antisida de Lleida

Por este motivo, Oriol Sorolla, miembro de la entidad impulsora de la encuesta, insta a todas las administraciones a "adecuar las herramientas y los espacios para poder encontrar vías de denuncia que sean efectivas, con un acompañamiento efectivo a las personas que denuncian, logrando así poner fin a estas situaciones de discriminación". María Luisa García, también miembro del Comité 1º de Diciembre, afirma que no es sólo el momento de la denuncia con los agentes policiales lo que falla, sino que es "todo el proceso" el que no funciona como debería funcionar. "Falla la visibilización y la sensibilización, cómo se facilita el proceso de denuncia, la formación de las personas que atienden a los seropositivos...", plantea. Esto, asegura, hace que muchas personas que han sufrido violencia se dirijan a las entidades a pedir ayuda, pero no acaben denunciando.

"Nos falta un imaginario colectivo positivo"

Actualmente, las personas seropositivas pueden realizar vida normal, ya que hace décadas que existen medicamentos para tratar el VIH (desde principios de 2010 son muy eficaces) y tienen una esperanza de vida similar al resto de la población. Esta realidad se refleja en la encuesta: el 53% de los encuestados lleva más de 10 años conviviendo con el VIH. Sin embargo, sigue habiendo mucho estigma. Jordi apunta como causa el "desconocimiento y la ignorancia que arrastramos desde los años 80 y 90", cuando los medicamentos no estaban tan desarrollados. "Actualmente, la gente todavía tiene como referentes a Freddie Mercury oa la película Filadelfia. No existen referentes actuales y positivos. Nos falta un imaginario colectivo, por eso quiero ser visible, porque es muy necesario", explica.

Dotar de presupuesto el pacto social

Según el Comité 1º de Diciembre, una de las vías para acabar con la lacra de la serofobia es la implementación del pacto social contra la discriminación y el estigma de las personas con VIH. Aunque el plan está redactado y aprobado desde octubre de 2022, la ONG constata que "cuesta mucho ponerlo en marcha". "Entendemos que son procesos largos porque incluyen muchos actores y acciones diferentes, pero desde las administraciones deben liderar esta implementación. Ya tenemos las acciones redactadas, ya sabemos qué hacer. Ahora es necesario que se dote de presupuesto cada una de las medidas", afirman.

El objetivo de la entidad y de muchas personas seropositivas como Jordi es que llegue el momento en que nadie viva estigmatizado por tener el VIH: "Mi vida ha mejorado mucho en el ámbito de la afectividad y de relaciones. He estado casi diez años sin tener pareja, sobre todo por el miedo a tener que verbalizarle mi condición de seropositivo. oportunidad de cambiar de trabajo y de ambiente. Ahora tengo pareja y ya no tengo el miedo a compartir con otras personas mi condición de seropositivo.

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