Salud Mental

Los profesores quieren herramientas en salud mental: "Una alumna me explicó que pensaba en autolesionarse"

Docentes que tienen que hacer de psicólogos, alumnos con trastornos, centros que no saben nada de ello y un proyecto de la asociación Obertament para cambiar la situación

Un joven en una imagen de archivo
Mar Bermúdez i Jiménez
18/08/2022
4 min

Barcelona"Una alumna me vino a explicar que había pensado en autolesionarse". Flors Moreno, profesora del Col·legi M. Immaculada de Tremp, Lleida, comparte con el ARA que en los más de veinte años que lleva ejerciendo de maestra ha vivido muchas situaciones como esta, en que alumnas comparten con ella problemas vinculados a la salud mental. Mientras intenta hacer lo posible para ayudar, es plenamente consciente de que no siempre tiene las herramientas: "Los profesores a veces tenemos que ser psicólogos, y ni nos toca ni sabemos".

A Moreno le preocupa que, sin querer, y por falta de conocimiento, pueda actuar de una forma inadecuada. Y precisamente para ampliar estos conocimientos entre los docentes, la asociación Obertament ha puesto en marcha un proyecto con material y unidades didácticas para que se puedan abordar con los alumnos aspectos sobre la salud mental. El objetivo es normalizar el trato y generar un entorno más abierto y activo a la hora de detectar este tipo de situaciones y convivir con ello.

"No sirve de nada saber resolver una raíz cuadrada o saberse las capitales de Europa si no sabes cómo gestionar el malestar emocional", afirma Moreno. Por eso considera imprescindible hablar de bienestar emocional y salud mental en las aulas, donde los adolescentes pasan muchas horas y donde se podrían detectar muchos problemas de salud mental. "En la escuela nos vienen a decir cosas que todavía no han explicado en casa", asegura. Pero para que los maestros puedan dar respuesta a ello, hace falta formación y también recursos: "Si no reducimos ratios, si no tenemos agentes de salud en la escuela, que no cuesta tanto tener una enfermera escolar, un educador social, una psicóloga o un agente de salud, tú como profesor solo puedes acoger a esta persona". Critica que esta falta de herramientas, sumada a la lentitud del sistema público de salud, genera situaciones en que, aunque los maestros tengan los conocimientos para afrontar y acompañar al joven, el tratamiento real del trastorno no llega.

Adriana Aparici y el Eiden Reinaldo son dos jóvenes activistas por la salud mental y testigos en primera persona de lo que es vivir un trastorno alimentario, en el caso de Adriana, y una depresión, en el caso del Eiden. Coinciden en la importancia que tuvieron los docentes en su recuperación, igual que los compañeros y amigos que sabían lo que les pasaba. Adriana, que ahora tiene 27 años, recuerda por ejemplo que tenía más tiempo para hacer los exámenes. "Me pasaban los deberes y cuando todo el mundo ya lo sabía, si necesitaba salir de clase porque me encontraba mal o me agobiaba, lo entendían", rememora.

También puntualiza que a veces no se trata solo de los estudios. Ella, por ejemplo, tenía que hacer la selectividad y necesitaba un apoyo emocional más que académico. Eiden explica que faltaba habitualmente a clase porque no tenía fuerzas para salir de casa. Como entendía lo que le pasaba, su tutor no solo le hacía llegar los deberes, sino que también le daba más tiempo para hacer los exámenes y le dejaba recuperar los que no le hubieran ido bien. En ninguno de los dos casos, sin embargo, se identificó su problema desde el instituto.

La salud mental: nuevo temario y sin tabúes

Adriana recuerda que no comía, decía que no le gustaba nada y para todo el mundo era "la chica que mira: hace esto", sin más. "Quizás si hubieran tenido formación habrían podido identificarlo antes", opina. De hecho, ni siquiera ella misma sabía lo que tenía hasta que les hicieron unas charlas en que les hablaron de los trastornos alimentarios: "Me sentí identificada. Entonces supe que a mí me estaba pasando algo y que era aquello. Encontré una red de apoyo donde pedir ayuda".

De la misma manera, los compañeros de clase y amigos son clave. Moreno explica que a veces los amigos son los que dan el alerta porque ven que algo "no va bien", y una vez que los jóvenes tienen las herramientas para entender e identificar estos problemas en los compañeros, pueden ser un apoyo. "Mi psicóloga habló con mis amigos para que supieran qué me pasaba y cómo ayudarme y para mí fueron una gran ayuda", comenta Adriana.

A raíz de la pandemia ha habido un aumento del malestar emocional y de los problemas de salud mental en los jóvenes, están surgiendo nuevos casos y algunos que no son nuevos, pero que también salen ahora y llevan mucho tiempo de malestar detrás, describe Moreno, que cree firmemente en la importancia de hablar abiertamente. "Igual que hemos normalizado que una chica te pida ir al lavabo porque le ha venido la regla, y del mismo modo que decimos que alguien no ha venido a clase porque se ha roto una pierna o tiene gastroenteritis, tenemos que normalizar poder decir que tiene anorexia o depresión".

De hecho, Moreno es también madre de una joven que sufrió un ingreso hospitalario por motivos de salud mental y ella no dudó ni un segundo en explicar a los compañeros de clase qué había pasado y cómo podían ayudarla: "Le escribieron cartas, hicieron recordatorios, la llamaron y estuvieron pendientes de ella. Los adolescentes, si les haces partícipes, responden bien", afirma.

Los datos de salud mental

El 18,9% de los jóvenes con algún trastorno de salud mental han sido discriminados por parte del profesorado, según datos del último estudio de Obertament relativos al 2016. Un 51,3% habían decidido ocultarlo a los profesores y un 53% a los compañeros y compañeras de clase. El año pasado, Salud presentó un informe breve sobre los efectos del confinamiento en la salud mental en el que se recogía que los trastornos de ansiedad habían llegado a ser el 2,3% de los motivos de urgencia, mientras que los trastornos de estado de ánimo se habían mantenido por debajo del 0,5%. Además, las patologías que más aumentaron en 2020 fueron el trastorno de ansiedad (un 2,41% en el Centro de Salud Mental de Adultos y un 2,07% en el Centro de Salud Mental Infantil y Juvenil) y el de la conducta alimentaria (TCA) con un 1,57%. A raíz de la pandemia, Salud detectó un gran incremento de consultas por problemas de ansiedad e ideas de suicidio, de desesperanza, problemas de insomnio y de irritabilidad, entre otros.

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