Educación

Se disparan las bajas médicas entre los docentes: otros 50.000 ahora que hace seis años

En 2023 hubo más del doble de bajas de profesores y maestros que en 2018

Una maestra preparando el curso en un aula vacía de la Escola Pia de Sant Antoni.
20/11/2024
5 min

Barcelona"La percepción es clarísima y cada vez que uno de nuestros formadores o un profesor asociado vuelve de una escuela o instituto la frase que suele repetirse es: madre mía, cómo está el tema", reconoce Mar Hurtado, que ha sido maestra durante más de tres décadas y ahora preside la histórica Asociación de Maestros Rosa Sensat. Lo que hasta ahora era una percepción y rumor generalizado, los datos demuestran que es una realidad preocupante. El número de bajas médicas de docentes en Catalunya se ha disparado, al menos, desde 2018. Según los datos del Gobierno a los que ha tenido acceso el ARA mediante una petición de transparencia, el año pasado hubo el doble de bajas médicas en el sistema educativo catalán que hace seis años.

Evolució anual de les baixes docents a Catalunya

En concreto, la administración ha pasado de gestionar una media de 30.000 bajas médicas durante 2018 a más de 80.000 anuales tanto en 2022 como 2023. Este aumento ha comportado la petición y tramitación de 50.000 bajas médicas más de maestros y profesores en los últimos dos años respecto a antes de la pandemia, lo que supone que las incapacidades temporales se han disparado un 150%. En este mismo período, el sistema educativo público de Cataluña ha pasado de tener casi 72.535 dotaciones de docentes en el curso 2019-2020 a tener 82.277 en el curso 2023-2024, según las mismas estadísticas del departamento de Educación y FP.

La evolución de este aumento de bajas no ha sido lineal, sino que hay dos puntos de inflexión claros. El aumento de las bajas médicas comienza en 2019, justo antes de la pandemia, con la notificación de casi 20.000 bajas más que el año anterior Ahora, después de la pandemia se produce el cambio de tendencia drástico: mientras que en 2021 se registraron casi las mismas bajas que en 2019 –con una variación de sólo un millar de solicitudes y superando las 51.000–, en el 2022 se alcanzó 85.103 bajas médicas en todo el año.

Este 2024, que aún no ha terminado, la tendencia no ha cambiado. Entre enero y septiembre se habían registrado un total de 63.994 bajas, el doble que en todo el año 2018 y, teniendo en cuenta que en los últimos dos años entre octubre y diciembre se han solicitado más de 20.000 bajas en el sector educativo , es probable que este año se vuelva a superar el umbral de las 80.000 bajas en escuelas e institutos. Sin embargo, hay que tener en cuenta que las bajas pueden ser más cortas o más largas en función de la gravedad de la situación y que un docente, al igual que cualquier otro trabajador, puede necesitar pedir la baja más de una vez al año .

El departamento de Educación y Formación Profesional ha declinado realizar declaraciones y valoraciones al ARA sobre el cambio de tendencia de las bajas en el sector.

Falta de manos y de equipo

Pero qué hay detrás de este crecimiento tan drástico de profesionales que han necesitado tomar la baja y dejar las aulas, y que también hace entender los problemas para cubrir sustituciones que vive constantemente el sistema?

Desde USTEC, el sindicato mayoritario en el sector educativo, la portavoz Iolanda Segura también atribuye este incremento de bajas a un aumento de la precariedad docente ya la angustia que pueden haber vivido los docentes durante los procesos de estabilización. "Había mucha presión porque había que quitar la plaza y temía perder el trabajo. Todo ha comportado un terrible estrés entre el colectivo, sobre todo interino y hay gente que no ha podido soportar la presión y ha cogido la baja por ansiedad", asegura. Segura aún esgrime un motivo más que nada tiene que ver con el ambiente educativo, sino con la planificación familiar. "Muchos profesores noveles son mujeres que en el momento que se estabilizan tienen edad de tener hijos y, por tanto, somos un sector que tenemos muchas bajas por embarazo y maternidad".

"No todo puede reducirse a decir que los profesores están quemados, ya que, normalmente, en educación las cosas no funcionan con una dinámica de causa-efecto directa", expone la presidenta de Rosa Sensat, que aclara que, pese a no haber hecho un análisis exhaustivo, desde la asociación sí que han puesto esta problemática varias veces sobre la mesa. De hecho, apunta a cuatro grandes motivos: la incapacidad del sistema para adaptarse al aumento de complejidad en las aulas; la falta de consenso en el ámbito pedagógico; la sobresaturación de las direcciones y la pérdida de reconocimiento social sumado al aumento de la exigencia de algunas familias.

"No podemos atender la realidad que tenemos en las aulas de la misma manera que lo hemos hecho siempre, porque ahora la realidad es otra. Por tanto, lo que nos servía antes, ahora ya no nos sirve", describe Hurtado . E insiste: "Hay todo un proceso de cambio que quizás no estamos haciendo bien. No se ha hecho un análisis profundo para poder actuar de forma efectiva". En este sentido, apunta que, aparte de un buen diagnóstico de las necesidades en el aula, sigue habiendo una falta de recursos. "Antes, una clase de 30 alumnos de instituto, más o menos, la llevabas bien. Ahora hay una diversidad tan bestia y se requiere una atención individualizada tan grande que una sola persona no es suficiente. Con la complejidad actual necesitamos un incremento de recursos", afirma.

Según Hurtado, esta falta de manos y el pulso constante que se ha vivido especialmente en los últimos dos años respecto a cómo debe ser el proyecto educativo de cada escuela e instituto acaba haciendo que el docente "no disfrute de su trabajo y eso le acabe pasando factura". A esto hay que sumar un nuevo factor que el sector educativo lleva tiempo alertando: la función de las direcciones escolares ha quedado desdibujada, en parte porque deben asumir una gran cantidad de gestiones burocráticas. El propio departamento de Educació ha anunciado recientemente la puesta en marcha de un plan para "desburocratizar los centros". Todo ello hace que "la soledad del maestro crezca junto a la falta de sensación de formar parte de un equipo", apunta la maestra. Coincide la portavoz de USTEC, si bien asegura que, a su juicio, se ha perdido democracia en los centros y ha habido "un aumento del autoritarismo que han pagado los claustros, que viven situaciones de presión".

"No hemos sabido transmitir las dificultades que tenemos"

Más allá de las necesidades del sistema, desde la asociación de maestros tampoco son ajenos a una realidad evidente como es que los malos resultados educativos han hecho que el foco se ponga en el trabajo de los docentes. "Está creciendo el poco reconocimiento social hacia nuestra profesión", lamenta Hurtado, quien admite que han notado un aumento de la exigencia por parte de las familias. "Hay un choque importante. En la docencia, lo peor que nos puede pasar es la pérdida de confianza de las familias hacia los institutos y en las escuelas. Esto hace que te sientas cuestionado como profesor y como maestro y es una presión bestial ".

Ahora bien, la presidenta de Rosa Sensat puntualiza que esto no es una crítica amplia contra las familias y añade: "Quizá no hemos sabido transmitir las dificultades que tenemos". "La sociedad ve los reproches que nos hacemos unos a otros y piensan: estos sólo quieren vacaciones, tienen poco trabajo y buen horario... Ésta no es nuestra realidad, pero hemos tenido un debate poco profundo que ha hecho que esta sensación cuaje a la sociedad. Debemos detenernos y explicarlo bien", concluye.

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