El reto de combatir la multirreincidencia


No cabe duda de que la lucha contra el fenómeno de la multirreincidencia en hurtos es uno de los objetivos prioritarios de las fuerzas de seguridad, porque más allá del daño concreto en cada robo provocan una fuerte sensación de inseguridad, lo que acaba dañando también la convivencia. En Catalunya se producen 23 hurtos cada hora, diez de ellos en Barcelona, que es el epicentro de este tipo de delincuencia. El ARA se intenta aproximar a esta realidad a través de un dossier que pretende identificar sus causas y también las soluciones que se pueden poner.
En cuanto a las causas, además de la pobreza y la exclusión que siempre hay que combatir, parece bastante claro que la acción combinada de la policía y la justicia en el momento actual no constituye un factor disuasorio lo suficientemente importante. "Les sale a cuenta robar" es una frase habitual de los mandos policiales cuando se refieren al medio millar de multirreincidentes que actúan en Barcelona y que en su gran mayoría son viejos conocidos de los Mossos. También hay factores sociales y relacionados con la droga, evidentemente, pero hay que admitir que todavía no se ha encontrado una manera efectiva para desincentivar este tipo de delincuencia. Para muchos de ellos es un estilo de vida, y tienen la sensación de que las condenas e incluso el paso puntual por la cárcel no son razones suficientes para dejarlo. Hay que tener en cuenta que con una sola vez puede ganar mucho dinero, y más en una ciudad como Barcelona, llena de turistas con un nivel adquisitivo alto y que llevan consigo objetos valiosos, como relojes de más de 100.000 euros.
Ante esto, la administración de justicia se está poniendo las pilas para acelerar la celebración de juicios rápidos y los Mossos hacen cada vez más detenciones. Pero todavía existe un decalaje demasiado grande. Un juicio rápido que debería celebrarse en dos semanas puede acabar tardando aún más de un año. La ciudad de Barcelona, y sobre todo los espacios con mayor afluencia de turistas, es el escenario de una especie de gran juego del gato y el ratón entre policía y ladrones. Las cifras se reducen poco a poco, desde el pico que se dio en el 2019, pero es evidente que todavía hay mucho trabajo por hacer y, como ocurre en algunos lugares como el aeropuerto, los delincuentes también se adaptan y mueven su actividad hacia zonas menos vigiladas.
Ante esto, ¿qué se puede hacer? Pues, como siempre ocurre, no hay soluciones mágicas, pero sí es cierto que hay que acabar con la sensación de impunidad, el clásico "entran por una puerta y salen por otra", que se da por el hecho de que no son delitos graves y que no siempre es fácil calcular el valor de los objetos robados, que es una variable clave para poder enviarlos a la cárcel. Seguramente nunca se podrá reducir a cero la delincuencia en una ciudad como Barcelona, pero sí se puede lanzar el mensaje de que la policía está abocada y que la justicia es ágil y contundente. También será necesario invertir en itinerarios sociales para quienes quieran dejar atrás este tipo de vida y se quieran reinsertar. Y sobre todo no hacer caso a quienes digan que tienen soluciones milagrosas tipo Trump, porque es mentira.