Ocho de cada diez personas que ocupan por necesidad sufren problemas de salud mental
Ser mujer, migrante y sin papeles son factores para quedar en la vulnerabilidad social
BarcelonaLas personas que ocupan una vivienda por necesidad tienen mayores problemas de salud mental que la población general. Concretamente, entre las mujeres el sufrimiento se multiplica por tres (hasta el 83%, por el 30% de media de mujeres) y, entre los hombres, debe multiplicarse por cuatro (85%, por el 21%), según un estudio elaborado conjuntamente por el Observatorio Desca, Ingeniería Sin Fronteras, la PAH de Barcelona, la Alianza contra la Pobreza Energética y la Agencia de Salud Pública de Barcelona. "Tengo los nervios de punta, vivo secuestrada en casa por miedo a que si salgo, entren". El relato lo hace Laura Tamayo, de 51 años y madre de cinco hijos, que sin permiso de residencia ni posibilidades de trabajar, se vio obligada a ocupar una vivienda en Hospitalet porque la única alternativa que les quedaba en la familia era sobrevivir en la calle. A Tamayo se la come la ansiedad de noche y de día, la inquietud de no poder dar a sus hijos (de 8 a 29 años) alguna de las cosas que piden. Ningún lujo, pero dice que "a veces no tiene ni un euro" para comprar un chocolate.
En esta familia, que se complementa con un marido que intenta llevar unos ingresos con lo que gana en la chatarra, se sobreponen los diferentes factores que alimentan la vulnerabilidad: desde la falta de una vivienda digna, a la falta de trabajo y de papeles de residencia, o la pobreza energética. Si, además, a estos elementos se les suma el hecho de ser mujer y madre, la precariedad es aún mayor y la salud mental está más afectada. Pero, según el informe, del sufrimiento emocional por no disponer de un hogar seguro no escapan los nacidos en el Estado español que viven en una infravivienda, que presentan ligeramente una salud mental más mala que los extranjeros porque cargan un sentimiento de culpa y vergüenza.
La rueda de la vulnerabilidad
Para Lucía Delgado, investigadora del Observatorio DESC, estas familias en las que se juntan varios factores de pobreza tienen tantas carencias de oportunidad para poder normalizar su vida, que casi se les condena a no salir de la rueda de la vulnerabilidad. Entre las dificultades que encuentran estas personas hay un abanico de discriminaciones que van desde la de conseguir alquilar un piso hasta la que perpetran las administraciones públicas a la hora de negar el derecho al empadronamiento o rechazar el acompañamiento que precisan para solucionar sus deficiencias. Tamayo lo pone en primera persona: "He recibido muchos nos, yo; la trabajadora social me dice que lo que deben hacer mis hijos es dejar de estudiar y ponerse a trabajar, y eso duele".
Tanto Tamayo como su marido tienen problemas de salud mental a causa de la situación de vulnerabilidad. Pero a menudo este malestar se trata con ansiolíticos y tranquilizantes: "Se medican problemas sociales sin un tratamiento psicológico", advierten de nuevo Tamayo relata como cuando acudió al médico le dieron una medicación para compensar la tensión arterial y que en ningún caso la han dirigido a un centro de salud mental para adultos. La solución para los afectados es realizar terapias grupales, el apoyo mutuo para poder subsistir. al malestar emocional.