Una familia que todo el mundo conocía, pero nadie sabe dar ningún detalle

Las dos chicas asesinadas en Pakistán se habrían marchado de casa de los padres hacía meses

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Minuto de silencio ante el Ayuntamiento  de Terrassa por el asesinato de las dos chicas en el Pakistán.

Terrassa"Yo conocía a una de las chicas", contesta enseguida la propietaria de una tienda donde se arregla ropa en la calle Consell de Cent de Terrassa, cuando se le pregunta por Arooj y Anisa Abbas, las hermanas de 24 y 21 años asesinadas en Pakistán de quien todo el mundo habla estos días. La tienda, decorada con delicadeza, está a pocos metros de donde vivían las dos jóvenes. “Cuando digo que la conocía, quiero decir que la veía pasar por delante de la tienda cada día”, rectifica entonces la mujer, cuando ve que esta periodista empieza a ametrallarla a preguntas. “A veces estaba con su padre en el supermercado y parecía muy risueña. Pero nunca intercambié una palabra con ella”, aclara.

El supermercado del que habla es uno de aquellos pequeños comercios de alimentación donde hay tantos productos metidos en las estanterías que es imposible no encontrar lo que buscas. Está cerca, unos metros más allá, en la rambla de Francesc Macià. El padre de las chicas, Ghulam Abbas, trabajaba allí y una de ellas también trabajó durante una temporada: Anisa, la más pequeña.

“¿La familia paquistaní? Yo también la conocía”, apunta otra mujer que está en la tienda porque debe de querer arreglar algo y ha escuchado la conversación. “Un hijo trabajaba en el [supermercado] Condis que hay aquí cerca. Tenía el pelo largo”, describe poniéndose las manos a la altura de los hombros para indicar que el joven realmente tenía una buena cabellera. “Un día me sirvió el pan con la mascarilla bajada y le dije: «Por favor, ¿te puedes poner la mascarilla bien?»”, continúa explicando.

En el gimnasio Shark también conocían a la familia. Los dos hijos mayores, que supuestamente habrían participado en el asesinato de sus propias hermanas, iban a hacer músculo. El gimnasio está situado en una primera planta en la esquina de la calle Consell de Cent con la rambla de Francesc Macià y desde el exterior se puede escuchar perfectamente la música chumba-chumba al ritmo de la que se entrenan los que están allí sudando la gota gorda. “Venían de forma esporádica”, explica Marc, un joven de bíceps prominentes que es uno de los propietarios del gimnasio. “Casi no sabían hablar castellano, así que su padre venía a pagar y me avisaba de que los hijos vendrían más tarde”, añade. Según dice, los jóvenes no estaban cuadrados como él, ni mucho menos. “Eran delgaduchos. Venían aquí ya vestidos de deporte, hacían pesas y se iban. No usaban el vestuario ni hablaban con nadie”.

En definitiva, muchos en el barrio de Sant Pere Nord de Terrassa tenían vista a la familia Abbas, pero es imposible encontrar a alguien que pueda dar algún detalle que explique un crimen tan bestia. Solo el propietario del supermercado donde trabajaba el padre de las chicas, Ulfad Raja, que también es de Pakistán, puede aportar alguna información. “La hija pequeña, Anisa, vino a Terrassa hace unos cinco años y después volvió a Pakistán a casarse. La más mayor, Arooj, ya llegó casada hace unos dos años”, detalla. Se supone que las dos fueron casadas a la fuerza. El hombre sigue explicando que las dos jóvenes tenían novio aquí, que Anisa hacía un año que no vivía con su familia y que Arooj también se marchó de casa hace unos cinco meses. “El padre estaba enfadado con ellas por eso”, admite. Y sus hermanos también se oponían fuertemente a la decisión de las chicas hasta el punto que el más mayor de ellos apuñaló a un chico paquistaní que mantenía una relación con una de ellas.

El padre, que es quien podría arrojar un poco de luz, no se deja ver ante la prensa. Desde que se dio a conocer el doble asesinato, no ha vuelto a pisar el supermercado donde trabaja y, cuando se pica a la puerta de su casa, nadie abre. Con quien sí que ha hablado es con los Mossos, que le han tomado declaración en el marco de la investigación que han abierto para averiguar cómo se gestó el viaje de las jóvenes. Ayer los agentes pudieron hablar con la madre, que sigue en Pakistán, y que habría confirmado que el viaje fue una trampa que acabó siendo mortal para sus hijas.

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