Gil Arias Fernández: "Es imposible impermeabilizar la frontera, incluso con un número exagerado de guardias"
Ex número dos de Frontex
BarcelonaGil Arias Fernández fue número dos de la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (Frontex) durante ocho años, y durante uno la dirigió de forma interina. Con 69 años y ya jubilado, habla sin pelos en la lengua sobre un organismo que el sábado pasado cumplió dos décadas, marcado por la opacidad y acusado de ser cómplice de la violación de los derechos humanos. El informe Frontex: el guardián descontrolado, realizado por la Fundación por Causa en 2021, lo evidencia. ¿Ha cambiado algo desde entonces?
El presupuesto de Frontex se ha multiplicado casi por diez en una década: en el 2014 era de 94 millones de euros, y este año alcanza los 922.
— Frontex ha aumentado su personal y eso comporta también un incremento muy importante del presupuesto.
¿El aumento está justificado?
— Frontex quiere tener un cuerpo permanente de 10.000 agentes. Esto, le aseguro, es más personal del que se necesita y no es una iniciativa de la agencia, sino de la Comisión Europea. De esta forma la señora Von der Leyen y los responsables políticos de los estados miembros tienen la excusa perfecta: pueden decir que han hecho todo lo que han podido y que la responsabilidad es de Frontex. Mientras estuve en la agencia, sentí que se nos utilizaba: se nos daban medios no reclamados con el fin de salvar los muebles. Yo he visto cómo nos han incrementado el presupuesto cuando no habíamos podido ejecutar todo el presupuesto del año anterior.
¿Significa eso que los 10.000 guardias fronterizos que está previsto que Frontex tenga no son necesarios?
— Si la agencia pudiera hacer lo que pretendía su anterior director, el francés Fabrice Leggeri, y lo que quieren algunos estados miembros de establecer una red de patrullas, pero no en las costas europeas, sino en las africanas para que no salga nadie, entonces sí puede necesitar ese número de guardias, siempre que haya medios suficientes para poder patrullar. Porque si tengo 10.000 policías y no tengo barcos, no me sirven de nada. Aún así, el presunto objetivo de inmigración irregular cero es imposible de conseguir. Incluso con una capacidad de medios exagerada, es imposible impermeabilizar totalmente la frontera. Sólo se pueden evitar las llegadas si evitas las salidas. Una vez la embarcación está en el mar, no puedes obligarla a dar marcha atrás. Por eso, uno de los objetivos que tienen la Unión Europea y los estados miembros es llegar a acuerdos con países vecinos de la ribera sur para que realicen el trabajo de control fronterizo.
El trabajo sucio.
— Sin duda, esto tiene connotaciones muy serias para los derechos humanos.
Usted ha acusado a Frontex de ser cómplice de la violación de los derechos humanos.
— Mi crítica no era hacia la agencia sino hacia la persona que la dirigía en ese momento, Fabrice Leggeri, que miró hacia otro lado aunque tenía conocimiento de que se habían producido infracciones reiteradas por parte de las autoridades griegas. Se escondieron o se desviaron informes de agentes de Frontex que trabajaban en la zona y que presenciaron malos tratos a los inmigrantes. El director de la agencia o quienes seguían sus órdenes hicieron todo lo posible para que estos informes no tuvieran ninguna consecuencia.
¿Qué garantías tenemos de que esto no ocurre ahora?
— Ninguna. Podría estar pasando y no lo sabemos. Es cierto que ahora existen más elementos de control: Frontex ha cambiado su equipo directivo y su oficina de derechos fundamentales dispone de entre 30 y 40 monitores.
¿Estos monitores son suficientes para controlar a todo el personal de Frontex?
— No se trata de que controlen a todo el personal, sino que observen las operaciones y comprueben que no se cometen infracciones. La agencia tiene ahora 19 operaciones en marcha. Treinta o cuarenta observadores no son muchísimos, pero puede haber uno en cada operación, algo que antes no era posible. Pero más importante que esto es que en Frontex existan vías transparentes y fiables para que los informes sigan su curso. En el pasado, los guardacostas griegos hicieron devoluciones en caliente, los barcos coordinados por Frontex lo presenciaron, pero los informes remitidos por sus agentes no llegaron a ninguna parte.
Cuando usted era número dos de Frontex, los guardias fronterizos de la agencia no iban armados. ¿Por qué lo van ahora?
— No veo la necesidad de que vayan armados. Hubo un tiempo en el que, cuando se realizaba una operación de rescate, los inmigrantes eran subidos a bordo de una patrullera europea para trasladarlos al tierra, y la embarcación en la que iban se remolcaba para destruirla. Las mafias libias disparaban entonces al aire para evitarlo y reutilizar la embarcación. Ni en esas ocasiones creímos necesario que el personal de Frontex fuese armado.
¿Las funciones de Frontex son vigilar las fronteras de la UE, impedir la entrada de personas de forma ilegal y coordinar los vuelos de devolución?
— Se han ampliado sus obligaciones. Por ejemplo, se le han otorgado competencias en salvamento marítimo.
¿Y todo eso cómo lo hace? ¿Cómo hace los vuelos de devolución?
— Antes lo hacía cuando dos o más estados miembros tenían gente para ser retornada. La decisión de expulsión es nacional, no de Frontex. La agencia ponía a su disposición un vuelo chárter que hacía escala en los diferentes estados para recoger a los inmigrantes y los trasladaba al país de origen. Ahora la agencia puede proponer a los estados miembros, aunque sólo sea uno, realizar estos vuelos.
¿Y cómo vigila las fronteras?
— La agencia elabora análisis de riesgo, es decir, hace una predicción de lo que puede ocurrir al año siguiente. Por ejemplo, en función de los acontecimientos de Oriente Próximo, puede prever una salida masiva de personas que busquen refugio y que intenten entrar en la Unión Europea por las fronteras balcánicas o de Turquía. De acuerdo con estos informes, organiza operaciones de patrulla y vigilancia y refuerza los servicios de recepción en los estados miembros.
¿En España tiene operaciones?
— Sí, en el Mediterráneo hay una casi permanente, Indalo, que cuenta con aviones de vigilancia, barcos para patrullar en alta mar y en las aguas jurisdiccionales españolas, y agentes que son expertos en entrevistas o en reconocimiento e identificación de los inmigrantes.
Y en Canarias, ¿dónde ahora llegan tantos cayucos?
— Durante muchos años hubo la operación Hera, fruto de un acuerdo entre España y Senegal, que permitía que medios europeos patrullaran en aguas jurisdiccionales de Senegal. Ahora, en cambio, sólo hay agentes de Frontex en las islas, que ayudan a la policía a identificar a las personas que llegan, y a determinar si son personas susceptibles de tener derecho de asilo, o si, por el contrario, son inmigrantes económicos y es necesario proceder a su devolución.
Frontex afirma que España no le ha pedido formalmente más ayuda en Canarias, mientras que el ministro del Interior español asegura lo contrario. ¿Quién miente?
— Yo no tengo una bola de cristal para saber quién miente, pero puedo dar algún elemento para aclararlo. No es cierto que, para que Frontex realice una operación, deba pedirla el estado miembro. Me da la sensación de que el desacuerdo se centra en que a las autoridades españolas les interesaría que Frontex patrullara las aguas mauritanas para evitar las salidas de inmigrantes, pero esto no es posible actualmente porque no existe un acuerdo con las autoridades de ese país. Es decir, lo que España quiere, la agencia no puede hacerlo. Y lo que la agencia puede hacer no da un valor añadido a España.
¿De qué nacionalidad son los agentes, barcos y aviones de Frontex que operan en España?
— Los medios desplegados pueden ser de España, de cualquier otro país de la Unión Europea o de empresas privadas contratadas por Frontex para realizar las operaciones. Y los agentes pueden ser también españoles o de otras nacionalidades.
¿Y a quién rinden cuentas?
— El país anfitrión de la operación es siempre el responsable. Se crea un centro de coordinación, donde existe un responsable del país y un representante de cada uno de los estados miembros que participan en la operación. Pero la responsabilidad última es del país anfitrión.
Por tanto, si un barco de Frontex no ofrece auxilio a una patera con problemas, ¿la responsabilidad no es de Frontex, sino del país donde se realiza la operación?
— Exacto.