Luz verde a la vacuna de la malaria que salvará a miles de bebés y niños
La OMS recomienda el uso de Mosquirix a gran escala después de mostrarse eficaz para prevenir el 40% de las infecciones
BarcelonaLa Organización Mundial de la Salud (OMS) ha recomendado por primera vez en la historia el uso a gran escala de una vacuna contra la malaria. Se trata de la RTS,S/AS01, conocida por el nombre comercial de Mosquirix y desarrollada por la farmacéutica británica GlaxoSmithKline. Esta es la primera vacuna exitosa contra un parásito que afecta a los humanos y la primera que se destinará a la prevención del paludismo. De hecho, ha demostrado ser eficaz para prevenir hasta un 40% de las infecciones por malaria, tal como constatan los resultados de los programas piloto de vacunación masiva en Ghana, Kenia y Malawi, donde se han administrado 2,3 millones de dosis a 800.000 niños en dos años.
A pesar de que han hecho falta casi cuatro décadas para conseguirlo, por fin los niños de África podrán disponer de una vacuna que los proteja de esta enfermedad parasitaria altamente mortal, que se propaga por la picadura de mosquitos chupones de sangre y que día tras día llena de enfermos jóvenes los hospitales. Las autoridades sanitarias calculan que más de 260.000 menores de cinco años mueren de malaria anualmente en el continente africano.
El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha anunciado este miércoles que la vacuna ya se puede desplegar a gran escala en África subsahariana y en otras regiones con una transmisión de malaria entre moderada y alta. "Es un momento histórico. La esperada vacuna contra la malaria para niños es un avance para la ciencia, la salud infantil y el control de la malaria. Se podrán salvar decenas de miles de vidas jóvenes", ha afirmado. La malaria o paludismo es una de las principales causas de muerte en África: afecta a 229.000 personas anualmente y representa una de cada cinco muertes de menores de edad.
"Hoy es un día histórico y un triunfo de la OMS, que siempre está en el punto de mira. Después de muchos años de trabajo para desarrollar esta vacuna específica, y viendo cómo las del covid solo han tardado seis meses en desarrollarse y utilizarse, finalmente los niños africanos tendrán una vacuna que los protegerá de las formas más graves de la malaria", afirma Quique Bassat, el director del programa de malaria del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundació La Caixa. A pesar de que la eficacia de las vacunas es subóptima respecto a la de otros preparados que se usan para otras enfermedades –en los ensayos prometía una protección que oscilaba entre el 30% y el 50% y la realidad ha recortado un poco esta cifra–, Bassat recuerda que es la primera generación de estas vacunas y que se irán perfeccionando.
La complejidad biológica del parásito de la malaria (tiene más de 5.000 antígenos contra los cuales podría dirigirse la vacuna) y la falta de financiación han obstaculizado durante años la consecución de esta vacuna. Lejos de asemejarse a las del coronavirus, que usan tecnologías mucho más modernas como el ARN mensajero, Mosquirix sigue un modelo mucho más clásico: está hecho con proteína recombinada y un adyuvante. "Cuando se inyecta, la vacuna solo expresa un antígeno y necesita un adyuvante para potenciar que el sistema inmunitario innato despierte el sistema inmunitario adaptativo y se puedan generar los anticuerpos y las células de memoria que pueden luchar contra la infección", explica la inmunóloga experta en malaria Carlota Dobaño. Ahora bien, como necesita los dos elementos, su composición es menos estable y hay riesgo de que el antígeno no sea lo suficientemente potente como para inducir la inmunidad.
Segura, eficiente y eficaz
En el año 2019, la OMS aprobó el uso de la vacuna contra la malaria, pero lo limitó a tres países porque, según dijeron sus asesores, necesitaba más información sobre sus efectos antes de emitir una recomendación a gran escala. Un aval que ha llegado este miércoles, tal como había calendarizado el organismo. Según explica Dobaño, había tres elementos que el organismo quería estudiar antes de dar más pasos. "En primer lugar, detectaron que algunos niños vacunados sufrían meningitis y malaria cerebral, unas señales de seguridad que no se acababan de explicar. Este factor era muy importante para continuar con el programa de inmunización, y finalmente se ha descartado cualquier asociación", dice la inmunóloga.
En segundo lugar, la OMS quería comprobar que los gobiernos de los países africanos eran capaces de desplegar puntos de vacunación, dado que hay muchas zonas rurales en las cuales los sistemas sanitarios son muy deficientes. "Ghana, Kenia y Malawi han demostrado que pueden hacerlo y que es eficiente: todos los costes y las inversiones salen a cuenta", añade. Para acabar, pero no menos importante, se quería calibrar el impacto en la salud de los niños. "Y esto también se demostró: la vacuna evita cuatro de cada diez infecciones y una de cada tres enfermedades graves", dice Dobaño, que si bien admite que son cifras porcentualmente bajas, destaca que son bastante significativas para avanzar en el programa de inmunización. "Son un primer paso", insiste. Ahora, avisa, habrá que garantizar la producción de estas vacunas y establecer criterios de priorización, pero sobre todo habrá que conseguir más financiación para que este hito histórico realmente cambie la vida de miles de niños.