¿Por qué es tan importante el Vall de Ebo para el País Valenciano?
El territorio de la Marina Alta presenta una configuración cultural y territorial que la diferencian del resto
ValenciaLa Marina Alta atraviesa momentos complicados. “Es una situación muy grave. Nos recuperaremos, pero necesitamos mucha ayuda”, comentaba con lágrimas contenidas Lorena Jiménez, alcaldesa del Vall de Ebo, que ha visto como en la última semana los incendios han dejado un registro de 12.000 hectáreas calcinadas en su municipio. Todos los indicadores apuntaban a que se estaba produciendo la quemada de terreno más extensa en el País Valenciano en la última década, hasta que se inició un nuevo fuego, en Bejís (Castelló), que ya ha superado el fuego de Ebo –ha quemado casi 19.000 hectáreas– y que ahora amenaza el paraje natural de la sierra Calderona.
Quizás la importancia de la localidad alicantina del Vall de Ebo es desconocida para el público en general. Al producirse un incendio, la atención se dirige hacia el peligro que puede sufrir la población, los inmuebles, la flora y la fauna de un territorio, y a menudo se abandona una parte de los territorios afectados que es imprescindible: su historia y su patrimonio cultural y social.
El Vall de Ebo es una de los cinco valles del interior de la Marina Alta. Todos estos valles eran andalusís hasta que Felipe III decretó la expulsión de los moriscos en 1609. A diferencia de ciudades tan importantes como Pego o Murla, que presentaban una población mixta –es decir, convivían cristianos y moriscos–, en el Vall de Ebo y en los alrededores la población permaneció hasta el momento de la expulsión puramente andalusí. Este hecho hace que la influencia musulmana en muchos de los aspectos de esta zona sea inevitable, sea en la división de termas, en la configuración del terreno o en la lengua y las costumbres.
Después de la expulsión de 1609, que produjo el éxodo de más de 300.000 personas, el Vall de Ebo, así como el resto de los valles limítrofes, quedó completamente vacío. Fue entonces cuando, al estilo de Jaime I, se decidió repoblar el territorio con habitantes de las Islas Baleares, sobre todo mallorquines y, en menor medida, menorquines. “El impacto de los repobladores perdura hasta nuestros días y ha dejado una serie de tradiciones, particularidades y comidas baleares en el territorio alicantino”, dice Joan Miquel Almela, archivero municipal de Pego y uno de los referentes a los cuales acudir para tratar temas históricos y sociológicos de la Marina Alta. De este modo, y según narra el licenciado en humanidades, la “particular combinación” de religiones, culturas y poblaciones hace del Vall de Ebo y de la Marina Alta un territorio la importancia del cual trasciende fronteras medioambientales y paisajísticas.
La ganadería como elemento vertebrador
El Vall de Ebo no se reduce a un solo municipio, sino que comprende una serie de accidentes geográficos y de núcleos de población y fauna que la diferencian de otras zonas. En este sentido, un elemento actuó, tal como explica Almela, como “verdadero elemento vertebrador del territorio”. Este fue la ganadería, que permitió vincular la población del Vall de Ebo con la otros municipios y ciudades, especialmente con Pego. Una ganadería que todavía está bastante presente en el territorio tragado ahora por las llamas, a través de la asociación Pego Viu, que vela por la preservación del territorio, el cuidado del medio ambiente, la continuación de las tradiciones agrícolas y ganaderas, y, especialmente, la correcta gestión forestal de la zona. En estos días de incendio, sus integrantes han participado activamente ayudando en aquello que podían a los servicios de extinción y de seguridad. “Nosotros ya nos organizamos después de los incendios de 2015, que quemaron prácticamente el mismo. Fue un golpe muy duro y vimos que la gestión forestal del territorio no era la adecuada. Por eso creamos Pego Viu”, dice Néstor Portes, presidente de la asociación.
Y después de Vall de Ebo y Bejís, los fuegos atacan Olocau y, por lo tanto, el paraje de la sierra Calderona y del Campo de Turia. Con esta última alerta son cuatro los incendios que se han producido en el País Valenciano en las últimas dos semanas. Se han quemado más de 33.000 hectáreas. Los Bomberos han informado en las últimas horas de que el incendio de Vall de Ebo estaba controlado y de que el de Bejís evolucionaba “favorablemente”. El incendio de Les Useres, en L'Alcalatén (Castelló), ya se declaró extinguido. Ahora solo queda poner fin a las llamas que amenazan la sierra Calderona.
En el seno de todos estos incendios se esconde un problema de fondo: el progresivo abandono de las tierras y el desinterés de la sociedad para cultivarlas, entenderlas y cuidarlas. El País Valenciano tiene un terreno rico y diverso, tanto en fauna como en flora, muy diferenciado en sus diferentes alturas. Si se abandona de este modo estará perdiendo, en cierto modo, una parte de su cultura, de su ser.