La costa catalana se deshace: ¿estamos a tiempo de salvar todas las playas?
Ingenieros catalanes alertan de que el litoral está debilitado por los temporales y reclaman un plan conjunto entre el Estado y la Generalitat para protegerlo

BarcelonaCinco años después del temporal Gloria, que provocó ventoleras de hasta 80 km/hy oleadas de 7 metros de altura que llegaron a tragar playas, el Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos hace una advertencia: las infraestructuras y estrategias pensadas para paliar los efectos de los fenómenos meteorológicos en el litoral catalán están obsoletas y. Según el grupo de trabajo sobre el litoral, costas y playas del ente colegiado, Cataluña necesita repensar y aplicar medidas inspiradas en el comportamiento de la naturaleza para proteger los entornos de costa del país –la mayoría en retroceso– para que resistan los embates de la crisis climática, que se espera que sean cada vez más graves y frecuentes.
El nivel medio del mar ha ido subiendo 4 milímetros cada año en la última década y esto cambiará la forma de la costa catalana. "Lo peor está aún por llegar y tenemos que asumir que no podemos luchar siempre contra la naturaleza y creer que podemos mantener todas las playas tal y como las conocemos de forma indefinida", admite el director del Laboratorio de Ingeniería Marítima del Colegio, Agustín Sánchez-Arcilla. Sin embargo, el experto descarta condenar su futuro: "Tenemos los recursos y la tecnología para reconstruirlas".
Sánchez-Arcilla se refiere a medidas que retengan o redistribuyan los sedimentos, mediante dunas de vegetación o prados submarinos o aumentando el volumen de arena en primera línea en función de la dirección de las previsiones de temporal, o que recuperen (cuando o sea posible) espacio en las urbes. Si bien admiten que éstas son soluciones más lentas, tienen efectos más duraderos y con mayor capacidad de adaptación a los cambios climáticos.
Los ingenieros catalanes reclaman un cambio de paradigma para que el Estado –que gestiona la arena–, la Generalitat –que se ocupa de la ordenación territorial– y los municipios colaboren para restaurar el litoral y se avancen en la urgencia y las respuestas a corto plazo. El documento –elaborado por una veintena de profesionales, algunos de los cuales trabajan en las administraciones– defiende la necesidad de diseñar un plan integral para responder a las amenazas de los temporales. También propone un sistema de monitorización continua con pruebas piloto para evaluar la eficacia de las diferentes soluciones en función de cada tramo de costa y un sistema de alertas tempranas que se acompañe de una financiación planificada. "Normalmente, actuamos una vez se ha producido el daño, y necesitamos actuaciones conjuntas para dejar a las siguientes generaciones la costa que hemos disfrutado nosotros", dice Sánchez-Arcilla.
Medidas adaptadas a cada tramo
Históricamente, la costa catalana ha sido un entorno altamente ocupado por la actividad económica. En el último siglo, su fisonomía se ha redibujado con numerosas barreras artificiales como puertos, obras de defensa e infraestructuras urbanas viarias y ferroviarias, así como una explotación de los terrenos para el sector turístico y de servicios muy vinculados al ocio. Todo ello ha alterado la dinámica natural de los sedimentos y, en algunos puntos, han puesto en riesgo la existencia del cordón de arena que rodea a las playas y los municipios que se protegen detrás.
En zonas altamente urbanizadas, como Barcelona, donde prácticamente no hay espacio detrás y los daños en caso de temporal pueden ser graves, los ingenieros admiten que no queda más opción que recurrir a rompeolas, espigones o diques para intentar fijar la línea de costa. Sin embargo, advierten que la mayoría fueron diseñadas para proteger la costa de los temporales de levante, pero no garantizan la protección frente a los temporales de sur, cada vez más frecuentes.
Muchas otras playas han quedado encorsetadas por el retroceso de costa y las construcciones humanas. El ejemplo más claro es el Maresme, donde no sólo hay zonas urbanizadas residenciales o de servicios, sino que junto al litoral se encuentran las vías del tren de Cercanías y la carretera. En casos como estos, que Sánchez-Arcilla califica de playas rigidizadas, pueden plantearse soluciones más bioambientales, como erigir marismas en los tramos más recortados, ya que son ecosistemas que pueden subir de forma natural con el nivel del mar y tienen capacidad de defenderse y reconstruirse completamente solas.
En playas con déficit de arena y muy bajas, como sería la zona del delta del Ebro, se han realizado varias pruebas piloto sobre la aportación de arena limitada imitando pequeñas dunas que ya existían en 1945, según las fotografías aéreas de la zona. "Esto ya se está haciendo también en la costa de Girona y funciona muy bien porque se requiere menos volumen de arena, se abaratan los costes y tiene menos impacto medioambiental", concreta Sánchez-Arcilla.
¿Se podrán salvar todas las playas? El experto se agarra al "optimismo ingeniero" y no es partidario de hablar de dejar morir paseos marítimos o que la línea de costa quede tragada por el agua. No es tampoco una idea que pueda convencer a los ayuntamientos de que podrían verse afectados. Sin embargo, Sánchez-Arcilla admite que "no se puede defender todo a la vez". "Hay carriles bici en primera línea de playa que son un lujo", pone como ejemplo. Cada vez es más habitual que camiones cargados de sedimentos restauren el terreno arenoso de las playas, y desde finales del Gloria, se ha ido popularizando la colocación de sacos de arena (similares a los escombros) para proteger los tramos debilitados de cara a próximas tormentas.
Sin arena para todos
Los expertos lamentan que las actuales intervenciones para mantener las playas con arena, pese a ser continuadas, son insuficientes. Además, el gobierno español ya ha avisado de que no hay arena suficiente (o al menos sería carísimo) para rellenar todas las playas afectadas por los temporales. Y, en este punto, los ingenieros dan un toque de atención: no existe un plan que se dirija a la raíz del problema, pero tampoco un enfoque político sensible a la crisis climática.
En primer lugar, señalan los ingenieros, hasta ahora la gestión costera en Cataluña se ha centrado demasiado en la franja litoral y se ha menospreciado la restitución de los caudales sólidos de ríos y rieras, que son los que garantizan la aportación regular de sedimentos y la preservación de los procesos naturales de autodefensa. Además, la gestión de las cuencas hídricas ha priorizado el abastecimiento y calidad del agua y la prevención de inundaciones en detrimento del flujo de sedimentos y esto da como resultado una costa con un claro déficit de arena. Por último, los ingenieros suman los temporales de mar, responsables de grandes movimientos de arena y modeladores de la costa.