La frialdad del violador de Igualada: estuvo en los juzgados tres horas después de la agresión
Los Mossos lo señalan como autor de manera “inequívoca” por las 12 muestras de sangre de la víctima en la chaqueta
BarcelonaBrian Raimundo Céspedes escuchó impasible, como si no tuviera nada que ver con él, el relato de “terror” que la víctima de Igualada hizo durante su declaración judicial, el pasado martes. No es el único indicio que evidencia la frialdad del hombre. Las pruebas recogidas en el sumario de la investigación, al cual ha tenido acceso el ARA, también apuntan lo mismo. Justo el día siguiente de la brutal agresión a la menor, el detenido –que continúa en prisión provisional– fue a los juzgados de Igualada para firmar en una de las vistas de seguimiento que se le hacían, porque estaba en libertad vigilada por maltratos a una expareja.
La chica con quién entonces mantenía una relación, que se acabó poco antes de su detención, lo acompañó a los juzgados, según explicó cuando declaró ante los Mossos d'Esquadra. El hombre tenía la cita a las diez menos cuarto de la mañana, tres horas después de haber atacado a la menor y de abandonarla malherida e inconsciente a tocar de un solar del polígono Les Comes. De hecho, por lo que recuerda la expareja de Céspedes, él le explicó poca cosa de aquella noche: tan solo que había salido con dos amigos, que la policía había estado a punto de detener a uno por “haber reventado un coche” y que él se había limitado a “estar por la calle”. No le vio ningún golpe ni marca en ninguna parte y su actitud los días posteriores continuó igual que siempre. Sin remordimientos.
Durante su declaración ante la policía, la joven describió a Céspedes como un chico “narcisista, agresivo y muy imprevisible” y lo acusó de maltratarla hasta cinco veces. La primera, la arrastró escaleras abajo de la finca donde vivían y después de apalearla, la volvió a subir a casa y la agredió sexualmente. “Siempre que venía bebido o estaba celoso me pegaba”, aseguró la chica, que aun así descartó denunciarlo.
Acorralado por el ADN
Los Mossos d'Esquadra arrestaron a Céspedes el 21 de abril. Durante el cacheo en su casa, los agentes localizaron la chaqueta negra que el hombre llevaba la noche de la agresión. Los forenses encontraron doce muestras de sangre de la víctima. Una prueba que, según los investigadores de los Mossos, “evidencia de manera definitiva e inequívoca la presunta autoría del investigado en la agresión de la menor”.
De hecho, para los investigadores no solo las pruebas de ADN acorralan a Céspedes. La geolocalización de su móvil lo sitúa en la zona de la agresión en el momento que se produjo. Además, 155 cámaras de videovigilancia captaron al presunto agresor siguiendo a la víctima la noche de los hechos. Primero a distancia y, después, acelerando el paso hasta que lo tenía prácticamente encima. La ropa que llevaba el hombre de las imágenes coincide con la que llevaba Céspedes aquella noche, según recuerda la expareja, y es también la que se encontró en casa del detenido, que continúa preventivamente en la prisión.
Después de las declaraciones de esta semana, la investigación afronta la recta final. De momento, el juez atribuye a Céspedes un delito de asesinato en grado de tentativa y uno de agresión sexual. La acusación popular, ejercida por la patronal del ocio Fecasarm y la discoteca Èpic, ya ha avanzado que pedirá para él una condena “ejemplar” de más de veinte años de prisión. El abogado y secretario general de la entidad, Joaquim Boadas, insiste que el caso tiene que servir para que ataques de este tipo no se vuelvan a producir en las zonas de ocio nocturno, y reclama más medidas de prevención y concienciación a las administraciones, así como un refuerzo de la vigilancia policial y de las frecuencias del transporte público.