A la 'uni' a los 65 años: "Te das cuenta de que el cerebro funciona igual y de que tienes ganas de salir de casa"

Hay unos 18.000 estudiantes sénior, el 6% de la población universitaria total

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Mercè Armiñana, la segunda por la izquierda, con sus compañeros de clase.

BarcelonaMercè Armiñana dedica un par de mañanas o tardes a la semana a hacer los trabajos de la universidad del tercer curso de humanidades, la carrera que ha escogido porque "es de letras". Dice que saca buenas notas, porque hace todos los trabajos y se lee todas las lecturas que le piden. Le gusta estudiar antropología, psicología o historia, y también socializar con sus compañeros de clase. "Cada día al salir de la uni vamos a tomar una caña", explica. Sería un día a día normal para cualquier universitario, si no fuera porque Mercè tiene 65 años y es una de los 18.000 estudiantes séniors que hay en las universidades de Catalunya, el País Valenciano, las Islas Baleares y Andorra, que representan el 6% de la población universitaria.

Después de un "trabajo muy exigente", ella decidió estudiar cuando se jubiló: "Cuando te jubilas, tienes la sensación de que algo se está acabando, de que el camino empieza a ir de bajada, pero estudiando te das cuenta de que el cerebro funciona igual de bien, de que si lo alimentas con más conocimientos hace igual de esponja", asegura. Y todo ello, dice, le hace tener "ganas de salir de casa, de estar con gente". "Ir a la universidad me da mucha vida intelectual y social", dice satisfecha. Ahora un estudio de la Facultat d'Educació Social i Treball Social Pere Tarrés (Universitat Ramon Llull) y la Xarxa Vives de Universidades ha constatado que la formación sénior tiene impactos positivos en la salud física y psíquica de los matriculados: los estudiantes pierden miedos y complejos, reducen los sentimientos de ansiedad y depresión, superan situaciones vitales traumáticas, mejoran la memoria y son más receptivos a usar las tecnologías.

Según el estudio, los programas sénior de las universidades, para alumnos de más de 50 años, tienen una función social inclusiva de "devolver a las personas mayores sus derechos de plena ciudadanía". A través de 943 encuestas, el informe concluye que iniciar estudios universitarios, aunque no sean grados formales, se considera "una oportunidad de crecimiento y superación personal", según ha dicho la investigadora principal, Montserrat Garcia. "Hablan de ir a la universidad como de recuperar el tiempo perdido", ha afirmado.

Un colectivo muy feminizado

Se trata de un colectivo con estudios previos (seis de cada diez ya habían estudiado en la universidad) y muy feminizado. El 67% de inscritos de más de 50 años son mujeres, un porcentaje que se explica porque hasta no hace muchos años la universidad se consideraba un espacio "tradicionalmente reservado a los hombres". "En mi época ir a la universidad era inabarcable. Yo hice estudios de asistencia social y secretariado internacional y enseguida me puse a trabajar", dice Mercè. Ahora ha encontrado una nueva oportunidad para expandir su conocimiento y hacer nuevos amigos. Una de las sesiones que recuerda con más entusiasmo es la que compartieron con alumnos jóvenes del grado de humanidades. "Hablamos sobre qué nos angustiaba más de la vida. Ellos estaban preocupados por la muerte de las personas que quieren y no mucho por su futuro laboral inmediato, porque como veían que es difícil encontrar trabajo no tenían prisa, sino que querían vivir muchas experiencias internacionales y viajar, y nosotros les explicamos que nos preocupaba mucho aprovechar el tiempo y tener salud", recuerda. Según el estudio, el colectivo femenino percibe más beneficios asociados de ir a la universidad.

La pandemia, sin embargo, ha frenado un poco la experiencia universitaria: las clases telemáticas no acababan de funcionar y la mayoría de cursos se suspendieron y, además, las matriculaciones han caído a la mitad este año. En este sentido, los promotores del informe han pedido "más apoyo institucional a los programas sénior", ahora un poco "invisibles", y hacer llegar experiencias como las de Mercè a muchas más personas.

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