Txarly Brown: "Si los músicos no sacaran nada en digital, se arruinarían cinco personas en todo en el mundo"
Diseñador gráfico, DJ y experto en rumba
BarcelonaTxarly Brown, nombre artístico de Carles Closa, nos cita en Ultra-Local Records, una pequeña tienda del Poblenou donde se venden vinilos y casetes –sí, casetes– y se dan conciertos de pequeñísimo formato bajo espumillones de fiesta mayor. No se puede pedir más. En una estantería, justo al lado del Motomami de Rosalía, se distingue la portada de Super Soul Gitano, el último disco de Achilifunk, el proyecto de experimentación y difusión de la rumba que Txarly Brown impulsa desde hace más de una década. En su caso, la etiqueta de melómano hace de paraguas de una carrera con diferentes facetas: ha hecho de productor y de DJ, ha diseñado la imagen de muchos grupos, ha empujado a algunos sellos discográficos, tiene un programa de radio y alguien le atribuyó el mérito de ser el tío que más sabe de rumba.
Todo empezó en la Barcelona preolímpica de las tribus urbanas, donde el estilo de música que escuchabas te definía más que cualquier otra cosa. Txarly eligió los sonidos jamaicanos y lo intentó, sin suerte, con los Dr Calypso: "Canté en los primeros bolos del grupo, hasta que la chica con quien salía me pidió que no le hiciera pasar más vergüenza". Después lo probó en Skatalà: hizo una prueba con una trompeta de su primo que él no sabía tocar... y la cosa tampoco funcionó. En cambio, empezó a hacer diseños e ilustraciones para discos y carteles de aquellos grupos y con el tiempo también se convirtió en prescriptor, coleccionista y DJ otros estilos: soul, funky, electrónica, acid-jazz, hip hop y, finalmente, la rumba, de la cual es un pozo de conocimientos y anécdotas.
De hecho, si algo lo diferencia es la capacidad para investigar, para ver qué hay detrás de cada sonido: "Hay gente que sabe tocar un instrumento, pero no le gusta la música y gente que le encanta la música y quizás no sabe tocar ninguno. A mí cuando escucho una canción lo que me interesa es estirar el hilo, saber qué hay detrás, qué conexiones tiene con otros músicos o estilos". Fue así, a través de un amigo a quien le había caído del cielo una colección entera de rumba, como descubrió este nuevo mundo: "Cuando escuché algunos discos de rumba de los 70 me pareció que eran como la música de James Brown pero hecho aquí". A partir de entonces, empezó a hacer proselitismo rumbero: "Aquí la rumba siempre se ha despreciado porque el franquismo la cogió como un icono. Además, hay muchos músicos que no se atreven a tocarla porque piensan que es cosa de los gitanos; cuando un estilo, en realidad, no tiene raza. Si defiendo la rumba es porque me parece que es lo mejor que tenemos para exportar: los grandes hits mundiales que han salido de aquí han estado vinculados a la rumba, desde el Volando voy de Kiko Veneno hasta C. Tangana".
Txarly Brown también se pone fuerte cuando toca hablar de la industria musical. Su pasión por el vinilo, de hecho, es casi contracultural. "Un vinilo editado en los 50 sigue sonando bien ahora, no como la estafa de los cedés. Y es un producto que nunca se devalúa; por suerte esto no lo saben en Wall Street", bromea. Una convicción que acompaña de una dura crítica a las plataformas de streaming: "La democracia digital nos hizo creer que los discos físicos se acabarían, pero en Spotify para ganar un euro con una canción mía la tienen que escuchar 3.000 personas. Si los músicos no sacaran nada en digital, si lo hicieran solo en formato físico como antes, se arruinarían cinco personas en todo en el mundo. Ahora somos todos hormiguitas trabajando para ellos". La alternativa: los sellos independientes y la música en directo, como la que él ha pinchado durante muchos años en diferentes espacios de la ciudad. "La lástima es que muchas veces pinchas para gente que no lo desea o que piensan que el DJ es el camarero de los discos", ironiza.
La próxima parada en la lista de proyectos: un recopilatorio de folclóricas haciendo groove.