Ciencia

Los antiguos egipcios realizaron el primer tratamiento de cáncer hace 4.000 años

Un estudio sugiere que las marcas de cortes en cráneos corresponden a una intervención para extraer tejido de una metástasis cerebral

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Los investigadores hallaron en una caja de una colección de restos humanos de la Universidad de Cambridge dos cráneos con signos de cáncer

BarcelonaHace 4.000 años, en Guiza, en el Antiguo Egipto, un hombre de unos 30 años sufrió una metástasis cerebral que le provocó la muerte. Además de ser uno de los casos oncológicos más antiguos que se conocen, los restos craneales de este individuo constituyen la primera evidencia de una intervención quirúrgica para tratar el cáncer de la que se tiene constancia en la historia de la humanidad.

Esta es la principal conclusión de un estudio realizado por un equipo internacional de investigadores, liderado por el catalán Edgard Camarós, paleopatólogo de la Universidad de Santiago de Compostela, que ha estudiado las marcas de corte que presenta este cráneo. El análisis concluye que son la consecuencia de un intento médico por extraer los tumores que sufría la persona o bien de una autopsia centrada en aprender más sobre la enfermedad. “Este hallazgo es realmente único y evidencia cómo la medicina del Antiguo Egipto ya había intentado tratar o estudiar el cáncer hace más de 4.000 años”, dice Camarós, quien añade que es “un avance extraordinario en nuestra comprensión de la historia de la medicina”.

El cráneo y la mandíbula de hace 4.000 años pertenecieron a un hombre de unos 30-35 años que vivió en Guiza, Egipto.

Un hallazgo fortuito

La investigación de Camarós se centra en averiguar el papel que tuvo el cáncer en el pasado; lo prevalente que era en la antigüedad y de qué manera las sociedades antiguas interaccionaban. Y, para ello, ha viajado por Asia, África y Sudamérica en busca de restos humanos antiguos con signos de la enfermedad.

En este sentido, y mientras era investigador en la Universidad de Cambridge, posición que ocupó hasta el 2023, le surgió la oportunidad de registrar la colección de restos humanos Duckworth, uno de los más grandes del mundo y que es propiedad de la propia universidad inglesa. Para incredulidad de Camarós, al poco apareció una caja con una etiqueta que decía ¿Egipto y cáncer? Rápidamente, echó un vistazo a las piezas, obtenidas durante la época colonial por parte de Gran Bretaña en Egipto, y pudo identificar dos restos que parecían sufrir tumores.

Eran dos cráneos, uno que data del 2687-2345 aC y que pertenecía a un hombre de unos 30-35 años. Y el otro, más reciente, de entre 663 y 343 a. C., de una mujer de más de 50 años. El estado de los dientes de ambos individuos hace pensar que mantenían una alimentación e higiene mejores en comparación con personas de estratos más bajos de la sociedad y que, por tanto, “eran prominentes o pertenecían a un estrato social elevado”, apunta Camarós . El estudio del cráneo más antiguo (el del hombre) con microscopía y escáner reveló una lesión de gran tamaño que correspondía a un tumor nasofaríngeo que había progresado a metástasis y había generado más de 30 bultos repartidos por toda la cabeza.

Ahora bien, lo que llamó la atención de los científicos fue descubrir marcas de corte en torno a estos tumores secundarios, hechas con un objeto afilado y metálico. Según los investigadores, son una señal inequívoca de intervención quirúrgica aunque no se puede saber si se la practicaron en vida, como una forma de tratamiento, o poco después de su muerte, para estudiar más el tumor cerebral. “Parece que los antiguos egipcios realizaron algún tipo de intervención quirúrgica dirigida a tratar las células cancerosas, lo que demuestra que la medicina egipcia también llevaba a cabo tratamientos experimentales o exploraciones médicas en relación con el cáncer”, asegura en un comunicado Albert Isidro, cirujano oncólogo del Hospital Universitario del Sagrat Cor, en Barcelona, ​​y coautor de este trabajo, que se publica en Frontiers in Medicine.

Detalle del cráneo.

En cuanto al resto fósil de la mujer, el cráneo muestra un traumatismo craneoencefálico en el lado izquierdo hecho con un objeto afilado y contundente que le generó una fractura. La herida está curada, lo que implica que la mujer recibió tratamiento. “Alguien tuvo que recolocarle los huesos, tratarle la posible infección y la herida, y gracias a ello la mujer sobrevivió”, señala Camarós. Años después la mujer desarrollaría un osteosarcoma, que los investigadores pudieron identificar en el cráneo, que acabaría provocándole la muerte.

Una sociedad con conocimientos médicos avanzados

Gracias a los documentos escritos que se conservan de esa época, sabemos que los egipcios tenían unos conocimientos médicos avanzados y modernos, basados ​​en la observación, el diagnóstico y el tratamiento. Eran capaces de identificar, describir y tratar enfermedades y lesiones traumáticas, realizar prótesis e incluso empastes dentales. Curiosamente, era una medicina que también convivía con la magia y la religión, lo que hacía que determinadas intervenciones quirúrgicas, por ejemplo, se pudieran realizar sólo en una época concreta del año o que se contagiaran a un diez concreto.

En este sentido, en un papiro llamado Edwin Smith, que tiene una antigüedad de 3.600 años y es un compendio de 48 casos de enfermedades con sus tratamientos, ya aparece un cáncer de mama junto con una anotación: "No hay hay ningún cuidado posible". “Aunque los antiguos egipcios podían tratar con fracturas craneales complejas e infecciones y realizar empastes, el cáncer era todavía para ellos una frontera de conocimiento”, explica Tatiana Tondini, investigadora de la Universidad de Tübingen y primera autora del estudio.

Ahora el siguiente paso será realizar estudios genéticos de los tumores, una tarea compleja dado que el ADN de los tumores se degrada muy rápidamente. "Queremos completar la biografía del cáncer, entender la historia; saber cómo el sistema inmunitario ha luchado contra la enfermedad a lo largo de la evolución; si hay tumores que se han extinguido o han aparecido nuevos en tiempos recientes . En definitiva, comprender mejor el cáncer del presente", concluye Camarós.

Edgard Camarós, paleopatólogo de la Universidad de Santiago de Compostela.

 

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