Ganadería

Los pastores del siglo XXI serán tecnológicos

Las técnicas de geolocalización y los sensores fisiológicos cambiarán el perfil de los ganaderos tradicionales de los Pirineos

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Ovejas con el collar geolocalitzador.

Un pasto que se pierde es un bosque que se gana. Se quiera o no, este precepto forma parte de aquello que se llama gestión del territorio y se puede aplicar también a cultivos y, en general, a todo tipo de aprovechamientos agrícolas y ganaderos extensivos. De hecho, la pérdida de actividad económica en el campesinado y la montaña es una de las principales causas del crecimiento de masas boscosas y un factor de riesgo en el origen de incendios forestales. Para paliar estos impactos negativos, el Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA) y Unión de Labradores pusieron en marcha hace dos años un proyecto piloto para la geolocalización de rebaños en los Pirineos. Además de su ubicación, el sistema permite monitorizar estados fisiológicos de los animales, como por ejemplo la gestación y el parto, o identificar el ataque de depredadores como el oso y “muy previsiblemente” el lobo. Los resultados del proyecto piloto se han presentado recientemente en el puerto de la Bonaigua.

La nueva herramienta se ha probado con vacas, ovejas y cabras con resultados satisfactorios e “ilusionantes”, según explica Joan Guitart, coordinador territorial de las comarcas de montaña de Unión de Labradores. “La potencialidad del sistema es enorme”, celebra. A la vez, el test también ha servido para identificar debilidades, tanto de la herramienta, que habrá que hacer evolucionar, como de infraestructuras disponibles en el territorio. La principal, y de la cual son ajenos los promotores del sistema, son “las coberturas”. La geolocalización, dicen, está limitada por la falta de antenas y repetidores de telefonía allí donde circulan las señales emitidas por los collares que previamente se han colocado a los animales.

Esta es una de las claves del éxito del sistema ensayado, explica Antoni Dalmau, veterinario experto en bienestar animal e investigador del IRTA. En un territorio plano y sin obstáculos relevantes en forma de montañas o edificaciones, la transmisión de señales circula “libremente”. En la alta montaña no es así. Las señales, que viajan en el plan horizontal, topan con las cumbres, lo que hace que el nivel de cobertura alcance tan solo un único valle. “En el Pirineo catalán tenemos muchas zonas oscuras”, dice. El problema es mucho menor en el Pirineo francés, dice Guitart, que compara las dos situaciones.

Un collar localizador

Veamos de qué estamos hablando. La base es un dispositivo electrónico en forma de collar que se adapta al cuello de los animales. El dispositivo, diseñado por la empresa Digitalanimal, emite señales que permiten geolocalizar a los ejemplares. A través de varios algoritmos, las señales recibidas se pueden correlacionar con la velocidad de desplazamiento, las áreas de pasto o los patrones de conducta basados en el movimiento. Movimientos bruscos o de dispersión del rebaño pueden correlacionarse con algún tipo de alerta, como el desprendimiento de una roca, la caída de un rayo o la presencia cercana de un depredador. 

El caso que más preocupa a los ganaderos, coinciden Guitart y Dalmau, es la presencia del oso. Se estima que este año habrá alrededor de 70 ejemplares, según ha informado el departamento de Medio ambiente de la Generalitat. En la fase actual de desarrollo, el dispositivo electrónico tiene una utilidad meramente administrativa, puesto que el análisis de datos es posterior. “Sirve de prueba para reclamar compensaciones económicas a la administración”, dice Guitart. En fases más avanzadas, el sistema podría activar mecanismos de alerta con perros y drones para echar al depredador, además de que el propio pastor podría intervenir más rápidamente. En un futuro en el que “no se puede descartar el lobo”, dice Guitart, este tipo de mecanismos “ganarán protagonismo”.

Velocidad y aceleración

El dispositivo también ofrece otras informaciones de interés. Por la velocidad del movimiento se puede inferir “un animal gestante o en el momento del parto” o con problemas de salud bastante importantes para alejarse del grupo, explica Dalmau. La incorporación de un acelerómetro en el dispositivo, proceso que ya está en curso, tiene que permitir afinar mucho más los algoritmos. “Podrá captar movimientos más finos y determinantes que se podrán relacionar con situaciones de miedo, angustia o dolor físico”, describe el experto. Los acelerómetros ya están incorporados en la mayoría de los teléfonos móviles. Pasarlos a un collar, según los técnicos, tendría que ser factible sin mucho esfuerzo. Con el tiempo tendría que ser posible incorporar sensores de temperatura o de frecuencia cardíaca, dice Guitart, que añade: “Nos daría una fotografía completa del animal e informaría del estado del rebaño”. Solucionar la falta de cobertura y encontrar baterías más potentes y duraderas complementarían la lista de ventajas y desventajas de los dispositivos.

Si se consiguen implementar este tipo de sistemas, exponen los dos expertos, se entrará en una “nueva etapa” del pastoreo y en la propia concepción del pastor, que ya no se tendrá que limitar a conducir a los animales, vigilarlos durante horas y horas, o gastar tiempo y esfuerzo para saber, solo, donde está el rebaño. “La tecnología tiene que hacer que el pastor controle parámetros físicos y fisiológicos de los animales sentado detrás de una mesa, sepa dónde están y detecte posibles amenazas”, describe el investigador del IRTA. También tendría que facilitar identificar las mejores zonas de pasto y, en general, proporcionar información de interés ambiental. Estas serán las tareas del futuro pastor tecnológico.

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