Bell-lloc: el regreso a la cocina catalana que nos hace felices
Hay modas que van y vienen. Lo que antes nos gustaba, de repente un día ya no nos hace el peso, nos aburre y encontramos que está un mico desfasado. En cambio, hay restaurantes que no nos cansan ni cansarán nunca. Están por encima de las modas y las manías. Son espacios de consenso porque todos se encuentran a gusto. Es la sensación que tuve cuando entré en el Bell-sitio, en Santa Cristina de Aro. Me trajo mi amiga Marta. Ella ya visitaba esta maravillosa masía cuando era pequeña y tenía algo clarísimo: no se marcharía sin comer de postre su bizcocho glas con chocolate caliente.
En la entrada, mis ojos se fueron directos a los "árboles" de madera donde colgaban embutidos. Luego llegó la cocina hecha a la perfección, como mi conejo a la brasa (a los que nos gusta apurar las costillas sabemos qué nivel de felicidad se puede experimentar cuando está bien hecho). Buen pan, buen alioli y un servicio diligente y cordial. Miraba las tablas: un grupo de jubilados franceses que vivían su mejor vida; personas que estaban de paso en jornada laboral; celebraciones... Da igual, todo el mundo encontraba lo que buscaba.
Este restaurante es de Marc Gascons, que este año ha sido reconocido con el Premio Nacional a mejor cocina de autor de la Académica Catalana de Gastronomía y Nutrición. Una parte muy importante del reconocimiento viene de su trabajo en el excelente restaurante Els Tinars, pero a mí me gusta pensar que el premio también lo recibe por hacernos tan felices con la cocina catalana de siempre.