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Cierre

Cierra L'Hortet, restaurante vegetariano pionero del barrio del Raval de Barcelona

Los propietarios del restaurante Pötstot han adquirido el traspaso y darán así continuidad renovada a un negocio fundado hace treinta y cinco años

En las pizarras de L'Hortet indicaron el día que cierran, el 23 de enero
13/01/2025
4 min
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BarcelonaHortet (c. Pintor Fortuny, 32), el pionero restaurante vegetariano del barrio del Raval de Barcelona, ​​tiene fecha de cierre. Las dos hermanas que lo dirigen, Odina y Sonia, lo han escrito en las pizarras exteriores: "Cerramos el 23 de enero". Ese día tendrán abierto durante toda la jornada, hasta las 23 h de la noche, porque quieren despedirse de todos, y quieren que, con el horario amplio, la gente pueda ir pasando para decirles adiós. "No serviremos comida en el último día, porque queremos centrarnos en hablar con toda la gente que pase", dice Odina Martí (61 años). Con treinta y cinco años al pie del cañón, la comunidad de L'Hortet es grande, muy grande.

Odina Martí en el mostrador de la primera sala del restaurante

En el restaurante Pötstot (c. Valencia, 204), sus propietarios, Manel Forés y Quim Viñas, explican que trabajan con el objetivo de que a finales de marzo puedan realizar las reformas que quieren llevar a cabo en L'Hortet. Ellos son los que han comprado el traspaso, y quieren hacer un segundo restaurante Pötstot, que aunque escriban todo junto y con diéresis, querría decir: "(lo) puedes todo", es decir, puedes comerlo todo, y lo dicen porque los platos son sin gluten, veganos y sin lactosa. Es la fórmula que crearon durante la pandemia, y que combinan con otros dos restaurantes que dirigen, de diferentes, basados ​​en tapas y arroces.

Libros familiares de cocina vegetariana

En L'Hortet todo empezó el 2 de enero de 1990, cuando las dos hermanas adquirieron el traspaso de un restaurante que cerraba y que ya era vegetariano. Tenían las ideas muy claras. Le ayudaba el hecho de que el abuelo, Nicolás Capo, hubiera escrito libros sobre cocina vegetariana. "Los tenemos aquí, para consultar, se llama El recetario del profesor Capo. El impulsor de la cocina vegetariana", explica Odina un viernes por la tarde, cuando las dos salas del restaurante apenas han quedado vacías. Desde la pandemia, sólo abren a mediodía, de lunes a viernes, "pero son muy intensos, es un no parar de trabajar", dice.

Las dos hermanés, las almas de L'Hortet, Sonia y Odina

Lo cierto es que el abuelo era un gran experto en cocina vegetariana y ellas crecieron con la filosofía de una alimentación saludable. Cuando adquirieron el traspaso, L'Hortet no servía bebidas alcohólicas ni cafés. "Quizá éramos muy radicales; después, con los años, ya base de que los clientes nos lo dijeran, aceptamos tener vino, cervezas y también servimos cafés, pero durante muchos años no lo hicimos". Otra diferencia de cuándo abrieron y de ahora: "Entonces sólo nos vendía gente mayor, eran nuestros clientes habituales, pero ahora ya no es así; ahora la mayoría es gente joven, que está muy informada y documentada sobre alimentación".

Las míticas pizarras

En L'Hortet, quien es cliente habitual sabe que la carta debe leerla en las pizarras, porque no la hay en papel. Allí escriben todos los días los platos. Hay en la puerta y en el interior. En las mesas, siempre hay botellas de aceite de oliva virgen extra, vinagre de manzana, vinagre de Módena y de marcas catalanas. "Claro, compramos productos catalanes". El menú cuesta 14,80 euros, y no incluye la bebida pero sí el pan. El precio permite escoger entre tres primeros, tres segundos y cinco postres, y entre los platos hay opciones vegetarianas, claro, pero también veganas y sin gluten. Las raciones son generosas, tanto, que algunas sólo hacen un plato y postre. "Sònia, mi hermana, es la encargada de preparar los postres y las cremas de verduras", comenta Odina, que añade que tanto una como otra están siempre también al servicio.

Pero lo que más caracteriza a L'Hortet son las tarjetas de fidelización de diez platos más uno de regalo, que las dos hermanas tienen guardadas en una cajita, con el nombre de cada uno. Se trata de un abono de diez comidas, que se paga por adelantado, y por el hecho de comprarlo por adelantado, regalan uno. Como una vez un cliente la perdió, les sugirió que fueran ellas mismas las que custodiaran el abono. Así lo hicieron: "Mira, te lo enseño, aquí las tengo; cuando vienen, me llaman su nombre, y relleno el espacio que indica que han hecho la comida".

La anécdota más bonita que han vivido a lo largo de todos estos años es la de cuando, después de la pandemia, un cliente fue a comer y les pidió la tarjeta: "Le quedaban muchas comidas, pero la cogió, la rompió y me pidió comprar una nueva, con diez comidas de nuevo, para empezar de cero". Es un recuerdo que le hace emocionar, porque "el tiempo de la pandemia fue muy duro". "De hecho, de consecuencia de aquella época nos hemos decidido a cerrar, porque queremos descansar", comenta Odina, que tras el cierre dice que todavía tendrá que trabajar porque le quedan años por cotizar para poder jubilarse. Por su parte, Sonia quiere formarse en una nueva especialidad, ligada con los animales.

Cuando hacen un análisis de todo lo que han vivido desde que abrieron en 1990, Odina considera que ciertamente fueron pioneras, porque entonces impulsar una alimentación basada en vegetales se consideraba una extrañeza, pero también es cierto que se instalaron en una calle y en un entorno que les era favorable. "Fíjate, estamos rodeadas de herbolarios, como el Jansà, de la calle Elisabets, que tiene 100 años, o lo que hay en la calle Xuclà. Aquí enfrente tenemos una tienda de cosmética ecológica, también hay un restaurante vio aquí al lado, y en la misma calle, casi desde el principio que nos instalamos nosotros, está el Biocenter. conciencia de salud". Y seguirá siéndolo, al menos porque mantendrá la oferta con el nuevo restaurante que tomará el relevo que ellas les pasan.

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