De Girona a Corea: el puré de frutas que ha seducido al mundo
La empresa familiar Anela Fruits logró exportar su producto de alto valor añadido a raíz de la feria Alimentaria
BarcelonaUn chico de Girona fue a hacer la mili a Lleida y se enamoró de la chica que le vendía los huevos en la parada. De esto hace más de cincuenta años. Ahora tienen siete hijos, catorce nietos y una empresa que exporta a veinticinco países. Esta es la historia de Esteve Bosch y Teresa Farré y es también la semilla de Anela Fruits, una empresa familiar con sede en Campllong (Gironès) que defiende que la fruta se puede tomar con cuchara.
Cuando se casaron, la pareja se instalaron en Girona, donde vendían como mayoristas fruta y verdura. "Se levantaban cada día a las tres de la madrugada y volvían por la noche", explica Esteve, el pequeño de los siete hijos que han tenido y actualmente responsable de exportaciones de Anela Fruits. El matrimonio finalmente decidió que era mejor plantar árboles frutales propios. Optaron por las manzanas e innovaron con las peras, una fruta que en ese momento en Girona no era habitual.
La familia Bosch-Farré tiene 180 hectáreas de árboles frutales repartidas en plantaciones en Ventalló, L'Escala, Cartellà, Campllong, Fornells de la Selva y Vilobí d'Onyar. De este eslabón de la cadena, se encarga el hijo mayor del matrimonio, Xavier, el campesino, el responsable de cultivar los árboles. Pero hace doce años se dieron cuenta de dos cosas. La primera, que había que dar una salida a la fruta buena y dulce por dentro, pero fea por fuera. Había una gran cantidad de peras y manzanas que eran de excelente calidad, pero que el mercado rechazaba. La segunda, que cada vez la gente comía menos fruta.
"Debemos hacerlo fácil"
¿Cómo hacerlo para que la gente coma cinco piezas de fruta y verdura al día? "Debemos hacerlo fácil para el consumidor. Que no tenga excusas. La fruta puede ser inconveniente comerla o llevarla a la bolsa. De ahí salió Anela", explica Esteve Bosch. Convirtieron la fruta que no podía ir al mercado en puré. Sin añadir ningún conservante ni zumo. Nada, 100% natural. Fruta pelada, sin hueso, triturada y pasteurizada para que tenga una vida útil larga. Esta fue la idea del padre, Esteve, que también, haciendo un rompecabezas, encontró el nombre de Anela jugando con las iniciales de las tres limpias que tenía en ese momento: Anna, Eli y Laia. Esta marca les ha favorecido mucho a la hora de ir a mercados extranjeros porque es fácil de pronunciar. Pero, en ese momento, no podían imaginarlo.
Hicieron una gran inversión en maquinaria y el inicio no fue fácil. Primero empezaron vendiendo a hospitales y residencias. Como no se oxida como la fruta fresca, no hace falta refrigerarla y no hace falta masticar, fue un éxito y empezaron a recibir llamadas de personas que querían comprarlas por casa. Montaron la tienda online. Y de ahí saltaron a los lineales de los supermercados. Empezaron a seducir a gente joven. "Ofrecemos un producto saludable, que es adónde va la tendencia. Sin aditivos. Crecemos en parte gracias a ello", afirma Bosch. Todas sus referencias tienen manzana o pera de las comarcas gerundenses, lo que les permite mantener la trazabilidad, y existen referencias que mezclan en menor cantidad con alguna otra fruta, como plátano y fresa. "Con el mercado de la fruta cada año estabas pendiente del tiempo. Es volátil. Con un derivado tienes valor añadido y es un producto más estable". Por último, antes de la pandemia lanzaron la gama con un envase pensado para niños, Anela Hop. A la producción se le dedica Josep Maria Bosch, otro de los siete hermanos.
"El mundo es mucho mayor"
Ellos iban a todas las ferias locales que podían, pero lo que no se les ocurrió es que su producto podría agradar tanto en el extranjero. En 2016 Prodeca (Promotora de Exportaciones Catalanas) animó a Teresa Farré a tener un stand a Alimentaria porque vieron la potencialidad exportadora del producto. Dicho y hecho. Eso sí, Teresa Farré se llevó allí a su hijo Esteve, que había terminado económicas y que hacía de profesor de música. Era lo único que hablaba inglés fluido. "Aquellos cuatro días fueron una locura, vimos que el mundo es mucho mayor", dice Esteve Bosch, que se ha acabado dedicando al 100%. Ahora, bajo el paraguas de Prodeca acuden a muchas ferias internacionales, como la de Alemania y la de París. En ese primer Alimentaria, Teresa Farré tuvo el pensamiento de poner vasitos para que los congresistas cataran los productos de Anela y fue un éxito. Se les abrió el mercado de Uruguay, Panamá o Corea, que es su mercado principal.
Son mercados exigentes que les hicieron subir la autoestima. Valoran mucho la calidad y el clean label (etiqueta limpia), que significa que hay pocos ingredientes en el producto. Les empezaron a entrar pedidos con mucho volumen. "Éramos muy novatos y tuvimos que obtener el certificado de seguridad alimentaria IFS y adaptar packagings a otros idiomas". Ahora están presentes en mercados exóticos como los de Nueva Caledonia y la isla de la Reunión. "Nunca nos lo habríamos imaginado", dice Esteve Bosch. Este año se proponen entrar en China, Estados Unidos y Japón. Con los japoneses, las conversaciones están ya muy avanzadas. "La exportación es un proceso lento", afirma Esteve Bosch, poniendo el ejemplo de que están a punto de entrar en unos supermercados peruanos después de dos años.
Anela Fruits facturó 6 millones de euros en 2023, de los que un 45% corresponde a la exportación. Miran la edición de Alimentaria que comienza el lunes con la ilusión de llegar a nuevos mercados y animan a otras pequeñas empresas a dar el paso, porque los productos mediterráneos son tendencia. Aunque ahora es la segunda generación quien lleva el timón, Teresa Farré también estará en elstand dejando degustar su producto. "La gente de payés nunca se jubila", afirma su hijo.