Entrevista

Màrius Serra: "La terminología del vino me fascina ya la vez me intimida"

Escritor

Entrevista a Màrius Serra sobre el mundo del vino en el bar del Foment Hortenc de Barcelona
4 min

En la presentación deEnigmas del vino de Lleida dijiste: "Libros y vino, dos caras de la cultura que se encuentran en una de las dos B que más me gustan: la B de biblioteca y la B de bar". ¿En cuál de las dos B te quedas?

— Es un dilema mortal pero evidentemente con el bar, porque hay gente. A mí me gusta mucho leer y los libros me acompañan siempre, pero es una droga muy adictiva y es importante mantener el equilibrio entre la vida y la metafísica, porque si no puedes acabar viviendo en un mundo paralelo. La vida es calle. El bar te baja toda esta realidad, hay gente de todo tipo, está la oralidad, elementos imprescindibles. Al menos, son dos de los sitios que más he frecuentado.

En la presentación también haces una asunción: "Dos caras de la cultura". ¿El vino es cultura?

— Hay mucha literatura sobre la cuestión, pero aparte de esto, ya hace años que veo que hay una nueva generación que se dedica al vino como un hecho cultural, con la misma intensidad que la gente del teatro se dedica al teatro oa la gente que escribimos haciendo novelas. Es innegable que somos lo que leemos, somos lo que comemos y somos lo que bebemos. Y el vino, en nuestro caso como mediterráneos, es cultura.

Una representación de esto son las presentaciones de libros en las bodegas. ¿Cómo te sientes como escritor presentando junto a un vino?

— El otro día lo revisaba y esta dinámica de presentaciones "vino y libros" son todas de antes de la pandemia, entre el 2015 y el 2019, después no sé lo que ha pasado. ¡He ido a Porrera, a Sant Pere de Ribes ya tantos lugares más y te lo proponían las mismas bodegas! Recuerdo especialmente cuando fui a presentar una de mis novelas en Horta de Sant Joan, en la Terra Alta, al tiempo que también se presentaba un vino nuevo. Ya no era sólo una presentación acompañada de una cata, sino que se presentaba un vino nuevo, Lo Presbiteri! ¡Al igual que se presenta un libro! [ríe] De aquella doble presentación que llenó la sala, la gente salió con un libro y un vino bajo el brazo, ¡fue increíble!

Entrevista a Màrius Serra sobre el mundo del vino en el bar del Foment Hortenc de Barcelona

¿Fuera de las obligaciones laborales, también combinas vino y libros?

— Sí, aunque en mis ágapes de casa he decidido, desde hace tiempo, no tomar alcohol. No porque tuviera ningún problema, sino como medida para reducir su consumo. Precisamente esto es lo que me hace vincular los libros y el vino, porque a menudo escribo fuera de casa y esto hace que muchas veces haya escrito tomando una copa de vino. Escribir como elemento creativo, lo puedo hacer en cualquier sitio porque escribo las novelas a mano. Salir a escribir fuera me ayuda a separar el trabajo más mecánico de la transcripción de los textos en el ordenador, entonces sí tengo que estar en el despacho sentado en la misma mesa.

¿Cómo es ese vino que tomas?

— Por lo general, me gustan los vinos tintos, aunque en los últimos años he ido descubriendo muy buenos blancos. Ahora bien, soy del equipo delantirosado, sé que ahora existe esta reivindicación del rosado como vinos buenísimos, pero yo esta ultraconversión no la practico. Los vinos blancos normalmente los tomaría sobre todo durante los aperitivos y los vinos tintos con cuerpo, para las comidas.

Entrevista a Màrius Serra sobre el mundo del vino en el bar del Foment Hortenc de Barcelona

Aparte del gusto, ¿cómo te puede seducir un vino para que elijas?

— Debo decirte que me fijo mucho en la terminología del vino, ya sea por las presentaciones que he compartido o por las descripciones que he leído, y me fascina ya la vez me intimida. Siempre pienso: "¿Todo esto encuentra?" [ríe] Me fijo más en orígenes e historias que en marcas concretas.

¿Y el nombre de las etiquetas?

— Sí, es otra de las cosas a las que soy muy sensible. ¡El Xitxarel·lo, el Cabró!, éstos me vencen por la palabra y después hay que ver si responden a las expectativas. Creo que el nombre del vino revela las intenciones del productor. Por un lado, unas posibles pretensiones, que me alejan, o, por otro, una autenticidad y genuinidad, que muchas veces proviene de gente joven. A mí me da mucho gozo aquellos jóvenes que valoran la tradición y apuestan por la modernidad. De los jóvenes enólogos, me maravilla la autoconciencia del conocimiento que tienen, saber valorar que los métodos de sus predecesores tenían un sentido bien encontrado. Este ejercicio no es tan obvio en otros rangos creativos o del arte, que creen que el mundo lo han inventado ellos y se declaran vanguardistas sin saber si alguien antes ya había sido disruptivo con el modelo del momento.

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