Pilar Eyre: "Julio Iglesias me decía que beber cava era una cursilería"
Periodista y escritora


Me consta que eres una persona que, como hoy, le gusta recibir a las personas en casa. ¿Con qué bebida recibes a los invitados en tu casa?
— Sí, me encanta invitar a gente a casa e incluso la última presentación de mi libro De amor y de guerra pedí hacerla en casa porque me parece un gesto hermoso. Es curioso porque lo que he servido como anfitriona ha cambiado a lo largo del tiempo. Antes eran gintónicos, quizás también algún whisky. Pero cada vez veo que los licores fuertes, al menos entre la gente de mi edad, ya no tienen mucho tirón. Ahora pienso que se sirve más vino o cava, al menos es lo que sirvo yo en estos casos.
Si tuvieras que escoger entre vino o cava, ¿con qué te decantarías?
— Yo soy mucho de cava. Para mí el cava sustituye a cualquier otra bebida que pueda tomar a lo largo del día, ya que, por ejemplo, no me gusta la cerveza. El cava puede servir para tomar como aperitivo, como acompañante de los platos, para tomar una copa sola, lo que sea. Lo bueno es que no te obliga a cambiar de bebida, puedes continuar una comida con la misma botella. La verdad es que ya hace muchos años que tomo cava y champán, que también me gusta bastante. Pero lo cierto es que últimamente se me pone mejor el vino, el tinto. El vino blanco me hace coger dolor de cabeza.
Y justamente, vinculado con los vinos tienes la suerte de que existe una bodega que se dedica a producir botellas dedicadas a tus libros. ¿De dónde salió la iniciativa?
— Sí, lo hace la bodega Casa Sicilia, de Alicante. Tienen una colección en la que dedican una parte de la producción de sus vinos a hacer homenajes a diferentes libros, a los míos oa otros escritores. Lo cierto es que es una iniciativa muy bonita. Por ejemplo, en el caso de De amor y de guerra,han cogido la última frase del libro y la han puesto como nombre del vino y, por si tienes alguna duda, puedes encontrar parte de la presentación del libro y el vínculo que tiene éste con el vino en la parte posterior de la etiqueta. Además, también organizan comidas con diferentes personas del mundo editorial y gente apasionada de la literatura con la elaboración de un menú inspirado en los platos de comida que se mencionan en el libro, siempre son muy divertidos.
Uno de los rituales que se hace tanto con vino como en cava es brindar. ¿Recuerdas algún brindis en especial?
— Pues para mí uno de los brindis más especiales es lo que hago con mis amigas. Nos levantamos todas y decimos "Cent'anni !", es un brindis italiano que sale en la película El padrino. Para nosotros es una manera de desear que podamos seguir encontrándonos por muchos años más y siempre me hace pensar en momentos alegres.
Y de los dos días que compartiste con Julio Iglesias en Ibiza, ¿recuerdas alguno en concreto?
— Ocurría algo muy curioso. En mi casa siempre se ha bebido muy poco, pero si había un vino en casa era Vega Sicilia Unico. Pero entonces nunca bebía, porque sabía que era un vino caro y siempre le decía a mi padre que no sabía suficiente vino para degustarlo. Sentía que si bebía lo desperdiciaba. Pero cuando conocí a Julio vi que justamente Vega Sicilia Unico era casi el único vino que tomaba. No bebía ni whisky, ni cosas fuertes, únicamente Vega Sicilia Unico. Como le veía tomarlo con esa liberalidad y generosidad, me di una segunda oportunidad: decidí empezar a beberla, después de renunciar a tomarla en casa. Precisamente, la última vez que coincidí con él, que estuvo en el concierto que dio en el festival de Cap Roig hace cinco años, vi que en el camerino seguía teniendo lo mismo: botellas de Vega Sicilia Unico para él y sus amigos. Seguía igual.
No lo lograste introducir en el mundo del cava.
— ¡No! Él no tomaba cava y de hecho, siempre me decía: "Esto del cava es una cursilería. De cava toma los catalanes, pero fuera de Catalunya, nada..."
¿Cómo empezaste a relacionarte con el cava? Entre la familia y Julio, eres la excepción.
— Empecé a beberlo con mi marido. Recuerdo mucho el paso de llamarlo champán a empezar a llamarlo cava. Nos costó, porque claro, en aquella época todo el mundo decía "¡una copa de champán!", pero nos dimos cuenta de que no era correcto, que el cava era un producto nuestro, no francés. El hecho de decirlo por su nombre también hizo que poco a poco nos fuéramos acostumbrando a tomarlo hasta convertirse en la bebida titular. También ayudó el hecho de que el alcohol más fuerte no se ponía muy bien, tenía unas migrañas terribles y el cava, al ser más suave, me iba mucho mejor.
Si tuvieras que escoger uno, ¿cuál dirías?
— Lo que me gusta mucho es Gramona, también los cavas de Anna de Codorniu, que de calidad-precio están muy bien. Éstos son para hacer patria, pero de fuera también debo decir que me gusta mucho el champán francés, entonces escogería un Mumm.
Hay una escena que has ilustrado muchas veces en diferentes entrevistas y en las redes: tu casa frente al mar, una chimenea y una copa de cava. ¿Qué te inspira ese momento?
— La felicidad. Dicen que es muy difícil ver la felicidad cuando la tienes, por tanto, se entiende que la felicidad está en el pasado. Pero en estos momentos, sí pienso y digo "¡que feliz soy!" Es mi paraíso, tanto en invierno como en verano, con esto y un libro y mi perro es fenomenal. Además, la copa ésta también es un pretexto para estar acompañada.
En la entrevista de Albert Om del Diario AHORA dijiste que no creías en la felicidad.
— Ya... quizá la palabra no sea feliz, es estar contento, alegre y eufórico. Temporadas largas de felicidad, la verdad es que no recuerdo, porque soy una persona bastante, como decirlo, atormentada. Siempre tengo cosas que se me pasan por la cabeza, lo tengo en ebullición. También tengo recuerdos tristes, melancolía en ciertos momentos y me gusta la soledad, también. Bien, por eso soy escritora, ¿no? Pero la alegría de estos momentos de ver el mar, la chimenea y la copa de cava no me la quita nadie.