Ni un día en casa

Restaurante Can Roquet: la masía de los sueños

Este restaurante está ubicado en una casa del siglo XVII con un espectacular jardín y unas vistas privilegiadas

3 min
Kenn Van Roy y Donald de Ridder con una gallina de su corral en la terraza del restaurante.
  • Dirección: Plaça de l'Església. Romanyà de la Selva (Girona)
  • Carta: elaborada, con producto de calidad
  • 'Must': pichón de sangre con hígado de pato
  • Vino: bodega interesante con diversas referencias de nuestra casa
  • Servicio: profesional, atento y amable
  • Local: masía reformada con jardín extenso
  • Precio por persona: 60 € con vino

Hace más de veinte años, Kenn y Donald dedicaban todo su tiempo a pintar y decorar diferentes casas y locales de Catalunya. El trabajo les llenaba y eran felices mejorando la imagen y la funcionalidad de algunas propiedades, pero su vida dio un giro radical cuando un día, visitando Romanyà de la Selva, se toparon con una masía que les hizo soñar. Una casa del siglo XVII, situada junto a la iglesia, con un espectacular jardín y unas vistas privilegiadas. Inmediatamente, esta pareja belga fue consciente de que habían encontrado el espacio ideal para construir un proyecto diferente que hacía tiempo que les ilusionaba: montar un restaurante. En julio del 2002, después de realizar unas cuantas reformas en el interior y en el jardín para dar la bienvenida a la luz del sol en todos los espacios, Kenn Van Roy y Donald de Ridder inauguraron un restaurante que vale la pena visitar, tanto por el nivel de cocina que se ofrece como por el entorno privilegiado del que dispone.

Kenn, con sus inconfundibles gafas de pasta blancas, nos aconseja sentarse en el jardín para disfrutar de las magníficas vistas aprovechando que no hay ni una nube en el cielo. El calor, a pesar de las altas temperaturas, es bastante llevadero, pasa aire y con las mesas en la sombra se está muy bien. Le ayuda refrescarnos la garganta con los primeros sorbos del Arketipo 2018, un vino extraordinario de la bodega Bajo los Ángeles (DO Empordà), que con un punto frío entra aún mejor. La carta del restaurante es muy tentadora y ofrece opciones muy distintas. Kenn nos habla de los grandes clásicos que se han mantenido durante dos décadas, como las vieiras en el cava, el crujiente de pies de cerdo o el pichón con foie. Antes de escoger los entrantes, el Donald nos sirve deliciosos aperitivos de bienvenida: una mousse de salmón ahumado y un crujiente de langostino y, para abrir boca, añadimos un surtido de ostras especiales “Greta Garbo”, presentadas con dados de salmón ahumado, caviar de salmón y wasabi. Nos apetece también repartirnos el parfait de erizo con crudités y la ensalada de bogavante con alcachofas, tomate, pesto de aceituna negra y texturas de aguacate.

Sentimos el campanario de Sant Martí de Romanyà y el sonido característico de alguna cigarra que se mezclan con las conversaciones casi imperceptibles de las mesas de al lado. Entre las vistas y la tranquilidad que hay, el efecto es casi hipnótico, pero nos despertamos de repente cuando nos llegan los segundos: pichón de sangre con hígado de pato a la plancha, magret de pato Rossini con cerezas y solomillo de ternera con salsa de setas y aceite de trufa. Descartamos finalmente otro de los históricos de la carta, reclamo para muchos clientes: los riñones de ternera. De la extensa carta de postres, decidimos compartir sólo dos helados para echar abajo: el casero de vainilla de Madagascar y el de pistacho tostado.

El interior del local es elegante y muy acogedor, aunque queda eclipsado por el jardín, que es el que triunfa en Instagram y el que lleva todo el protagonismo en esta época del año. Es ideal para pedir un café y alargar el gin-tonic durante la sobremesa, haciéndola coincidir casi con la puesta de sol. Kenn y Donald nos cuentan que vivieron en la masía durante diez años pero que decidieron cambiar, para diferenciar los espacios, y ahora viven a tres minutos del restaurante. “Can Roquet era nuestro bebé que se ha hecho mayor. Lo hemos visto nacer, crecer y ahora ya tiene su propia personalidad y funcionamiento”, dicen orgullosos. Han convertido una casa tradicional de 1698 en la masía de los sueños, los suyos y los de la gente como nosotros que los hemos podido visitar.

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