Género literario

¿Por qué la poesía atrae tanto a los niños?

La anómala y el anticonvencional es la que asimilan mejor los niños

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Un niño leyendo antes de ir a dormir.

Gerona"Se ha fijado con las arañas... ¿Qué tejen?" –pregunta Helena Maragall, maestra y pedagoga, a los alumnos de tercero de primaria en el taller de poesía mientras se sientan juntos en círculo en torno a una vela que ha encendido nada más empezar la sesión. Los niños crean mentalmente una imagen de este insecto y, a partir de ahí, arranca el poema. Hoy toca: elAraña, de Bofill, Puig y Serrat. "La araña hace media sobre una flor, la tela que fila es como si fuera de oro...". Rima y lenguaje llenan la sala de la escuela, donde Maragall recita acompañada del gesto para anticipar el verso que vendrá. Los alumnos participan en la actividad con ganas, están acostumbrados, a pesar de la edad temprana. Detrás de ese interés, hay un porqué: la poesía es innata en el ser humano.

Rafael Núñez, catedrático emérito de teoría de la literatura y literatura comparada de la Universidad de Oviedo, destaca que “los niños son poetas desde que empiezan a expresarse porque a la hora de decir lo que quieren deforman las palabras que han oído o, incluso, se las inventan”. Esta creación del lenguaje es, según Núñez, “la auténtica poesía” porque, tal y como describe el catedrático, la poesía genuina no hace uso del lenguaje codificado, convencional y estereotipado, sino que lo crea. "La deformación y el hecho de ir contra las reglas es parte esencial de la poesía", relata.

Núñez, además, subraya el “valor melódico” que tienen las palabras en poesía. Y es que, aparte de transmitir imágenes de situaciones y hechos, la poesía es también ritmo, sonido y musicalidad. "Pueden no tener nada que ver entre ellas, pero juntas hacen rimas y asociaciones". Un ejemplo de ello Una, dulce, tela, catola... que Carmen Bravo-Villasante, hacía referencia en El libro del folclore infantil. “Esta poesía anticonvencional y anómala –aunque muy rítmica– es la que los niños reconocen y asimilan mejor”, constata Núñez.

Precisamente, la narradora Assumpta Mercader juega con el ritmo en su espectáculo A de BrossA, que cuenta con más de sesenta funciones en todo el territorio catalán. “Muestro los poemas cortos y repetitivos del poeta y dramaturgo Joan Brossa y los niños se les aprenden de memoria”, explica Mercader, que reivindica “el placer de aprenderse algo y decirlo de memoria; aunque esto, actualmente, esté como defenestrado”. A pie de calle o sobre el escenario, esta “mujer de palabra” –tal y como ella se llama– busca transmitir a los niños “lo bien que lo pasaba Brossa creando”. “Mi punto de partida es cómo puedo contagiarles el placer por la lengua, las palabras, el juego y crear poesía, rompiendo con la poesía más estereotipada y cuadriculada, porque Brossa rompe con todo esto. Los invito a ser Brossa”. Mercader saca imágenes y símbolos de un sombrero que dan pie a recitar poemas como éste: “Ahora llueve llueve llueve llueve / ahora nieva nieva nieva nieva / ahora cae piedra piedra piedra piedra”. Despertar, en definitiva, la curiosidad por este género literario, en el que también destacan autoras como Joana Raspall o Lola Casas, que fueron de las primeras mujeres catalanas en escribir poesía infantil.

La complejidad del proceso de creación

Los poemas para niños suelen tener una rima fácil y estructuras sencillas y breves. Pero no todo vale. Buscar, escribir y reescribir es parte importante del proceso de creación. El escritor Rodolfo del Hoyo, autor de una treintena de libros, ocho de ellos de poesía, acaba de publicar Tesoros tras las puertas, con ilustraciones de Noemí Villamuza. La obra poética –su primera infantil– explica el mundo que se esconde detrás de cada puerta de su casa y se acompaña de vocabulario.

Del Hoyo asevera que “la poesía para niños es un arte y, como todas las artes, tiene su complicación”. En su caso, a la hora de crearla, ha pensado sobre todo en la rima y en no superar versos de siete sílabas. “Es la forma natural que tenemos de hablar; para los adultos, escribo con un mínimo de nueve sílabas y la rima no la tengo tanto en cuenta”.

Detrás de un poema infantil, se esconden semanas de dedicación. “A veces, tienes la palabra, pero rompe el ritmo y debes buscar un sinónimo y, si no lo encuentras, es necesario modificar el concepto”, describe. De todas las obras que ha publicado, ésta –según resalta– le hace “especial” ilusión porque en 1999 había hablado con una editorial de la posibilidad de publicar un libro de poesía para niños y le dijeron que no porque “la poesía pese a ser muy bonita no tenía salida en el mercado”. Afortunadamente, esto ha cambiado: en la calle, en las librerías y en las escuelas. La poesía impregna muchos rincones. Y para seguir animando a los niños a leer poesía, ¿qué hacer? Según del Hoyo, “animar a los adultos a no alejarlos” y recordar, como dicen los expertos, que forma parte de la condición humana. Es una necesidad vital.

Un gran valor pedagógico

Trabajar la conciencia fonológica y estimular la curiosidad son sólo algunos de los muchos beneficios de la poesía infantil. Gemma Carrasco, maestra de educación infantil y psicopedagoga, concreta que este género literario "permite aprender vocabulario nuevo y promueve un lenguaje más rico y amplio". También despierta vivencias, con lo que "favorece el desarrollo cognitivo porque hace aflorar emociones". Además, "fomenta la memorización a una edad que todavía no tienen adquirida la lectura". Y uno de los valores más importantes es que alimenta la imaginación. "Se desarrolla la creatividad, el pensamiento y se aprende a ver puntos de vista diferentes para poder entender mejor a los demás", concluye.

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