Lectura

¿A qué edad se debe aprender a leer?

Aunque en muchas escuelas se aprende a leer en infantil, no es un objetivo de esta etapa

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Alumnos de una escuela de Vilafranca del Penedès en una imagen de archivo.

BarcelonaDesde el “Mi mamá me mima” —la típica frase que hacían repetir a los niños para iniciarlos en la lectura hace más de cincuenta años— hasta la actualidad, los métodos y los recursos para aprender a leer han ido variando. Pero ¿es una enseñanza homogénea la que hay ahora? Según explica Montserrat Fons, profesora del departamento de didáctica de la lengua y la literatura en la Universidad de Barcelona (UB), antes se hablaba de método analítico (reconocimiento letra-sonido) o de método global (reconocimiento de la palabra). Pero ahora, en pleno siglo XXI, hay dos visiones: una dice que primero debe enseñarse a leer por componentes: conciencia, relación sonido y grafía, trazo de las letras, etc., con la concepción de que aprenden por separado y que, después, los niños ya los juntarán. Sin embargo, la otra reconoce que leer y escribir es complejo y que hay aspectos cognitivos que no van solos, sino que se relacionan con otros sociales y afectivos. “Si leer, fundamentalmente, es comprender, no entendemos que exista, desde esta perspectiva, recurso, técnica o actividad alguna en la que se aíslen los elementos. Siempre hay una actividad comunicativa, comprensiva y significativa que nos hace entender cómo se lee y cómo se escribe”.

Que hay bastantes técnicas para enseñar a leer y que son variadas lo corrobora Núria Pedrós, doctora en pedagogía y miembro de la Red de Expertos del Colegio Oficial de Pedagogía de Cataluña. Pedrós recuerda que todas estas técnicas tienen en común unas actividades previas, como las de discriminación visual (la forma de las letras) o auditiva (sonidos, adivinanzas, trabalenguas), hasta que se llega a las propias de la lectura, también mediante la manipulación de materiales, tales como letras o juegos en los que se mezclan actividades de escritura. “También existe la técnica de globalizar, de ver palabras enteras. Hay quien en lugar de enseñar la letra primero, enseña primero la palabra o explica un cuento y, a partir de esa historia, elige las palabras más importantes, que son las que servirán después para empezar el aprendizaje”.

Niños y niñas leyendo en un centro escolar

Las etapas

“La lectura se consolida a ciclo inicial, en infantil sólo se pone la primera piedra en el currículum. Aunque muchas escuelas enseñan a leer en infantil, no es un objetivo de esta etapa. Depende de cada maestro y de cada escuela, pero, en principio, pedagógicamente, no está indicado”, expone Laia Bruguera, maestra de infantil y de ciclo inicial de la escuela rural Puig Rodó de Ullà, en el Baix Empordà. Según explica Bruguera, y aunque dependerá de cada grupo, en I5 se puede iniciar la identificación de fonemas, grafías y primeras palabras, que continuará cuando el niño pase a ciclo inicial. “Lo importante siempre es que se trabaje a partir de contextos significativos. En infantil es muy típico empezar a conocer las letras a partir de los nombres de los compañeros o de la familia, porque son significativos para ellos”.

Bruguera remarca la importancia de respetar el ritmo de cada niño, pero si se detecta un interés precoz en las letras, está bien potenciarlo. “Pero es necesario hacerlo de acuerdo con sus tempos o haremos que se salten pasos importantes, y esto es contraproducente”. Mar Hurtado, presidenta de la Asociación de Maestros Rosa Sensat, añade que actualmente, en el aprendizaje de la lectura, también se da más sentido a escribir, sin hacer que todo se convierta en una rutina tan mecánica como años atrás. “Eso es importante porque motiva más al niño. Cuando hace algo porque realmente tiene un sentido, encuentra el placer. Si no, también lo va a acabar haciendo, pero con la sensación de que no es beneficioso. Además, algo tan concreto como la lectura puede repercutir en todos los demás aprendizajes”.

Hurtado también subraya uno de los aspectos a tener en cuenta para que la lectura no sea una cuestión que se quede sólo dentro de la escuela. “¿Los mensajes que perciben fuera del aula están en letra ligada? No. Pues ésta es la primera razón por la que yo defiendo que no se haga letra atada. El niño no la encuentra en ninguna parte y no comprende ningún mensaje porque no son las letras que se le han presentado. Además, son más difíciles de hacer y hay niños a los que les cuesta más y se frustran mucho”, razona.

Corrientes y cambios

Rosa Gil y Mireia Pérez-Peitx, miembros del equipo del ICE Aprender a Leer ya Escribir de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), del que también forma parte Montserrat Fons, indican que los cambios en las metodologías del aprendizaje están basados en los descubrimientos científicos sobre cómo aprenden los niños y los procesos cognitivos implicados en los actos de leer y de escribir. Sin embargo, también tienen que ver otros factores, como experiencias tomadas de otros países. Ponen de ejemplo a un titular que explicaba que en Finlandia no se aprende a leer y a escribir hasta los siete años. “Esto ha ayudado a entender que aprender a leer y escribir no es un objetivo finalista de la educación infantil, sino que, aunque es un aprendizaje que se inicia en esta etapa, los estudios dicen que la comprensión del funcionamiento del código se desarrolla en un período que va entre los cuatro y los siete años”. También afirman que no se puede menospreciar el impacto de vivir en una sociedad altamente lectora, en la que la media de libros que leen los adultos ronda los cuarenta al año. "Si como niño quizás no se está recibiendo una instrucción directa sobre las letras, tiene un gran beneficio ver a las personas del entorno más cercano leer con frecuencia".

Pedrós, sin embargo, considera que el aprendizaje de la lectura siempre ha sido un tema muy político. “No se pueden desligar los contenidos de los currículos de la política y del contexto social en el que vivimos. Con los años, se han ido elaborando diferentes leyes que tomaban como referentes a unos países que se parecen muy poco a nivel social, cultural, político y familiar al nuestro”.

La adaptación

Pedrós explica que a pesar de la edad de cada niño, las técnicas para enseñar a leer deben utilizarse según cada niño. “No es lo mismo un niño que con cinco años ya conoce a todas las vocales y alguna consonante, que el que llega a los cinco años sin conocer nada. Se debe adaptar el proceso de la lectura a las criaturas que tienes en el aula, que son más diversas que nunca”. Asimismo, también recuerda que el nuevo decreto de Educación de febrero dice que la adquisición del código escrito no es un objetivo que deba alcanzarse durante el ciclo infantil. “Es decir, la ley no obliga a los niños de cinco años a pasar de ciclo sabiendo leer, pero esto es algo incongruente con el estudio cerebral y neuropsicológico de los niños. La neuropsicología asegura que de los cero a los seis años, es cuando se forman las redes neuronales en el cerebro. Por tanto, es cuando el niño está más preparado para alcanzar y sentar las bases del código escrito”.

Según apunta Pedrós, es necesario incidir y potenciar la enseñanza lectora. “La lectura es la estrategia transversal para poder realizar las demás materias, como matemáticas, sociales, etc. Así que podemos decir que gran parte del fracaso escolar se debe a la lectura. Y muchos niños no saben leer porque todavía no han encontrado el placer de hacerlo”.

Una mirada atrás

Según Rosa Gil y Mireia Pérez-Peitx, del equipo del ICE Aprender a Leer y Escribir de la UAB, hasta los años ochenta era habitual enseñar a leer ya escribir a partir de practicar de forma separada y secuenciada algunos de sus componentes , especialmente la coordinación entre el ojo y la mano, la discriminación auditiva, la lateralidad, la conciencia fonológica, la relación entre el sonido y la grafía y la caligrafía. También se discutía si era mejor partir de unidades pequeñas, como sonidos y letras, o partir de unidades de sentido más amplias, normalmente las palabras, para descomponerlas progresivamente en sílabas y letras. “Muchos aprendimos a leer con el método llamado popularmente letra por letra”, recuerdan. Pero esta tradición, de enseñar los componentes por separado y de forma secuenciada, cambia con la llegada del enfoque comunicativo, la concepción socioconstructivista del aprendizaje y la consideración de que saber leer y escribir no es únicamente dominar las relaciones entre el sonido y la grafía, aspecto que todos los niños aprenden con mayor o menor habilidad. "Leer y escribir son procesos que se inscriben en las funciones cognitivas de orden superior, que implican conocer el sistema de la lengua escrita".

Estos avances científicos que comentan Gil y Pérez-Peitx centran su mirada en la criatura y en su capacidad de interaccionar con el entorno para aprender en contextos con significado. El enfoque socioconstructivista sobre la enseñanza y aprendizaje de la lectura y la escritura se vio claramente impulsado por la publicación, en 1979, de un estudio de Emilia Ferreiro y Ana Teberosky en el que definían diferentes etapas para las que transitan los niños cuando aprenden a escribir una lengua alfabética. “Esta publicación, sumada a otros estudios basados en la aproximación socioconstructivista del aprendizaje, han dado lugar a currículos en los que se pone el énfasis en la construcción activa del conocimiento por parte del niño, tomando de base el conocimiento que ya tiene y que no sólo adquiere en la escuela”.

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