Gego, la arquitecta judía que huyó de los nazis e hizo historia como escultora en Venezuela
El Museo Guggenheim de Bilbao dedica una gran exposición al artista con 150 obras
BilbaoLa escultora venezolana de origen alemán Gego (1912-1994) está considerada una de las artistas latinoamericanas más importantes de la segunda mitad del siglo XX, por su trayectoria como una figura primordial de la abstracción, a medio camino entre el constructivismo europeo y el arte abstracto y cinético latinoamericano. Gego (su nombre real era Gertrud Goldschmidt), a quien el Museo Guggenheim de Bilbao dedica una retrospectiva a partir de este martes hasta el 4 de febrero, llegó a lograr este reconocimiento de una forma muy paradójica, porque ella misma afirmaba que no había buscado ser artista "de forma consciente", sino que había llegado al arte sobre todo por su formación como arquitecta, la carrera que estudió en Stuttgart.
Nacida en Hamburgo en 1912, Gego se exilió en Caracas en 1939 a raíz de la persecución de los judíos durante el nazismo. Fue la última de la familia en marcharse de Alemania. Tenía previsto ir a Londres, como habían hecho sus padres, pero el visado que logró fue para Venezuela. Aunque no hablaba español a su llegada, salió trabajando como arquitecta y diseñadora durante unos diez años. "Cuando se marchó de Alemania cerró la puerta y echó la llave al río", afirma la hija del artista, Barbara Gunz. "No hablaba mucho de aquella época de su vida, no le interesaba repetir aquella historia. Nosotros sabíamos qué había pasado y cómo había pasado, pero más a través de lo que se había escrito sobre ella que por lo que decía ella misma. Ella era venezolana, aunque mantuvo la nacionalidad alemana por el pasaporte", explica Gunz.
Gego también decía que uno no podía "aprender a ser artista" ni a "hacer arte", sino que tenía que llegar por otros caminos, y que el suyo consistía en "hacer visible" y no hacer "obras de arte" ". La muestra, titulada Gego. Midiendo el infinito, incluye unas 150 obras, entre esculturas, dibujos, grabados y textiles, libros de artista y fotografías, muchas de las cuales provienen de la Fundación Gego. Otros son del Macba, que es uno de los tres museos, junto con los de bellas artes de Caracas y Houston, donde los herederos realizaron depósitos a largo plazo a través de la Fundación Gego. Cuando el Macba le dedicó una exposición en 1997, cuando Manuel Borja-Villel era su director, ella era una artista apenas conocida en Europa. "Gego trabajó por su cuenta, porque en ese momento las mujeres artistas no eran muy alabadas, pero ahora sí que lo son –afirma Gunz–. Sobre todo empezó a tener más éxito cuando ella ya no estaba. Nosotros trabajamos porque el su legado se mantuviera y se mostrara, y ahora la gente se da cuenta de su importancia".
La vertiente más conocida de la obra de Gego son unas esculturas que ella misma hacía con alambres como si fueran unos tejidos: "Visualizar una solución es lo que importa: hacer visible lo que todavía no existe fuera de mí", decía. De hecho, esperaba del público que las contemplara con suficiente detenimiento para encontrar el evento que hay en cada una de ellas, es decir, los contrastes y tensiones que las hacen estar siempre en movimiento.
Hacerse artista a los 40 años
Gego llegó a Venezuela en un momento clave para la modernización del país. Aún así, no se decidió plenamente en el arte hasta los primeros años 50. "Es un hecho excepcional que se convirtiera en artista a los 41 años", afirma Geaninne Gutiérrez-Guimarães, conservadora asociada del Guggenheim y comisaria de la muestra. En los dibujos tempranos del artista y los posteriores de la serie Líneas paralelas se pueden ver unas líneas que anticipan el peso de la geometría en su obra. "Gego da la misma visibilidad a las líneas y al vacío que existen entre ellas, porque la idea de vacío, que eventualmente se presta a la idea de transparencia, es muy importante para ella", dice la comisaria. Más adelante, en los años 60, fueron importantes las dos estancias en el taller de litografía norteamericano Tamarind de Los Ángeles, donde coincidió con artistas como Anni y Josef Albert, y el hecho de que el MoMA la incluyera entre los artistas del exposición de arte óptico The responsive eye (1965).
En el centro de la muestra, que cuenta con el patrocinio de Seguros Bilbao (próximamente Occidente), existe una gran plataforma con esculturas de diferentes familias de los años 70, como los Troncos, las Columnas y los Chorros, y evoca uno de los grandes hitos de la trayectoria de Gego de poco antes, el gran Reticulárea que realizó en el Museo de Bellas Artes de Caracas, es decir, una red de alambre de triángulos y cuadrados que ella misma tejía con las manos y que se desplegaba por todo el espacio para convertirse en una experiencia inmersiva. "Es una palabra que reúne las palabras área y retícula. Las obras como éstas eran como una malla", recuerda Gutiérrez-Guimarães. De hecho, Gego insistía en que ella no hacía escultura, porque le parecían demasiadas macizas, sino que hacía estructuras en las que la transparencia jugaba un papel clave. "La formación como arquitecta, los elementos arquitectónicos y la vinculación con la geometría siempre están presentes, desde el principio hasta el final", concluye la comisaria. Antes de Bilbao, la muestra pudo verse en el Guggenheim de Nueva York con un centenar de obras más, en el Museo Jumex de México y el Museo de Arte de Sao Paulo Assis Chateaubriand - MASP.