La gran película de animación de los últimos años no necesita diálogos para emocionar
El cineasta letón Gints Zilbalodis deslumbra con 'Flow, un mundo que salvar', mejor filme animado de los Premios del Cine Europeo

'Flow, un mundo que salvar'
- Dirección: Gints Zilbalodis. Guión: Gints Zilbalodis y Matiss Kaza
- 85 minutos
- Letonia, Bélgica y Francia (2024)
- Animación
Una vez terminó la proyección de Flow, un mundo que salvar en la última edición de Mi Primer Festival, el presentador abrió un turno de preguntas y comentarios entre los pequeños. Un niño levantó rápidamente la mano: "¡Mi madre se ha pasado toda la peli llorando!", fue su aportación. "¡Mi también!", remachó otro, dos filas atrás, entre las risas y los oooohs esponjosos de la platea. Es muy útil esta anécdota, no para certificar que Flow, un mundo que salvar es un filme de animación de amplio espectro que seduce a espectadores de los 0 a los 99 años, sino para ilustrar cómo una película sin diálogos y con una trama no especialmente melodramática ni del todo clara puede emocionarnos profundamente.
Hay un activo bastante inexplicable en este largometraje de Gints Zilbalodis. ¿Una vibración poética? ¿Una belleza fuera de orden? Cuesta decir. Pero si en obras anteriores del propio cineasta letón lo que veíamos en la pantalla nos fascinaba sólo como prodigio de un nuevo software, esta vez la historia nos toca mucho más por dentro. Alegoría sobre la necesidad de cooperación entre especies (un gato, un perro, un capibara, un lémur y un pájaro secretario) en un contexto de supervivencia, si este hermoso diluvio en un mundo extraño está recogiendo tantos premios es porque rompe con la monodieta de los amantes de los dibujos animados: no todo debe venir de Japón o Estados Unidos para deslumbrarnos y hacernos llorar. Sí, otra animación es posible.