Cultura

El fotógrafo de los felices años veinte

La Fundació Palau expone 150 fotografías de gran formato de Gabriel Casas de antes de la Guerra Civil

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Grupo  de travestidos fotografiado desde el interior del escaparate de hace falta Sacristà, a la calle Cid. Se ve la sombra de la caja registradora y, a la derecha, un personaje con camisa blanca, encorvado. 1925-1935

Caldes de EstracLa Flecha de Oro fue un coche que llegó a los 372,340 km/h y que se mostró en la Exposición de Barcelona de 1929. Era tan importante que tenía recinto propio y se tenían que pagar cincuenta céntimos para poderlo ver. Ahora bien, no llevaba el motor. Solo tenía el chasis y la carrocería. "Era una cascarilla de modernidad y me parece la metáfora perfecta de la modernidad de Barcelona, una ciudad que quiere ser moderna pero que nunca acaba de serlo, porque siempre hay algo que falla", dice el escritor Julià Guillamon.

La foto del chasis del coche abre la exposición que la Fundació Palau Centre d'Art de Caldes d'Estrac ha dedicado a Gabriel Casas y Galobardes (1892-1973), el fotógrafo que captó esta ambición de modernidad. Son 150 fotografías reproducidas en gran formato, una peculiaridad que permite descubrir muchos detalles y ver de cerca los rostros de muchos personajes anónimos. "Hay mucha vida en las fotografías", dice Guillamon, que ha comisariado Modernitat de Gabriel Casas i Galobardes. Patrocinada por la hija del fotógrafo, Núria Casas i Formiguera, con la colaboración del Archivo Nacional de Catalunya (donde ha depositado su archivo), la exposición se podrá ver hasta el 1 de mayo.

No es una exposición puramente fotográfica, sino que está contextualizada, las imágenes sirven también para hablar de un momento concreto: la era del jazz o los felices años veinte: "Aquí, los felices años veinte solo duraron dos años, de 1929 a 1931 –dice Guillamon–. Y más que felices fueron ilusionantes, expectantes". La exposición se concentra sobre todo en estos dos años y muestra como Casas captó un mundo un poco excéntrico que miraba ilusionado las promesas de modernidad. Guillamon documenta las fotografías, descubre algunas historias desconocidas, y las combina con objetos y textos literarios de Josep M. de Sagarra, Josep M. Planes, Rem Koolhaas, Massimo Bontempelli, Luigi Pirandello o Jean Genet.

Cuando el fútbol y el boxeo eran también política

Casas tenía un punto juguetón y una mirada irónica. El fotógrafo hizo retratos del equipo del FC Barcelona que la temporada 1919-1920 hizo doblete y ganó el Campeonato de Catalunya y el de España. Inmortaliza la Guardia Civil, a primera fila, con tricornio y fusil, y mirando el partido entre el Barça y el Espanyol que se jugó el 25 de noviembre de 1930 en Les Corts. "Acabada la dictadura de Primo de Rivera, a la rivalidad deportiva se le añadió la rivalidad política", dice Guillamon. El boxeo levantaba pasiones, los boxeadores tenían una plaza de toros para ellos solo para entrenarse, y también la política entraba de lleno a los rings. Casas fotografió algunos de los grandes boxeadores del momento, como el protegido de Mussolini: Primo Carnera. Las ganas de jugar de Casas también se notan aquí: Carnera aparece como un gigante junto a su mánager o, en un fotomontaje, se da miedo a si mismo. El boxeador comía mucho: cuando estuvo en Barcelona, para desayunar, engulló dos huevos fritos, dos bistecs, media docena de bananas y dos cafés con leche.

Guardias civiles en el campo de Les Corts en un Barça-Espanyol. 1930

Hay ejemplos también de esta modernidad que, a veces, quebraba. El 1923 se creó el Autódromo de Terramar, en Sant Pere de Ribes. Fue el tercer circuito de Europa, pero prácticamente nunca se hicieron carreras oficiales. De hecho, ni siquiera se pagaron los primeros premios, porque nunca se consiguió suficiente financiación, y se convirtió en un circuito en el que los más ricos iban a hacer correr sus Bugatti. En la Fundació Palau se puede ver un Bugatty Baby. El primer modelo lo hizo Ettore Bugatti para su hijo, pero la idea tuvo éxito: eran coches a escala pequeña, con motor y que funcionaban con gasolina. "Sabemos que en Barcelona se vendieron diez al Automóvil Salón, propiedad de Eusebi Bertrand y Sera, y creemos que eran para el parque de atracciones efímero que se construyó con motivo de la Exposición de 1929 en la Foixarda", detalla Guillamon. Casas captó este parque de atracciones y también el que se construyó poco tiempo más tarde en Montjuic, el Maricel Park, con la montaña rusa más grande de Europa.

Buster Keaton en Sitges

El fotógrafo retrató también el turismo de aquel momento. El 1934 llegaron 62 cruceros en Barcelona y Casas fotografió turistas desplazándose por la ciudad en autocar. También inmortalizó a sus compañeros periodistas –algunos tendrían un mal final en los años convulsos que vendrían después–. Hay una jovencísima y apasionada Irene Polo, una de las primeras mujeres que se hicieron un lugar en la prensa catalana, y que se suicidó en el exilio argentino cuando solo tenía 32 años. Fue ella, una periodista de carácter intrépido, quien se llevó Buster Keaton, su mujer y su cuñada a pasar el día en Sitges cuando el actor pasó por Barcelona para promocionar Estrellados (1930). Casas los fotografió a los tres, relajados a la arena. Hay fotografías bastante desconocidas, como una Joséphine Baker en el hotel Majestic el febrero del 1930, cuando actuó en el Principal Palace.

Las Sisters Girls con vestidos  de fantasía. 1925-1935.

A Casas le gustaba pasárselo bien: se lo ve de fiesta y haciendo el tarambana en su estudio con unos amigos, en unas películas inéditas que ha cedido la hija del fotógrafo. No debía de ser fácil, hacer fotografías de las noches del Barrio Chino, pero Casas no solo las hizo sino que también pudo preparar algunas escenificaciones: "Por como quedan, las tuvo que construir. Las hay que parecen iluminadas, seguramente utilizó los faros del coche", afirma convencido Guillamon. Hay las imágenes de La Criolla, de la calle de Cid, y de la entrada de Madame Petit, un prostíbulo que tenía todo tipo de servicios: se pagaba con fichas, había cambio de moneda, orquesta, restaurante... Inspiró el burdel de Querel de Berst de Jean Genet.

Casas captó muchos de los personajes que se movían por los locales del Barrio Chino. Guillamon ha descubierto que las Sisters G no eran en realidad unas vedets, sino dos travestidos. En la exposición se puede ver un ejemplar de Vida privada de Sagarra bastante curioso: era de Pompeu Fabra y hay todo de palabras subrayadas que no salen en el diccionario. Desde lesbianisme [lesbianismo] hasta nimfòmana [ninfómana], pasando por claveguerils [alcantarilliles].

Sus fotografías más conocidas, las del Barrio Chino, las hizo para Imatges, una revista que transformó su manera de hacer fotografías pero que tuvo una vida efímera, cinco meses, el 1930. Víctima de la represión franquista, a Casas lo encarcelaron durante cuatro meses. El fotógrafo no pudo publicar nunca más en prensa después de la Guerra Civil, y ha quedado bastante olvidado. En parte también porque su trabajo fue bastante inconstante: vendía las fotografías a tanto la pieza por diferentes medios de comunicación. Rescató su legado el Museo Nacional en una grande muestra en 2015, veinte años después de que entraran en el Archivo Nacional sus 20.000 imágenes.

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